|
Av. de los Maestros Pta. 3, esq. Mariano Bárcena Edificio "M", Planta alta. Col. La Normal. C.P. 44260 Guadalajara, Jal., México. CE: argos.cucsh@gmail.com |
e-ISSN: 1562-4072 | |||||||||||||
Volumen 8, número 21 / Enero-Diciembre 2021 | |||||||||||||||
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA | |||||||||||||||
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades | |||||||||||||||
Presentación de la revista I Criterios para publicar I Cintillo legal I Consejo Editorial I Directorio I Números anteriores I Contacto Convocatorias I Objetivos I Comité de evaluadores I Declaración de Acceso Abierto I Declaración de ética y mala práctica editorial |
|||||||||||||||
Regresar | |||||||||||||||
Desnudo en las escaleras. Ernesto Juarezrechy
|
|||||||||||||||
I Se arrastran las aves con alas abiertas, el viento casi puede atravesarme corriendo. Avanzo entre los edificios como por unos largos y profundos pasillos. El aire me ahoga y por ello mi aliento será corto. El crepúsculo vespertino es una espalda que se aleja. II Su gusto por las escaleras debe haberlo sacado de su padre, quien de hecho diseñó su casa partiendo de una, la que está en el centro de la fachada, detrás de un gran vitral azul. Para decir esto me baso en las hojas secas del expediente, regadas en mi cabeza. Los informes están pobremente constituidos porque no tuve acceso al otro lado del vestido, a la oscuridad azul, nuestros pasos no desabrocharon la cremallera rumbo a su cuarto. Ni siquiera pude franquear el umbral de la casona. Para saber algo buscaba donde podía, su desconfianza escamoteaba la luz, desolaba el suelo. III En el antiguo sistema heliocéntrico, donde ella era el sol, podía verse a cada uno de los planetas girando cotidianamente hasta recibir un poco de la luz que emanaba de su rostro. Nunca pude saber cuán cortos se volvieron los días a partir de que ella dejó la casa; para mí, que observaba desde la calle, trepado en alguna jacaranda, oculto en las jardineras, eran sólo destellos casuales en la envoltura tirada de un dulce. IV Ella no se masturba con las manos –o al menos, eso es lo que tengo registrado aquí como apunte de clase–, le gusta hacerlo arquitectónicamente, esto aprendió a hacerlo en la infancia, cuando nuestras sensaciones son más libres y tenemos la disposición para asignarles el significado que queramos: cuando era pequeña bajaba a sentones los escalones, éstos y los isquiones a cada golpe le masticaban la carne, ella sentía algo que no sabía cómo llamar, pero un temblor le cuarteaba la espalda hasta que el cabello de su nuca se erizaba, y los poros, con el comienzo de la lluvia, se marcaban en la acuática epidermis. V Siempre ha sido disimulada, me hace pensar en una calle con baches bajo la lluvia, manejas confiadamente pero un hoyo te puede ponchar o provocar un accidente. Uno quisiera ver los peldaños rotos, pero lo relevante no es lo que la ropa oculta. El maquillaje, los zapatos, las sombras, el vestido, el peinado, las mentiras, la complacencia: la desnudez nunca ha estado en la piel, sino en el vestido, pero es tan difícil presenciar lo inmediato... En el cuento de Andersen es un niño, menos imbuido de su cultura, el que nota que el traje es invento de unos estafadores, y de adornarlo se había encargado toda la población. El llamado sex appeal, atractivo o sexyness es un lugar donde trabajan muchas personas, si abres los ojos mientras besas el hombro suave y terso de una modelo verás a un viejo adinerado y ambicioso reírse, las curvas de las caderas son el agua que salpica un carro de lujo mientras tratas de resguardarte de un aguacero; al igual que en los chistes donde un hombre gordo se oculta tras un poste delgado, de la tanga emergen los cachetes del corporativismo; cuando miramos las poses de las piernas, la disposición de las tetas, miramos enamoradamente a los ojos a algún fotógrafo barbón inglés o australiano que no se ha bañado en más de cuatro días. VI Era difícil verla a solas, siempre había muchas personas trabajando para ella. Entré por la puerta de atrás antes de que la función comenzara. En medio del escenario sólo había unas escaleras de utilería, flacas y de insípido aluminio, las herramientas estaban regadas en el suelo. Alguien se acercó y con un radio llamó a cabina, pidió que las iluminaran, el metal se volvía azul o rosa, hielo o piel, según los cambios de luz. Un escenógrafo comenzó a trazar unas líneas y poco a poco los ángulos comenzaron a tener curvas, unas más suaves que otras, hasta casi enroscarse. Le arreglaron el gesto, arqueaba la espalda como un amanecer. VII –¿Qué quieres?
|
|||||||||||||||
® | UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades Av. de los Maestros Pta. N° 3, segundo piso esquina, Mariano Bárcena. Col. La Normal, Guadalajara, Jal., México. Tel: (33) 3819-3378 argos.cucsh@gmail.com |
Criterios para publicar Cintillo legal Cosejo Editorial Directorio Números anteriores Contacto |
Convocatorias Objetivos Comité de evaluadores Declaración de Acceso Abierto Declaración de ética y malas prácticas editoriales |
||||||||||||
Sitio elaborado por: Universidad de Guadalajara. Derechos reservados ©1997 - 2012. ® El escudo de la Universidad de Guadalajara es una marca registrada.Revista Argos. Todos los derechos reservados © 2019 Departamento de Letras y Departamento de Estudios Literarios |