Las cosas que exaltadas ser merecen
por el lápiz, a los ojos del mundo,
son las que en la perfección se guarecen
debajo de un oscuro andén, profundo,
do las serpientes un servicio ofrecen
raudo y de movimiento iracundo.
¡Contemplad, pues, maravillas dichosas
orquestadas por las culebras diosas!
Mas si algo digno representar quiero,
invocar a mi musa es menester,
pues por ella los versos hoy libero,
mientras su exultante voz da placer
a mi oído y alimenta mi brío fiero
que indispensable es para componer
este único e inigualable recorrido
que a más de uno ha dejado sorprendido.
Norte a sur y sur a norte es la ruta
que a la caótica ciudad atraviesa,
cruzando cada estación, impoluta,
cada áspid con su color que embelesa
la vista y con su dimensión enjuta
y metálica que está nada aviesa;
predomina el blanco y el tono bermejo
en su cuerpo eléctrico y muy complejo.
Y esta aventura inicia en la estación,
primera al norte, llamada Auditorio,
Federalismo es su ubicación
de do sobresale cual promontorio
su acendrada entrada, con decisión,
construida en color y estilo mortuorio,
similar a las otras diecinueve
estaciones do el pueblo anda aunque llueve.
Al portero electrónico he pagado,
mi boleto de entrada he recibido,
y sobre el gris vigilante he escaneado
pictogramas que entrar me han permitido.
Camino ayuso el pasillo asfixiado
que conecta con el reino construido
para unida la perla tapatía
tener con efectiva y asaz porfía.
Por fin ya estoy en el andén de espera,
mondo es, bancas hay y accesorios lujosos;
subterránea utopía que marca una era
nueva de enhiestos reptiles gloriosos,
con parecida empresa a la pecera
y razón por la que esperan, ansiosos,
que la nocturna vía sea iluminada
por luz blanca, anunciando llegada
imponente de eléctrica serpiente
quien por su alarido es ya preludiada;
se abren sus ijares y pronto siente
su moderna escama ser traspasada
por lo diverso del pueblo, valiente,
que en ella entra y la tiene abarrotada
de únicas e innumerables historias
expresadas por humanas memorias.
Cierran las puertas, dan escalofrío
los movimientos que al cuerpo subvierten
del áspid, corriendo en un seco río
de railes, peligrosos, que divierten
circulares patas al paso brío
mientras breve al recorrido convierten
por la urbe, pues a siguiente estación
va, de periférica entonación,
nombrada además con el mote al Norte;
y por Federalismo continuando,
la Dermatológico está y su porte
grácil, con Atemajac combinando,
para sacar del túnel al transporte
sobre culebra que va y va tragando
gente conforme las paradas cruza
y con voz a su alimento aliruza.
División del Norte pronto se alcanza
por profundo túnel a divisar;
pronto a ella la serpiente, con holganza,
llega y pronto de ella se va a alejar,
pues la mueven las vías y la bonanza
que existen siempre en la negra altamar;
Ávila Camacho es próxima meta
y una estación que en cielos se completa
con el paso aéreo de nueva culebra,
dirigida hacia inédito destino,
sobre un camino que casi se quiebra.
Mas, de lado dejando a este inquilino,
la puesta de ancla en Mezquitán celebra
el pueblo, quien degusta un buen tejuino,
manjar que en caso de cuita es Refugio
y a la estación Juárez sirve de efugio.
Con certinidad al centro se llega
de Guadalajara y su Parque Rojo,
bajo de ella realizase la entrega
y el cambio para quienes ven de reojo
la otra culebra igual que en Juárez juega.
Ya a Mexicaltzingo avanzo en arrojo
asaz, cerca el fin de trayecto ledo
cada vez más, pues eso anuncia el aedo
femenino que nueva estación grita:
“próxima parada Washington es,
sería amable si la salida evita
obstruir para al prójimo ahorrarle estrés”.
Después ya el tramo por túnel se quita,
sobre calle Colón cruza a través
la culebra de rojiblanca estela
que sobre las vías parece que vuela.
Santa Filomena también supera,
dejando atrás Unidad Deportiva
y Urdaneta, nombre de bestia fiera
que solo en África no está cautiva.
Sigue ahora la expropiación petrolera
mexicana, pues su fecha motiva
para la siguiente estación nombrar
que junto a Isla Raza ocupa un lugar.
Patria igual se encuentra en la superficie
tapatía; la ruta atraviesa España,
aquella que al oro azteca codicie
en el ayer, cuando por arma saña
Nuevo Mundo invadió con maleficie
tras cruzar atlántica agua en hazaña.
Y mientras se ha rezado este rosario
en santiamén se vislumbra el Santuario
por criatura digna y recta alcanzado.
Solo un silencio más queda al trayecto,
Periférico Sur fue bautizado,
por su ubicación sobre tramo recto
que al austro territorio conectado
mantiene con su diseño perfecto.
¡Grande, mi musa, me ha sido tu gloria
que hizo a mi pecho cantar con euforia!
Tras veinte suspiros ya finaliza
el viaje de reptil por madriguera
humana creada con piedra caliza
que en transporte urbano marcó nueva era.
Rápido movimiento simboliza
con su increíble carga pasajera
la serpiente de la que me despido
y en la que tantas veces me he subido.
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