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Volumen 7, número 20  / Junio-Junio 2020  
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La Morgue.

Angélica Roxanna Barrera Mosquera
baangelica@javeriana.edu.co

(COLOMBIA)

   
   

Observé las fotos una por una y me detuve en la que parecía ser tu favorita: la de una mujer. Por el desgaste que presentaba la fecha escrita por el reverso, parece que le pasabas tu dedo por el respaldo cada tanto ¿la acariciabas? Tal vez te daba tranquilidad sentir el papel rozando contra tu rechoncho pulgar.             Todos tenemos una manía que nos distrae de esta macabra broma ¿no es así? Es necesaria, la hace soportable.  
            Dejé las fotos a un lado y miré por la ventana. Necesito un cigarrillo.
            Espero por tu nombre N.N. en cualquier momento una hembrita como las que te gustaba cogerte va a entrar por esa puerta con una carpeta amarilla, su nombre es María ¿o Magdalena? ¿acaso importa? trabaja aquí hace cinco años. Todos olvidan su nombre, pero nadie olvida sus piernas.  
            Recatada y algo puritana entrará y, después de notar el repulsivo olor a cloroformo, optará por tapar su nariz con la bufanda con la que intentaba ocultar sus pechos, dejará la carpeta en una mesa y saldrá, alejándose lo más pronto posible, de este frío infierno.  
            La puerta se abre con un tosco y agudo sonido de desgaste. Un hombre rollizo saluda alegremente. Una decepción. No era lo que esperábamos N.N. El inconfundible hedor a alcohol y órganos en descomposición se le mete al hombre por la boca, pasa por su nariz y llega a los ojos que ahora están irritados por el ardor que siente desde sus fosas nasales, hasta su faringe y que baja lentamente por su garganta haciendo que múltiples secreciones mucosas empiecen a coagularse formando una gran flema. Sus ojos empiezan a llorar, el hombrecito, de no más de medio metro de altura, sale rápidamente mientras tose. Al menos fue un buen espectáculo, pero hubieras preferido a la hembrita ¿no es así?
            Miguel Sandoval, obrero, sin antecedentes, sin esposa, sin familia. Una mísera hoja tiene los registros que contienen toda tu vida y sin embargo, algo hace falta, algo que murió contigo, Miguel.

...

            Un niño de cinco años sentado a las dos de la tarde en la mesa del comedor con un plato humeante de un caldo entre verde y gris mira con repudio la cuchara con la que sabe le van a embutir el desagradable menjurje si no empieza a comer con prontitud.  
            El padre, que llega todos los días a la misma hora silbando con felicidad, encuentra que en su mundo aparentemente perfecto, su hijo indeseado, pero amado por costumbre, no se toma la sopa por cuarta vez en la semana.  
            Suena un teléfono.  
            La inquieta madre, que con dulces palabras trata de convencer al niño de tomarse la sopa, deja la cuchara a un lado y va a contestarlo.
            El niño empuja el plato hacia el borde de la mesa y la sopa cae salpicando su ropa. El niño ríe.  
            El padre se acerca al niño, que lo mira con anhelante felicidad mostrándole sus pantalones mojados, y le grita:
            -¡Agh, chino cansón!-  
            El padre lo golpea suavemente en la cabeza con la cuchara.
            El metal convexo rebota en la cabeza del niño y este empieza a llorar con desesperación, mientras el padre iracundo lo termina de gritar.
            La madre cuelga el teléfono, observa la sopa derramada, la comisura de su boca se tensa y sus labios se arrugan creando una expresión indescifrable. Mira a su marido.
            La madre agarra su bolso y sale de la casa para nunca volver.  
            El niño repite una y otra vez en su cabeza escena por escena lo sucedido como si fuera un rezo: La sopa, su padre, el teléfono, la risa, la cuchara, él y la sopa... la sopa.
            Sabe que su madre se fue por él y por la sopa, Y se lo había advertido:
            - ¡Miguel! tómese esa sopa que cuando no esté yo, ahí si me va a extrañar -gritaba la madre desde la cocina en un tono entre jocoso y serio- Me va a tocar irme si no se come lo que le cocino-. Decía mientras lo miraba fijamente con los ojos bien abiertos.  
            Era entonces cuando Miguel de mala gana agarraba como podía la cuchara y tomaba algunos sorbos.  
            Después de que ella se fuera, su padre la reemplazó en la cocina y, para la mala suerte de Miguel, lo único que sabía hacer eran caldos desabridos y una sopa de ahuyama dentro de la cual era posible clavar una cuchara y hacer que permaneciera parada dentro del tazón, sin embargo, todo lo que le servía el padre, él se lo comía con gusto.  
            Los meses pasaban y Miguel seguía engullendo las insípidas comidas de su padre, esperando que las cantidades exorbitantes de sopa que se embuchaba fueran suficientes para hacer que su madre regresara.
            Después de unos años Miguel dejó de tomar su sopa. Entendió que el motivo del abandono de su madre fue la noticia acerca de la visita constante de su padre al llamado Triángulo de las Bermudas: el prostíbulo más famoso de la ciudad, un prostíbulo que ahora él, como adulto, frecuentaba todos los viernes llevando consigo una serie de fotos, dentro de las cuales destacaba la pequeña foto desgastada de una sonriente y pálida mujer con mirada cínica y una olla espumante a sus espaldas.  
            Así es, Miguel llevaba la foto de su madre a todas sus nocturnas travesías sexuales. Pero no por amor, sino para recordar el asco que le producen la sopa y las putas.
...
            Pensé encontrar en tu nombre, tu historia, pero tu nombre, N.N, no me dice nada; la carpeta amarilla con los registros de tu vida casi vacía, no me responde los porqués; tus fotos, que son lo único que dejaste, no cuentan ninguna historia para mí. Veo detenidamente la foto de la mujer con la olla y podría suponer que fue tu prometida, tu esposa, tu madre, tu abuela o tu hermana, pero sería verdaderamente inútil inventar una ficción en la que tuviste una vida plena y feliz porque lo único que tú, yo y toda la gente que termina en este lugar sabemos es que estamos igual de podridos e igual de solitarios. O ¿eres tú la excepción, Miguel?.

 

     
           
 
 
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