Departamento de Letras
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e-ISSN: 1562-4072
Volumen 7, número 20  / Junio-Junio 2020  
        UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA    
    Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades    

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A la intemperie.

Odeth Osorio Orduña
odeth.ord@gmail.com
(MÉXICO)

   
   

Voy a tararear una canción que está triste
-aclaro es la melodía la que está mustia, no yo,
hablar de mí estaría mal visto,
¡Hay que esconder el yo! Dicen los que saben-
Jenny Bernal, Llevar el aire


I

Empieza el 21 de septiembre a las 18:30. Insurgentes Sur. Col. del Valle. Un edificio frente al WTC. Trabajo de oficina. Tengo una herida cerca del vientre. Operación. La primera. Apendicitis. Fue el 9 de agosto a las 7:30. Un día antes escribía soportes fiscales. A las 2:30 viajé a Huamantla a la plancha metálica. El frío de la aguja en la espalda. A las 9:00 salí con la conciencia a la deriva. O tal vez siempre estuvo así, perdida. A las 10:00 desperté. Morena estaba ahí. Morena es la tía de Héctor. Y Héctor es quien me llevó a Huamantla porque no sabía que tenía seguro. 
            Esta es la crónica de un intruso que llegó a mí como un invasor silencioso. Es una crónica también sobre cómo lo descubrí. Sobre cómo se apropió de mí. No. Es una crónica sobre la anormalidad, sobre su normalización y naturaleza. También es una crónica del rechazo. Porque su intrusión ocasionó que fuera a formar parte de los otros. De los enfermos. Enferma. No es un proceso de dignificación de su llegada. Perdón. Es un testimonio. Para entenderlo. Para verme sin dejar de extrañarme. Para verlo sin dejar de extrañarme, sin que se extrañe porque aparezca cada vez con menos cabello o más delgada. 
            Pero todo empezó el 21 de septiembre a las 18:30. Me picaba la herida del apéndice. Cinco centímetros. Me dolía, me picaba. Es normal. Sanará con el paso del tiempo. Pero todo empezó el 21 de septiembre a las 18:30 cuando me hablaron por teléfono. Una enfermera de la clínica 28. Unidad de Medicina Familiar Gabriel Mancera y San Borja. 
            Señorita. Sus resultados están listos. Necesito que pase por ellos. A las 18:30. Resultados de muestra para el Papanicolaou. A las 18:30 dejé de escribir soportes fiscales. Persona física. Soportaba un millón para una persona física. Escribía ocho horas para una persona física para soportar un millón antes de salir a las 18:30. Entonces llegué a la clínica. Sus resultados salieron anormales. Tiene que ir a ginecología para que le hagan otro examen. 
            Instrucciones. Si no lo hace ahora que su cuerpo se lo demande. Lo demandó. Saque cita con su médico familiar. Pida un pase para ginecología. Luego vaya a que le hagan un examen. Allá la canalizan. Pero es buen diagnóstico. Está a tiempo. Se puede curar solo, pero necesita otro examen. Es joven. 
            Así empezó el 21 de septiembre a las 19:00. En medicina preventiva. Sentada en la única silla que había en el consultorio. Rodeada de carpetas verdes y papeles apilados. Papeles apilados que eran otros resultados. Otros diagnósticos. De otras. Mejores que el mío. Tal vez no. Diagnósticos no narrados. Me dieron una hoja con nombres médicos. Displasia nivel III. Células anormales. Bacterias. Salí del sótano y subí al primer piso. Control 1. Consultorios. Control 2. Unifila 3. Consultorio. 22. 19:10. Ya no estaba la asistente. Tampoco había enfermos. Un niño y su papá esperando. La clínica estaba vacía. No había mujeres jóvenes lidiando con un diagnóstico de células anormales en el útero. Las luces de la clínica se apagan más allá de las 21:00.  La asistente se fue antes. Antes de las 19:00. También me fui a casa. 
            Medicina preventiva. Otras vigilancias. Había ahí otros diagnósticos que formaban el 25.7% de los diagnósticos con cáncer. El cérvicouterino es ocasionado por el VPH. O porque Dios lo quiso. Es una prueba. Para ser más fuerte. Falta de cuidado. ¿Fuma? ¿Toma? ¿Cuántas parejas sexuales ha tenido? No es necesario tener muchas. Con una vez que haya tenido relaciones sexuales sin condón es suficiente. No es cuestión de confianza. Es cuestión de cuidado. Su pareja puede tener otras relaciones. Todos los hombres son portadores. Pero es joven. 

II

No es cáncer. Son células anormales. Así empezó la espera después del 21 de septiembre a las 18:30. La parte más devastadora de la enfermedad. Esperar. En la oficina pedí permiso para ir a consulta. En la oficina. En el trabajo, porque aquello no era una oficina. Era un sitio donde nos embotan a todos: redactores, diseñadores, ingenieros industriales, matemáticos, contadores. Un sitio. Para hacer soportes fiscales. Ese día pedí permiso para dejar de hacer soportes fiscales. Fui a la clínica 28. Me dieron el pase. Esperé sentada para que me dieran el pase a ginecología. Esperé una hora. Consultorio 22. Me tocaba turno después de una señora de unos sesenta años que esperaba la consulta. Eran las 17:00. Tengo el turno vespertino. La señora entró, pero tardó cuarenta minutos en salir. La vi pintarse los labios de rojo antes de entrar. El médico tenía mi edad. Me dio el pase. 
            Es un diagnóstico temprano. No se puede decir nada hasta que se tengan los resultados. Entonces no es cáncer. No se puede decir nada todavía. Pero me hago revisiones cada año, ¿por qué no se vio esto antes? Puede ocurrir en cualquier momento. Pero es un diagnóstico temprano, ya le dije. Mientras más pronto se trate, mejor.  
            Instrucciones: Vaya con la señorita. Dígale que le dé una cita. Tiene que ir a Ginecología. El doctor tenía mi edad, pero apenas me reconocí igual. Sus preocupaciones no estaban ahí. Tampoco me miró. Escribe en su computadora HP. 
            P: FEM de 29 años acude para revisión de Papanicolaou del 21 de agosto de 2018 resultado NIC3. Asintomática genitourinarios…AGO: Menarca a los 12 años M ritmo regular 28x3, G cero, IVSA 19 años. EF: Alerta, orientada, tranquila, en buenas condiciones generales, abdomen con cicatriz de herida quirúrgica en FID de aprox. 5 cm de apendicetomía. 
            Estaba seguro de que era un diagnóstico temprano. Lo repitió cuando le pregunté si aquello que decía el papel era peligroso. Él no lo sabía, pero decir que era temprano, era tormentoso. No es invasor. Es bueno. Había que esperar. Esperar lo hacía ya real. Tan real que afectaba toda tranquilidad que uno tuviera. Me dio el pase. Salí. Afuera seguían esperando consulta. Un padre con su bebé en brazos. Tal vez esperaban a la madre con otro diagnóstico irregular. Células anormales. Poblamos el mundo. Células. Así nos narran los diagnósticos. Anormales.
            No sé por qué le dijo eso el doctor. Aquí no se le puede dar la cita. Tiene que ir a la clínica cuatro de ginecología y allá le darán la cita. Tiene que llevar su carné y el pase. Tiene que ir en la mañana. Tiene que ir antes de las siete. Tiene que ir. ¿sólo tengo que llevar esto? Sólo eso. Tiene que ir a ginecología. No sé dónde está, pero tampoco pregunté. Gracias. Me fui a casa. Saqué a pasear a Lucio y volví a pedir permiso para dejar de hacer soportes fiscales por un millón para personas físicas para ir a Ginecología. No me lo dieron. Había entrega urgente. Pedí permiso la semana siguiente. 
            También pedí otro diagnóstico. Uno más costoso. Después pedí el permiso. Me lo dieron. La clínica estaba a cuarenta y cinco minutos de casa. Tomé el metro. Esperé media hora a que llegara el tren. Esperé en una fila atrás de una señora que cargó a su hija en brazos. Parecía de cinco años. Para que nos den el lugar, le dijo. Se lo dieron. 
            Viajé hasta la estación Copilco entre el guateque de la mañana, entre maquillajes, polvos y perfumes. También entre uno que otro libro. Canción de hielo y fuego. Leí el primer libro. Nada que me emocionara. Nada como la serie, de la cual también perdí el gusto después de la primera temporada. Perdí el ritmo de esas narraciones. Mis lecturas se volvieron más lentas. Las hacía en hospitales. No. Clínicas. De ahí eran mis lecturas. No había tiempo para Canciones de hielo y fuego. No se podía vivir afuera. Por eso mis lecturas se volvieron más lentas. Llegué a Copilco entre canciones y una mentada por estorbar en la puerta. El tren fue lento. La ruta también. Bajé una parada antes. No me fijé. Caminé. 
            Llegué quince minutos tarde. Control central. Había fila. Una fila. Llegué tarde. Tres mujeres delante de mí. No pasaré. Control cierra a las 19:00. Llegué. Entregue el carné de citas. Señorita. Sus papeles. ¿Papeles? ¿No le dijeron? ¿En su clínica no le dijeron? ¿Papeles? Volví a entregar el carné. ¿No le dijeron? Una mujer atrás de mí golpeaba el piso. Estaba confundida. Estoy confundida.
            Instrucciones: Tiene que regresar a su clínica. El médico familiar le dará el pase. Vaya a Dirección. Necesita un sello de dirección. Regrese a su clínica. Pida una vigencia de derechos. Vuelva aquí. Tiene que regresar a su clínica. ¿Entiende? Así no. Tiene que ir a dirección por el sello de pase. El médico familiar le dará el pase. Y vuelva. 
            No me dieron la cita. Volví. Regresé a casa. Desistí de la clínica. Llamaron del otro diagnóstico. Otro. Igual. Anormal. Células anormales. Aún no soy una enferma. Solo anormal. Célula anormal. Volví. Pedí permiso para dejar de escribir soportes fiscales otra vez. Me lo dieron. Hablé. Tuve que hablar. No saben si es cáncer. Sólo células anormales. Tengo que ir. Me dieron el permiso. Volví.
            No hay médico en el consultorio 22. Pidió ser transferido. No hay médico. Tengo que ir a ginecología. No hay médico. Vaya a unifila. Tiene que pedir una cita. La atenderán en otros consultorios. Necesito un pase. No hay médico en el consultorio 22. Deje su carné. Siéntese. En unifila le darán cita. Dirán su nombre. Necesito un pase. No hay médico en el consultorio 22, pero le atenderán en otro. Yo le llamo. Siéntese y espere. 
            Esperé. Otra vez. Esperé. Me llamaron. Un doctor. Diferente. De mi edad también, pero diferente. Preguntó. Respondí. No tenga miedo. Es joven. Me dio el pase. Vaya a dirección. Ahí le dan el sello. Pida constancia de vigencia. Tiene que formarse. No tenga miedo. Es un buen diagnóstico. Fui a dirección. Me dieron un sello. Pusieron el sello en el pase. Vaya a formarse para que le den una constancia de vigencia de derechos. Y puede ir a ginecología. ¿sabe dónde está? Sé dónde está. Me formé. Me dieron la constancia. 
            Llegué en metro. Bajé otra vez en Copilco. Tomé la ruta. ¿A qué viene? ¿Primera vez? Suba por las escaleras. ¿Sabe dónde está control central? Tiene que ir por el pasillo junto al comedor. Verá el archivo. Pase archivo. Suba las escaleras. ¿Sabe dónde es? Sé dónde es. Control central. ¿Y la copia de su identificación? Tiene que traer copia de su identificación. ¿No le dijeron en su clínica? Es para su expediente. Tiene que traer una copia. Afuera sacan copias. A dos pesos la copia. Traiga una copia de su carné también. Es para su expediente. Tiene que traer las dos copias. Está en los requisitos de primera vez. ¿Es de primera vez? Soy de primera vez. Fui por mis copias.
            Control III. Ya había personas. Muchas. Mujeres. Mujeres jóvenes, unas cuantas. Acompañadas por otras mujeres. Otras iban solas, como yo. Otras iban con otros hombres. Sus parejas. Familia, para resumir. No me sentí cómoda. Tomé un lugar en las sillas y saqué un libro. Primera silva de sombra. “Y ese lugar al que volvemos creyendo que nos vamos”. Era un epígrafe de Principio de incertidumbre de Jorge Fernández Granados. En ese momento no sabía qué en el mundo era ese principio.  Me tocó entrar al consultorio 14. Pensé en comprar el libro cuando me llamaron. Una mujer de unos cuarenta años dijo mi nombre. Salía, sostuvo un poco más de tiempo la puerta hasta que me levanté pensando en comprar el poemario de Jorge Fernández. Guardé el libro de Eduardo Ruiz Sosa en la bolsa. La señora soltó la puerta antes de que llegara. No pude darle las gracias.

III

Señora. 
Siéntese. 
Tengo treinta años. Apenas me considero una mujer adulta. No me reconocí en el llamado. No porque desaprobara la palabra señora. La doctora no me miró. Señora. Me llamó señora. Era una doctora y un residente. Señora. No pude reconocerme. Me sentí extraña. Estaba siendo otra. Ajena. Estaba a punto de cruzar la línea. Viene porque le detectaron displasia grave. Estaba a punto de volverme otra. El consultorio era pequeño. Más pequeño que el de medicina familiar. Consultorio 22. Enferma. Sus resultados fueron anormales. 
            Tecleaba algo en su computadora. No sé qué. No me preguntó nada. La miré todo el rato. A ella y al residente. Sonrió. Me dijeron que fuera con vestido, sin mallas. Y sin menstruar. Temía no dejar de sangrar para entonces. Vamos a hacer otro análisis. No llevé vestido, ni faldas. Una biopsia. Llevé un pantalón, unas botas. Y una cara que estaba a punto de dejar de ser la mía. Pase. Quítese la ropa de la cintura para abajo. Póngase la bata. Se amarra atrás. Cuando esté lista súbase. El enfermero nos avisa. 
            Señora. Y volví a pensar en el poemario de Jorge Fernández Granados. Pensé en que aquello era una terrible coincidencia. Pensé en no comprarlo cuando me quitaba los pantalones. En secreto temía reconocerme entre los versos de fantasmas defraudados. El enfermero dijo que podía dejar mi ropa en la silla junto a la camilla. En secreto obvie que yo no era un fantasma, pero seguía rondando por la memoria de las cosas. 
            Instrucciones: Suba. Ponga los pies aquí. Baje más la cadera. Relájese. Aviso al doctor. Relájese. Doctor. Miré el carrito de servicio. Lo vi. Pondré el espéculo. En la pantalla podrá ver su útero. Vamos a ver cómo está. Entró el espéculo. Encendió la pantalla. 
            Pondré una solución. Sentirá frío. Miré la pantalla. No se veía nada. Va a arder un poquito. Volví a pensar en el poemario de Jorge Fernández Granados. Tengo que limpiar. Sentí el ardor. Hay mucho flujo. Un escozor que parecía me dejaría una herida. Va a pasar. Volví a mirar la pantalla. Otra vez nada. Voy a limpiar. Hay mucho flujo. Miserables los dispersos. Así va uno de los poemas de Jorge Fernández que terminé por comprar a pesar del miedo que tenía de verme reconocida. Si lo hubiera comprado antes. No habría ido a la revisión.
            Vi la pantalla. Pondré otra sustancia. Había manchas rosas y mucho brillo. Para distinguir mejor, pondré otra sustancia. Arderá. Y hasta ahí había que llegar a buscar el rastro del invasor. Hasta su génesis de raspadura y escozor. Habló a la doctora. Volveré a poner la sustancia para limpiar. Miré la pantalla. Hay mucho flujo. Vi manchas blancas. Volvió a arder. 
            Instrucciones: relájese. Baje la cadera. No haga presión o el espéculo se desajusta. Va a pasar. Doctora. Relájese. Hay mucho flujo. Necesitamos limpiar o no podremos sacar la muestra. Respire. No es nivel III. Relájese. Doctora. Hay mucho flujo. Limpiaremos para tomar la muestra. Es grave. 
            Sentí una punzada en mi herida. La que cargo en el abdomen. Pensé en Eduardo Ruiz Sosa. No. Pensé en el libro de Eduardo Ruiz Sosa como si Eduardo Ruiz Sosa no lo hubiera escrito. Como si fueran mis narraciones. Narraciones de mi vida. Como si fueran la ventana a otros diagnósticos. La herida es el límite de lo que rodea. El límite de todas las cosas que no caben dentro de sí mismas. Me duele. Dejé de pensar en el libro de Eduardo. Una manifestación del tiempo. ¿Es malo? Pregunté mirando la pantalla. Una desesperada y furiosa necesidad del tiempo. Esperemos hasta los resultados. Pero ¿es grave? Doctora. Esperemos a los resultados. Hay mucho flujo todavía. No puedo tomar la muestra. Limpiaré. Pero me duele. Pudo ser la herida o la sustancia. Arderá. Advirtió. Los vi mirarse. Doctora. Va a sentir un poco de dolor, como un cólico. Será leve. Dolió mucho. 
            Instrucciones:  Relájese. Quitaré el espéculo. Descanse un poco. Atrás hay toallas. Puede limpiarse. Vístase y la esperamos al otro lado. Avise al enfermero. Cuando esté lista. 
            Volví a recordar el poemario de Jorge Fernández Granados. Pensé en no comprarlo. Me senté frente al pequeño escritorio. Con el ardor y las punzadas danzantes. Señora. Miré sin sonreír. Quería advertir que señora no me correspondía. Resultó ridículo. Anotó mi nombre. Preguntó datos. Confirmé datos. Escribió en su computadora. Me entregó el carné de consultas. No dijo nada. No dijeron nada. Me comía la duda. Me devoraba toda desde la herida. Me aturdía. 
            Instrucciones: Pase a Control III. Pida su cita. Será en un mes. Como por marzo. Para resultados. ¿Pero todo está bien, vieron algo mal? Vaya a control III. Esperemos a los resultados. ¿Tiene pareja? De todos modos, si no tiene, tómese esto. También use estos óvulos. Tiene mucho flujo. Es mala señal. Siga el tratamiento por siete días. Y su pareja también. Si tiene pareja. Es importante. Pase a Control III. Pida su cita. En control III. Tiene que ir.
            La doctora olvidó decirme que es un diagnóstico temprano. Olvidó decir que soy joven. Dijo que eso era todo. Eso fue todo. Con la punzada de la herida fui a Control III. Me dieron una cita en un mes. Eso es todo. Dijo la asistente. Fue todo. Recordé el Principio de incertidumbre. Me dolía la herida. Empecé a reconocerme como uno de esos fantasmas. Todavía no como una ajena. Aún no como una enferma. Pero estaba en los límites. Fui a casa. Estaba a punto de cambiarle la cara al mundo. Fui a casa en metro. Estaba a punto de que el mundo me viera con otra cara. Con la herida punzante. Como si fuera a romperse. Rota. Otra vez. Como una vez que se abrió. Ella sola. Subí al metro. Llegué a casa. Dormí.

IV

El seguro social a veces se equivoca. Un día le dijeron a mi tía que tenía cáncer de mama. Pero fue a hacerse otros estudios. Privados. No tenía nada. Debe ser una infección. No es nada. Yo las tengo todo el tiempo. Es molesto. Usa los óvulos. No es nada. El seguro social se equivoca. A veces es muy malo. A mí casi no me gusta. Esperas mucho. Se te quita. Muchas de esas cosas se quitan solas. Es molesto. Pero usa los óvulos. Yo usé las anticonceptivas mucho tiempo, dijeron que eran buenas. Soy irregular. No resultaron bien. Meterse hormonas nunca resulta bien. Estarás bien. Pide otro diagnóstico. 
            No pedí otro diagnóstico. Porque también había que esperar. Volví al trabajo. Volví a sentarme ocho horas. Volví a escribir soportes. Esperé. Principio de incertidumbre: “algo aguarda dentro de nosotros/ hasta ese día del encuentro/ con la maniobra que ya no es nuestra/ sino inescudriñable jugada en el juego/ del azar hecho ajeno el incierto/ dios del que surgimos/ o sencillamente el juego donde marcha/ secreto desbocado alerta/ lo único que nos distingue de los muertos:/ este corazón jugando.” Me faltaba estar del otro lado. Aún me faltaba ser ajena para saberme aquí. 
            En México el cáncer cérvicouterino es la segunda causa de muerte en mujeres. Cérvico uterino. Cáncer que se forma en los tejidos del cuello uterino. El órgano que conecta el útero con la vagina. ¿Tienes cáncer? Por lo general es un cáncer que crece lentamente. ¿De qué te dio? Puede no tener síntomas. ¿Útero? La causa del cáncer de cuello uterino es casi siempre por infección con el VPH. ¡Que te quiten la matriz! Mejor quitarlo todo de raíz. Pero no lo arranqué todo de raíz. Desconozco su exacta naturaleza. No sabía lo que era. No sabía por qué llegó a mí. Solo sabía dónde estaba. En el útero. Crecimiento anormal. Células anormales. Se estaba apoderando de mí mientras esperaba. Esperaba sin poder arrancarlo de raíz porque debía esperar a los resultados. 
            Es de comportamiento desbocado. Su objetivo es atajar su avance antes de que desarrolle inmunidad a los fármacos. Tiene la habilidad de multiplicarse. Va más rápido que nosotros. Que los otros. Las células sanas. Se apropia de todo. Donde quiera que se agazapa, busca sobrevivir. No piensa qué va a hacer en unos meses. Sobrevive. Evoluciona. Nada tan básico como evolucionar. Nada tan apropiado como evolucionar. Y cruzar la línea. La condición genética hace que el cáncer adquiera cierta confianza para el reconocimiento del cuerpo. No parece que haya cosa que me conozca mejor, lo que sea que esto signifique. Tal vez la incertidumbre por mi identidad ya era un síntoma. Haber terminado en la plancha por apendicitis era el signo exacto de que el cuerpo (re)sentía. 
            La piel cosida de la herida volvía a estirarse. Una punzada prolongada hacía que me doliera. Es normal. Se irá con el tiempo. Tarda en sanar. Puede tardar años. Son muchas capas de piel, primero sana una y luego la otra, así hasta que sanen todas. Hasta que sanen. Entonces podrás hacer tu vida normal. Volverás a estar sana. Es temporal. Es el tránsito. El cáncer es transitorio también. Ahora hay mucha investigación. Estarás bien. 
Ahora se le conoce mejor. Yo no lo conocía. Yo sólo sabía que estaba en la frontera. A punto de cruzar la línea. Dejar de estar sana. La herida en el abdomen me llevó al filo de lo enfermo. Al espacio del cuerpo mutilado. Cosido. No era enferma. Aún no me volvía ajena. Aún era yo, lo que sea que fuera Yo, aún lo era. Pero seguía esperando. Afectada por la espera. Como célula anormal propagándose. Esperaba los resultados.

V

El ser humano es un biosistema dotado de muchas propiedades biológicas (emergentes). Humanizante biosistema. Sano. Confiaba que lo era. ¿Cómo te sientes? Mi madre sospechaba de mi debilidad biológica. ¿Qué has pensado? Me hizo usar plantillas y zapatos ortopédicos durante seis años. ¿Tomarás el tratamiento? Un día la instructora de ballet le dijo que no podía hacer la primera posición porque tenía el pie plano. ¿Tienes miedo? Tenía un bulto de grasa en la planta del pie. ¿Qué sientes? Mi madre tenía uno en la cabeza que le comió la vida de a poco. Estoy enferma. 
            Como a mi madre, me llamaron de la clínica. 10:35. Como a ella, me dijeron que era urgente. Tenemos sus resultados. Como ella, me negué a sentirme enferma. Tiene que venir por sus resultados. Como mi madre, fui sola a escuchar el diagnóstico. Tiene una lesión. ¿Qué vas a hacer? Presiento que, como yo, habrá sostenido con más fuerza el libro entre las manos, intentando que no soltarlo por el sudor de las palmas. ¿Qué carajos es una lesión?
            Pero soy joven. La doctora empezó a escribir en su computadora. Pero es joven. ¿Qué tengo que hacer? Me dio instrucciones. Vaya a Control III. Abandoné la frontera. Me dio instrucciones para enfermas. Tiene que pedir una cita. Es grande. Tiene que pedir una cita en control. Tiene que ir con la ginecóloga-oncóloga. ¿Me van a operar? No es opción. ¿Qué hago? Tómese esto. Pero vaya a control, pida una cita. Verán su expediente. Entrará a tratamiento. Pida una cita. Tiene que hacerlo. Tendrá quimioterapias. Puede ser sólo radioterapia, depende de la doctora. Tiene que ir a control para pedir su cita. Es urgente. Fui a control.
            13 de marzo a las 8:00. Venga bien desayunada y acompañada también. ¿Es todo? Es todo. Me dieron el carné. Fue todo. Tenía una lesión. Me sudaban las manos y dejé de leer todo el día y al día siguiente y al otro y al otro también, porque todos los libros se me resbalaban por el sudor. Tenía una lesión que no podían operar. En la farmacia pedí mi receta. Fui a casa. Viajé en ruta y luego en metro. Lucio me recibió como de costumbre, moviendo el rabo y saltando, esperando su paseo. Tengo cáncer, Lucio, recuerdo que le dije. No sé cómo quitármelo de encima. ¿Tienes miedo? Sólo no quiero que me duela.

VI

El organismo humano es un sistema complejo. Posee una estructura jerárquica, organizada.  Células. Neuronas. Macrófagos. Fibroblastos. Células sinoviales. Neuroglia. Células de Schwann. Neumocitos. Órganos. Corazón. Pulmones. Cerebro. Cerebelo, Glándula tiroides. Glándula Pineal. Sistemas. Nervioso. Digestivo. Locomotor. Endócrino. Inmunológico. Pero, además, el biosistema humano produce un espacio emergente especial. Memoria. Algo, una bacteria quizás, se la negó a mi madre. A mí, un virus, me la incrustaba en el cuerpo y se extendía. 
            Instrucciones. Viene porque tiene cáncer. No operable. ¿Entonces, sí es cáncer? Preste atención. Tiene que venir a quimioterapias y radioterapias. ¿Es muy grave? Con esto vaya a laboratorio a que le den una cita. Necesita más estudios. De sangre. Vaya al sótano. Vaya a laboratorio para que le den cita. Después vaya al archivo. Pida su expediente. Aquí no los traen. Tiene que ir por él. 
            Reporte histopatológico. Tamaño tumoral. Grado. Extensión tumoral. Profundidad de invasión. Patrón de invasión. Invasión al espacio linfovascular. Estado del margen. Estado ganglionar. Sitio y número de ganglios afectados. Presencia de enfermedad. Invasor. 
            ¿Por qué no me pueden operar? Tenga lista su identificación. Saque copias. ¿Por qué quimioterapias? No me escuchó. ¿Por qué tengo lo que tengo? Tiene cáncer. Dijeron que es una lesión. Señora. Otra vez. Es cáncer. Pero estamos a tiempo. Si no quiere el tratamiento entonces se muere. Nadie quiere morir. ¿Duele? Es como un resfriado. Tendrá un tratamiento. Sueros y sustancias. Náuseas y temblores. Vómitos y llanto. Tal vez, algunos descansos; un par de días, para recuperar fuerzas. Luego de unos meses, todo será normal. 
            Normal. Sí, normal. Estará de vuelta al mundo de los vivos. Señora. No. Paciencia. El tratamiento puede ser largo. Lo ha sido.  Largo y solitario. Anímese. Me dolía la cabeza nada más escucharla hablar. Reúna a sus familiares y amigos. Que la acompañen. Vaya a laboratorio. Saque una cita. Urgente. Saqué una cita. Dos semanas después. Venga en ayuno de ocho horas. Deje de comer grasas doce horas antes. Venga acompañada. Que me acompañen. Llegué sola. También salí sola del estudio y de la primera quimioterapia. Seguía sin saber qué pasaba. 
            Siéntese. Junto a mí estaba una señora de unos cincuenta años. Puede poner ahí sus cosas. Me vio. Póngase la bata. Me sonrió. Se amarra atrás. Tenía un catéter. Sentirá un piquete. No dolerá. ¿Cervical? Preguntó la señora. Sentí el piquete. Pasa rápido, dijo. Ni lo sientes. ¿Qué viene ahora? Pregunté, pregunté y pregunté. Estará bien. Puede hacer su vida normal. Es como un resfriado. Sentirá mareos, luego se irán. Nada estaba bien. Estaba en el lugar de tránsito, fuera del mundo de los vivos. La señora de cincuenta me miró otra vez. No tengas miedo. Eres joven. Vas a vivir. No tengo miedo. Mi hija también tuvo. Soy joven. Tenía tu edad. Te ves muy joven. Soy joven. A mi hija se lo pegaron. 
            Recordé a mi madre. Aquí a todas nos lo pegan. Decía que una perdía pronto el derecho a llorar. A mi hija se lo pegó su esposo. Cuando tu mundo se venga abajo no pienses en el pasado. La maltrataba, tenía parejas, muchas, la maltrataba; denunciamos, pero perdimos. Pensé en mi invasor. A mí también me lo pegó mi esposo. ¿Tienes esposo? Pensé otra vez en mi madre; en que mis rasgos cansados y marchitos de tanto resistir, de no querer marcharse, empezaron a parecerse a los suyos. ¿Entonces tienes muchas parejas? Enfrentó sola la levedad de su memoria. ¿Tu pareja tiene parejas? Decía que cuando sólo quedaran las arrugas de la frente, expresiones perdidas y cansadas de nuestras pasiones incumplidas, no había que llorar. Pero la familia da fuerzas, a mí me la dan mis nietos y mi hija. Bueno, también Dios. ¿A ti? 
            Mi madre decía que una perdía pronto el derecho a llorar; que cuando el mundo se me viniera abajo no tenía que pensar en el pasado; cuando sólo quedaran las arrugas de la frente, expresiones perdidas y cansadas de nuestras pasiones incumplidas, no había que llorar. Porque en el dispar del caos que te rodea es difícil saber cuál de todos los llantos que escuchas es el tuyo. Así es como se siente estar sola. Esto es todo lo que podemos llamar nuestro.  Carne, sangre, hueso.
            Y así es, como tú dijiste que sería.
            Instrucciones: Levántese despacio. Espere en la sala al menos una hora. Vaya con su carné a Control. Pida su próxima cita. ¿La espera un familiar? Venga acompañada. Es importante. No se vaya hasta que el mareo se haya pasado. La próxima cita, desayune bien. No puede tener las defensas bajas. Si viene enferma, no se le suministrarán fármacos. Vaya a control por su cita. Su salud es su responsabilidad. 

Vigilancia epidemiológica del cáncer cervicouterino: citología. 2018.

 

     
           
 
 
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