Departamento de Letras
Departamento de Estudios Literarios

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e-ISSN: 1562-4072
  Volumen 7, número 19 / Enero-Junio 2020  
Revista electrónica semestral
de estudios y creación literaria
    UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA    
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades    

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Témele al Silencio

Serenata

Tierra Favel

 

Prólogo
La siguiente aventura obedece al final de una partida de juegos de rol (de pluma y papel), que tuve con algunos amigos, en sistema d20 y en el universo de WOD Monte´s Cook. El personaje de Medianoche o El Hombre de Medianoche, vio la luz durante la FIL del 2015 con la Editorial Paraíso Perdido, en el compendio de cómics GDL474 Guadalajara en la Narrativa Gráfica. Como el rol me ha parecido hasta el momento una excelente herramienta de creación, decidí meter a El Hombre de Medianoche o Medianoche, al juego como un personaje más, convirtiéndolo en un mago. Por ese momento perdió parte de sus características para ajustarse al universo del rol, y en esta historia las volverá a retomar. Al terminarse la partida de rol, tras una serie de peleas, los personajes debieron huir tomando cada uno su propio camino, quedando juntos mi personaje y el de otro jugador. El final me gustó tanto, que decidí retomar la historia desde allí, justo en el momento en que huían de la destrucción, para unirlo a un universo más grande en el que he estado trabajando.
             El segundo personaje principal de este relato, Avery, pertenece a otro de los jugadores de la mesa de rol. Como durante la historia se desarrolló una relación entre este personaje y El Hombre de Medianoche, decidí incluirla en la historia, con permiso de su creador.
             Es así que presentó el primer capítulo de una futura novela o antología: Témele al Silencio, Serenata.

 

Capítulo I

Portales

La destrucción se cernía sobre la zona metropolitana de Guadalajara, la ciudad volaba pedazo a pedazo envuelta en una energía purpura que desprendía las piedras de sus muros y la cantera de lo que alguna vez fueron sus edificios históricos. El epicentro de la destrucción se cernía en el centro de Zapopan. Avery y Medianoche contemplaban como el torbellino de nubes púrpura crecía cada vez más detrás de las torres de la Basílica de Zapopan.
             Medianoche sabía que era momento de partir de ese mundo que no era el suyo, regresar a casa. Había acudido para salvar el alma de Eleazar, este le había llamado momentos antes de su muerte, su alma ya estaba con él, pero ahora Medianoche no estaba sólo, Avery, la exsoldado, lo acompañaba. Rogó en lo más profundo de su corazón que la exsoldado quisiera venir con él, que no decidiera quedarse pues eso era una muerte segura.
             Cuando una de las torres de la Basílica comenzó a desprenderse, Medianoche sabía que debían huir ya, alejarse ya. Convocó a su corcel pensando en que sería la última vez que tendría ese poder, él no podía invocar caballos en su universo. El imponente frisón apareció delante de ellos, subió ágilmente al lomo del animal y acto seguido le tendió la mano a Avery, para que montara junto con él, su corazón se tranquilizó cuando la exsoldado tomo su mano para montar sobre la grupa, medianoche sintió una secreta alegría, para él, el sentir los brazos de Avery alrededor de su cintura, mientras ella se sujetaba con fuerza para no caer, se había transformado en una fuente de placer, y por fin, en ese breve instante se confesó así mismo que sí, la exsoldado le gustaba, sentía amor por ella y una atracción que iba más allá de lo puramente físico, como le sucedía con Eleazar, a quién ni siquiera llamaba por su nombre.
             Eleazar era Centauro, pero ella era: Avery…

El caballo salió al galope en dirección hacia lo que quedaba de Bosque los Colomos, mientras detrás de ellos la energía púrpura del finado enemigo se expandía, a medida que se alejaban Avery pudo apreciar como las dos torres de la Basílica de Zapopan se venían abajo en un estruendo de polvo y destrucción. La bola de energía púrpura crecía destruyendo todo a su paso, llegaron al puente peatonal que unía Zapopan y Guadalajara, en cuestión de minutos, doblaron hacia la derecha en dirección Oeste, detrás de ellos el caos y una luz purpurea lo invadía todo, escucharon como el puente se desmoronaba detrás de ellos. Mientras Medianoche se concentraba en encontrar el punto exacto en donde se encontraba la puerta, Avery podía ver, como en cámara lenta, como el pavimento era levantado, como las casas explotaban en fragmentos, los troncos de los árboles muertos del camellón de Patria eran arrancados de tajo a medida que ellos huían de la destrucción azotados por un feroz viento.
             Por fin, Medianoche localizó el punto exacto, a lo lejos pudo ver los dos pinos que formaban la puerta, ya muertos, pero aún de pie, se llevó la mano al cuello, tocando su amuleto para realizar el hechizo de invocación, pero entonces, una idea asalto su mente, sí abría el portal directamente hacia su ciudad, esa energía púrpurea también entraría a través de él y retenerla sería si no imposible, si extremadamente difícil, causaría una gran destrucción antes de que él pudiera contenerla. No tenía mucho tiempo para pensar, mirando los dos árboles muertos decidió abrir el portal hacia un mundo en donde hubiera muerte, un mundo en donde esa fuerza púrpura no pudiera destruir nada. Conjuró el portal convocando el espíritu de los árboles muertos, se los llevaría consigo para posteriormente regresar a su mundo. Avery escuchó como los árboles comenzaban a rugir y observo dos luces azules que se dirigían hacia Medianoche, él las tomo con la mano derecha para acto seguido ponerlas dentro de su boca.
             Con un segundo movimiento, ejecutado esta vez con su mano izquierda, transmuto el piso por donde su corcel corría, convirtiéndolo en un puente que los guiaba directamente al portal, Avery contemplo como los troncos muertos se retorcían, creciendo rápidamente en grotescas figuras negras, calcinadas, sin hojas y de puntiagudas ramas, el puente por el que el corcel galopaba, creció hasta cruzar entre los dos pinos, la puerta se abrió…
             Delante de ellos se habría un paraje coronado por una imponente luna llena que destacaba sobre un cielo rojo de negras nubes, a los lados mortecinas laderas coronaban el terreno de un campo de batalla, una maraña de seres luchaban escarnecidamente entre ellos levantando gruesas nubes de polvo y sangre, a su espalda la energía púrpura de amenazaba con devorarlos.
             Ya no había tiempo para cambiar de rumbo. Medianoche fustigó al caballo para que este no disminuyera su galope, el animal saltó, pasando entre los árboles con un atisbo de temor en sus ojos, al cruzar ambos sintieron como el tiempo se ralentizaba, como los pinos negros se mecían, crujiendo en una agónica canción de ramas calcinadas, el polvo que el caballo levantaba con sus patas parecía ir en cámara lenta, a Avery le recordó al agua de aquel río, cuando ella y Medianoche cruzaron hacia el Mictlán montados sobre el mismo corcel. En cuanto las patas delanteras del caballo tocaron el nuevo universo, el tiempo regresó a la normalidad.
             Pero… el lugar al que los espíritus los condujeron no era lo que Medianoche esperaba…  
             Gritos, chocar de espadas, ir y venir de criaturas humanoides o humanas enfundadas en túnicas, otras con armadura, algunas otras, de casi dos metros de altura y con un único ojo en medio de su negra frente, cercenaban la cabeza de algún combatiente de un único golpe. Se veían jinetes montando criaturas robóticas. A lo lejos había fuego, bosques quemándose, Avery y Medianoche pudieron oler la muerte y entonces él comprendió porque los árboles los habían llevado a ese lugar.
             Se encontraban en medio de una batalla, guerreros enmascarados peleando en contra de criaturas de aspecto humanoide y de gran estatura. Medianoche no podía prestar mucha atención a su alrededor, él sabía que debían seguir avanzando, detrás de ellos la energía púrpura se colaba por el portal abierto, los enormes pinos negros que formaban la puerta crujían mientras eran destruidos por ella, los combatientes que luchaban encarnizados al verse dentro del alcance de esa fuerza extraña, terminaban literalmente desmembrados, era como si al atravesar el umbral, la fuerza púrpura que quedaba se transformara en algo distinto, una pesadilla que despedazaba a todo lo que tocaba.
             Medianoche sujetaba con fuerza las crines del caballo con su mano izquierda, el corcel galopaba sin detenerse, a veces saltando a los muertos, otras veces embistiendo directamente a los que luchaban, era un animal fuerte, por eso Medianoche había elegido esa raza en particular, un caballo que fue llevado alguna vez a la guerra. Con la mano derecha, se arrancó un mechón de cabello, acercó su palma a su boca y al abrirla soplo como quien lanza un beso al aire. Avery pudo ver como los espíritus salían de la boca del mago en un soplo de vida color azul que al mezclarse con su cabello castaño se tornaba de color verde, formando dos pequeñas esferas que, cuál semillas llevadas por el viento, se posaron varios cientos de metros más lejos, donde se hundieron en la tierra y comenzaron a crecer, con una rapidez increíble, nuevos pinos, pero esta vez eran árboles vivos, no muertos. Medianoche cambio la dirección del caballo hacia donde crecían los nuevos árboles, debían dejar ese lugar antes de que la energía púrpura arrasará con todo.
             Avery, pudo ver como uno de los combatientes de gran tamaño se acercaba a ellos por la izquierda, no montaba bestia alguna y sin embargo se movía a una velocidad asombrosa. El objetivo de esta criatura era claro, su único ojo apuntaba directamente a Medianoche. Avery se arriesgó, desenfundo su pistola y utilizando una sola mano disparó. El tiro fue certero, el ojo de la criatura pareció estallar mientras esta se desplomaba.
             A lo lejos, detrás de ellos, el portal de los pinos muertos se derrumbaba lentamente mientras la energía púrpura que seguía colándose carcomía todo a su paso, como si fuera ácido. Frente a ellos, los dos pinos vivos ya habían alcanzado unas dimensiones considerables, una puerta se vislumbraba entre ambos, se podían distinguir tenues siluetas de árboles y edificios. Avery disparó por segunda vez, derribando a otra de esas criaturas de un solo ojo, las cuales parecían haber notado su presencia. ¿Sería acaso que la magia utilizada por Medianoche, había delatado su presencia en medio de la guerra?
             Medianoche comenzaba a sudar copiosamente, su corazón latía con fuerza y comenzaba a respirar cada vez más rápido, estaba utilizando demasiado poder, fue entonces cuando se percató de algo, el caballo que montaban, ajeno a este mundo, comenzaba a perder fuerza, aun siendo mágico el corcel sabía que estaba muriendo, el miedo se reflejaba en sus ojos y sin embargo seguía corriendo, atento a las órdenes de su amo, su galope se hacía cada vez más lento, no podrían llegar a la puerta sin él. Medianoche dejó de concentrar su poder en la puerta. Se tranquilizó, estaba tan concentrado que no prestaba atención a su alrededor, sólo era consciente de que Avery seguía con él y de no ser por ella, quien defendía su paso a punta de pistola, ya habrán caído presa de alguna de esas cíclopes criaturas. Dejó de tocar el amuleto que llevaba colgado en el cuello y llevando su mano al maletín que colgaba de su hombro, tomo el Cáliz de la Verdad, ese mismo que había robado del bastión de los magos y dijo las siguientes palabras: Rama Dorada, da vida y materia a este ser a través de mi sangre, permítele que cruce el umbral, dale paso a este ser inmaterial.
             El cáliz inmediatamente creció en la mano de Medianoche, adquiriendo la forma de una rama de oro, con hojas en un extremo y una afilada punta en el otro, Medianoche respiro profundamente, apretó los dientes y se aferró con fuerza a las crines del caballo, acto seguido clavo la punta de la rama en su muslo derecho, este atravesó su pierna, siguió aplicando presión hasta que la rama se clavó también en el costado del caballo. Su sangre comenzó a manchar su pantalón mientras escurría a través de la piel del animal.
             – ¡¿Qué haces?! –le gritó Avery.
             El dolor no lo dejó responder, el caballo lentamente fue recobrando fuerzas, aceleró su galope, ya estaban cerca de la puerta. Mientras Medianoche conjuraba de nuevo las palabras para abrir el portal, Avery vio como alguien se acercaba a ellos, montaba una criatura de metal marrón semejante a un caballo, apuntó y disparó. La bala fue esquivada por el jinete que se acercaba a ellos, ella no supo cómo lo hizo, tuvo que recargar el arma, cuando se disponía a apuntar de nuevo el caballo que montaban se encabrito, la espada del jinete que les seguía se había hundido en el anca derecha del animal, el jinete tomo a Medianoche de un hombro, arrancándolo del corcel, Avery logró sujetarse del caballo mientras este salía desbocado, era la primera vez que el corcel sentía dolor y el miedo lo atenazaba.
             A lo lejos, la puerta de los pinos muertos se hacía añicos cerrando el portal y dejando la destructora energía púrpura del otro lado, mientras que la puerta de los pinos vivos permanecía cerrada pues Medianoche no había conseguido terminar el conjuro.
             En un acto reflejo, Medianoche toco a la criatura de metal y le aplico una descarga eléctrica, está daño al constructo que se desplomó arrojando a ambos al suelo, la cinta que sujetaba el sombrero de Medianoche a su mentón se rompió y este salió volando empujado por el viento, su maletín también se desprendió cayendo sobre la tierra a un lado de él. El guerrero que lo había atacado se puso de pie de un salto, Medianoche, aún con la rama dorada clavada sobre el muslo derecho, se quedó en cuclillas, a pesar del dolor, el mago enfrento a su rival mirándolo directamente a los ojos. Era un hombre algo más alto que él, corpulento, de largo cabello negro y ojos amarillos, con una piel tan pálida que casi se podían ver sus venas a través de ella. Vestía una armadura color rojo y marrón, era realmente imponente.
             –Hace tiempo que no veía un caballo de carne y hueso –el extraño guerrero le hablo, Medianoche lo entendió perfectamente, “Bien –pensó–, al menos entendemos la lengua de este mundo”. El guerrero levanto su espada, aún manchada con la sangre del caballo…
 –Vamos hechicero, dame ese poder tuyo.
             Detrás del guerrero Medianoche pudo ver como la puerta de los pinos negros se había cerrado, pero la mortífera energía púrpura que se había colado por el umbral se extendía, como una niebla, arremolinándose y lanzando leves destellos. No tenía tiempo para pelear ni podía gastar lo último que le quedaba de su fuerza mágica en luchar cuerpo a cuerpo. Antes de decidirse escuchó los sonidos de los disparos de la pistola de Avery, la chica había conseguido controlar al caballo y ahora disparaba para evitar ser capturada por quienes la rodeaban. El guerrero se aprovechó de esta distracción y atrapó a Medianoche, para el mago estaba claro que no estaba lidiando con un humano, tenía una velocidad increíble. Su enemigo lo sujetaba desde atrás, rodeando su pecho con su brazo derecho, un par de afiladas garras unidas a sus guantes se clavaban en el hombro izquierdo de Medianoche, con la mano izquierda lo sujetaba del cuello, el mago podía sentir el filo metálico de esas garras contra su piel. El guerrero tenía una fuerza descomunal.
             – No sé qué clase de hechicero seas –le susurró el guerrero al oído–, ni de donde vengas, pero esa fuerza que tienes será mía. ¡Por los Dioses, ni siquiera hueles como un ser humano!
             Medianoche era consciente de que su cuerpo despedía fragancia a gardenia, él no tenía el olor de un humano puesto que no lo era, y ahora con toda esa batalla y magia utilizada, debía despedir olor a flores como un frasco de perfume roto. Iba a recurrir a su poder mágico para librarse de su enemigo cuando este lo mordió, los colmillos del guerrero se clavaron profundamente en su cuello, pero ¿acaso era, un…? Medianoche tuvo una nublada visión, se vio cercenando criaturas negras de un solo ojo en la frente, montando en una maquina con dos ruedas que despedía grandes hilos de vapor, luego vislumbro una habitación con más guerreros como él, todos ataviados con armaduras rojas… Vio una luna roja y a una mujer ofreciéndole al astro un niño blanco de ojos amarillos… la visión cambio una negra espesura plaga de gritos de
             hombres y mujeres. Él ya había leído sobre eso, como estas criaturas absorbían los recuerdos de los humanos a través de beber su sangre, no supo qué clase de recuerdos tomo de él el guerrero, pero ese hijo de la noche se llevaría una desagradable sorpresa, él no era un humano, era por eso que también podía ver sus recuerdos, los absorbería, él también era una criatura nocturna, era el Hombre de Medianoche.

A lo lejos, el caballo en el que Avery montaba se desplomaba, totalmente exhausto y lleno de heridas, pero no, ella no se rendiría tan fácil. La exsoldado recargo la pistola con su último cartucho, sus recuerdos las transportaron a años atrás, cuando estuvo en medio de una pelea, entre barracas y hombres que volaban por los aires. Olía a sangre y a pólvora, a aceite, olía a muerte y el viento gritaba muerte. Las balas para matar magos que el mismo Medianoche le había dado, esas balas dejaban fuera de combate a las criaturas negras de un único disparo. Con una pistola en mano, y el machete en la otra, la exsoldado estaba logrando abrirse paso entre la maraña de combatientes, algunos intentaban atacarla, otros, enfundados en su propia lucha, la ignoraban.
Mientras absorbía su sangre, el vampiro le hablo a través de su mente…
             “–Pobre chica ¿sabes lo que le ocurrirá si la capturan viva? Pobres mujeres, siempre terminan como botines de guerra… No importa lo mucho que luchen, su destino siempre es el mismo. Será violada, aunque tú tampoco te salvarás de eso si Ellos los capturan. Pero con ella será peor, mucho peor, la obligaran a tener hijos, a parir una y otra vez, será ganado, ganado humano... es por eso que necesito tu poder, no lo tomes a mal, la mataré y la enterraré sin hacerle nada más, pero tú vendrás conmigo”.
             Cuando el vampiro creía que había ganado, Medianoche arrancó la rama dorada de su pierna y la clavó con toda su fuerza en su pecho, justo a la altura de su corazón, la rama creció atravesando su corazón para acto seguido atravesar también el pecho y el corazón del guerrero. Este grito, soltó a Medianoche al mismo tiempo que caía sobre su espalda, la rama dorada había atravesado el pecho de Medianoche limpiamente, como si fuese oro líquido. Se puso de pie con dificultad, con la pierna punzándole de dolor mientras el vampiro se retorcía en el piso intentando librarse de la rama dorada que lentamente se hundía en su pecho…
             –Camina a través de los dos mundos, hijo de la noche… –le espeto Medianoche, lanzándole una maldición.
             Fue demasiado tarde cuando se dio cuenta, una de las criaturas negras se encontraba justo a unos pasos de él, Medianoche se percató que no era humano por la forma en que se movía, pudo distinguir claramente su único ojo, la criatura tenía varias extremidades y avanzaba hacia él con una velocidad pasmosa, el sonido de un disparo a la altura de su oído lo hizo ensordecer, Avery se encontraba a su espalda, una vez más su perfecta puntería había dado en el centro de la cabeza del enemigo, como seguramente lo había hecho tantas veces años atrás. Un retumbo acompañado de un temblor hizo que todos en el campo de batalla se detuvieran, la puerta de los pinos se había derrumbado cerrando el portal, pero lo que quedaba de la espantosa energía púrpura amenazaba con explotar, se iba acumulando lentamente, formando una burbuja de una luz mortecina. Avery apenas tuvo tiempo de recoger el maletín del mago y colgarlo en su hombro cuando Medianoche la tomo del brazo y comenzó a correr en dirección a la puerta de los pinos, ya no había tiempo para abrirla, la bola de energía estalló arrasando todo lo que tenía delante, los cuerpos de los combatientes más cercanos a la explosión, salieron despedidos por los aires.
             Medianoche empujo a Avery, lanzándola para que quedara justo detrás del pino más cercano, él apoyo ambas manos en el tronco de ese mismo árbol y susurro un “Perdón”. Utilizando lo que le quedaba de magia partió el tronco del árbol por la mitad, destruyendo la puerta y al mismo tiempo protegiendo a su ciudad y a ellos mismos, el choque de energías provoco un bucle en el espacio, el cuerpo del guerrero, aún vivo, fue absorbido por ese bucle al igual que otros de sus compañeros y enemigos, el espíritu del pino fue consumido por Medianoche para formar un campo de protección a su alrededor. Avery soportó el golpe de energía refugiándose detrás del pino roto, del cual Medianoche tomaba el poder necesario para protegerse.
             Una niebla púrpura barrió el campo donde antes se llevará a cabo una batalla, la explosión de energía devastó una gran parte del terreno, matando a todo ser viviente dentro de su alcance y envenenando la tierra, uno de los grandes pinos murió, el otro se mantuvo en pie soportando tenazmente el embate. Tras el choque Medianoche cayó al suelo, demasiado cansado y aturdido para hacer nada, cuando Avery se acercó a él para ver que le sucedía, pudo observar un extraño espejismo en el firmamento. Allá, a lo lejos, justo encima de donde estuviera la puerta de los pinos negros, se vislumbraba el reflejo de una imagen, era la Tierra de la cuál ellos venían, pudo ver como la energía púrpura había destruido gran parte del territorio mexicano, del país sólo quedaba una franja que era bordeada por el océano Pacífico. Avery se dejó caer de rodillas, pudo percibir imágenes de guerra, la de su familia, la del hermano al que tanto odiaba y no extrañaba… “Bien, pensó… todo se ha ido a la mierda”. ¿Y qué más daba?
             La luz mortecina y el espejismo lentamente se fueron desvaneciendo hasta dar paso al cielo rojo de nubes negras, coronado aún por la luna llena. Avery miro a su alrededor, exceptuando el enorme pino que seguía en pie, todo lo que les rodeaba había muerto. Medianoche estaba completamente inconsciente, lo arrastro hasta el pino que seguía vivo, recargándolo en su tronco examino sus heridas. Tenía una herida en la pierna, en su cuello estaban claramente marcados dos agujeros de una profundidad considerable, pero la herida que más la preocupó era la que tenía en su pecho, justo en dónde debía estar el corazón, Avery observo un orificio, como si este hubiese sido hecho con una aguja enorme, de ella aún manaba sangre, la camisa azul rey del mago estaba manchada de rojo. Recargo su oído en el pecho del mago, y escucho claramente, los latidos del corazón.
             –Lo siento –le susurro Medianoche, aun con los ojos cerrados–, no se suponía que las cosas terminarán así. Fue mi culpa, le pedí a los árboles que nos llevaran a un mundo donde la energía púrpura no hiciera daño, y ellos nos trajeron aquí…
             –Tranquilo, está bien… –pensó, tan bien como podría estarlo sabiendo que su mundo se había ido al carajo–. ¿Puedo ayudarte a buscar componentes, para que te recuperes?
             –Deja de hacerte la fuerte, tu mundo ha desaparecido… llora si quieres.
             –No me jodas, mago…
             –No hay nada de malo en el duelo, yo lo hago todos los días por el mío…
             Se miraron a los ojos, Avery contemplo los ojos azules de quien ella creía era un mago, por un instante. Hubo un silencio de reflexión entre ambos. Medianoche lloraba por su mundo, uno al que no habían podido llegar y ella debería afrontar la pérdida del suyo. Pero, oye, estaban juntos.
             –Bien, mago, ¿te ayudo a buscar elementos para tu magia?
             –No, eso ya no es posible, ya no nos encontramos en tu mundo, las cosas han cambiado. –Medianoche se incorporó con algo de dificultad, se llevó una mano a la herida en su pecho–. Vuelvo a ser Yo, está herida me hubiera matado sino fuera de nuevo, yo.
             –¿Y quién eres, mago?
             –Bueno, un mago, está claro que no… No soy un mago.
             Abrir la puerta que los llevaría a su mundo en ese momento no era posible, Medianoche había utilizado el espíritu de uno de los pinos para protegerse, por eso ese árbol había muerto mientras el otro se mantenía en pie. A lo lejos se escucharon pasos, algo se acercaba, Avery se sobresaltó, pero Medianoche la tranquilizo, a la distancia, con paso lento, el caballo, su caballo, caminaba hacia ellos. Avery lo contemplo asombrada, el animal estaba allí pero no era del todo material, podía ver a través de él, parecía el espíritu distante de un corcel negro.
Medianoche río.
             –Cuando me haya recuperado del todo, nuestro caballo lo hará también, de nuevo soy yo. Tranquila, saldremos de aquí, sólo hay que buscar, otra puerta. Y las hay, de eso puedes estar segura.
             Durmieron junto al pino, Medianoche necesitaba descansar, no podía moverse, y aunque el mago estaba literalmente inconsciente, Avery se sentía reconfortada por la mortecina presencia del caballo, que, aunque inmaterial, estaba allí, haciéndole compañía en una noche de luz roja y nubes negras. Durante toda la noche la exsoldado observó una extraña niebla grisácea en las laderas cercanas, pero a pesar de que el viento apuntaba en su dirección, esa niebla gris no se acercaba a ellos. Avery estaba demasiado nerviosa para dormir, una de las cosas que observó, era como la hierba crecía alrededor del pino, primero brotó alrededor del mago y de las raíces del árbol para después expandirse alrededor, hacia el amanecer ya había invadido una buena parte del terreno que los rodeaba, una enredadera crecía sujetándose del tronco del pino muerto, brotaba la vida en medio de la muerte.
             El cielo rojo y las nubes negras desaparecieron con el sol, Medianoche seguía durmiendo bajo la sombra del pino, Avery recorrió el terreno mientras él seguía descansando, el caballo, totalmente recuperado pastaba junto al pino, comiendo vorazmente la hierba recién nacida. La chica no encontró nada de utilidad, habían quedado restos de metal esparcidos por el terreno, recorrió un gran trecho hasta llegar a la puerta de los pinos negros, lo que quedaba de los árboles aún seguía allí, junto con una gran sección del puente de piedra, se veía fuera de lugar, era lo que había quedado del puente que Medianoche había construido, pero lo más extraño era que debajo de las rocas brotaba agua, agua limpia. Eso era extraño. ¿Cómo era posible? Entonces recordó las palabras de Medianoche “de nuevo soy yo”, bien ¿Quién era realmente él? Ella lo había conocido como un mago, pero se daba cuenta que no sabía quién era en realidad. Se dio la vuelta para regresar y se topó con Medianoche, quien la miraba fijamente, su camisa abierta, manchada de sangre, dejaba ver la herida en su pecho, ya no era un orificio, se había convertido en una pequeña cicatriz, su pierna lucia completamente curada.
Medianoche se sentó a un lado de ella, junto al agua que corría.
             –Esta agua viene de tu mundo, quizás solo este aquí por un tiempo, quizás no.
Medianoche se quitó los guantes y con un movimiento de su mano izquierda hizo brotar una jabonera a un lado del agua que corría. Avery lo contemplo maravillada, y entonces notó una franja de hierba verde que venía desde el pino vivo hasta donde ellos se encontraban, Medianoche hacia brotar plantas allí donde iba.
             –Lo siento Avery, espero poder darte un hogar después de que salgamos de aquí.
             A lo lejos, el caballo seguía pastando junto a los pinos, en las laderas cercanas descansaba una nube de color gris al ras del suelo, demasiado sucia para ser niebla.
             –Esto es una jabonera –le dijo Medianoche cuando la planta termino de crecer–, puedes lavarte con sus raíces, y es lo que voy hacer ¿No te molesta, cierto?

Avery se alejó unos pasos del mago mientras este se desnudaba, si las circunstancias hubieran sido otras habría disfrutado del espectáculo, pero no ahora, ese no era el lugar ni el momento. Había demasiado en su cabeza, estaba sola, sólo le quedaba Medianoche y se daba cuenta que no lo conocía, a pesar de su relación tan cercana, no, no lo conocía. Aún a cierta distancia, sus ojos observaban a Medianoche, alcanzo a notar una especie de tatuaje en forma de relámpago, de color azul obscuro, que recorría la espalda del mago, nacía en la base de su cuello, ramificándose por su espalda hasta desaparecer, como la raíz de un árbol, en el coxis, por un instante creyó ver un pequeño destello azul, eléctrico, recorrer el tatuaje. Medianoche sintió la mirada de la chica sobre él, se giró hacia ella y sus ojos se encontraron, él le sonrío, con esa sonrisa y coquetería descarada que lo caracterizaba, Avery se sonrojó y desvió la mirada, cerró los ojos “Estúpido mago”, pensó. Pero al menos no estaba sola, y aunque su mundo había hecho ka-boom, como ella lo llamaba, ya habría tiempo para llorarlo.
             Medianoche tenía buenas razones para lavarse, intentaba disminuir su olor a gardenia, a veces eso se convertía en una desventaja, había coqueteado con Avery, como tantas veces atrás había hecho, pues percibía su tristeza, temía por su salud y su integridad, debían salir de ese lugar, estaba seguro que una vez en su ciudad ella encontraría su lugar, después de todo seguiría viviendo en Guadalajara. Cuando fue el turno de Avery para lavarse, Medianoche se alejó lo suficiente para darle absoluta privacidad, él no tenía problema con que ella lo contemplara a sus anchas, pero no quería mostrarse como una amenaza ante ella, le daría su espacio ocupándose de mantenerla en pie, perderlo todo de un solo golpe no debía ser fácil. Avery tuvo un pequeño mareo mientras se bañaba, sintió que algo en ella cambiaba y al mirar su reflejo en las aguas, noto con toda claridad, como el violeta de sus ojos había desaparecido. Por su parte, el mago comprobaba que los hechizos permanentes, aquellos que había hecho mientras seguían en el mundo de Avery, ya no funcionaban, poco a poco las reminiscencias de ese otro mundo se desmoronaban, excepto por el tatuaje en su espalda, ese seguía allí, y ahora podía sentirlo, un leve cosquilleo le recorría la espalda de vez en vez, el tatuaje paso de ser una quemadura ocasionada por un relámpago a convertirse en algo vivo. El alma de Eleazar, capturada en el amuleto que el mago llevaba colgado del cuello, seguía allí, silenciosa y tenue.
             Partieron hacia el mediodía con solo unas cuantas bayas en el estómago. El lugar se veía tranquilo después de la batalla, pero ambos sabían que esa tranquilidad era una cortina de humo. Medianoche se sentía especialmente preocupado por la nube gris que bordeaba las laderas y que se mantenía estática a pesar del viento. Montaban de nuevo sobre el poderoso frisón, el caballo de guerra que había traspasado el umbral gracias a una rama dorada. Mientras avanzaban, cruzando un terreno de tierra muerta y contaminada, Medianoche tuvo una visión, el guerrero que lo había atacado y a quien él había maldecido, seguía con vida, una palabra vino a su mente: Dhampir, y sin contenerse se echó a reír como un loco, a pesar de que Avery lo interrogará él siguió riendo, por sola respuesta llevo su mano a su cintura, justo a la altura en donde las manos de Avery lo sujetaban, acaricio las manos de la chica.
             –Es una historia larga… Vamos, salgamos de aquí…
             Avanzaron dejando tras de sí un campo muerto y un enorme pino que se encargaría de devolverle la vida a ese lugar, sin que ellos lo supieran, ese mismo árbol había mantenido a raya al extraño viento grisáceo que bordeaba las laderas más cercanas, protegiéndolos, los habitantes de ese mundo le temían y llamaban a este extraño fenómeno: La Sombra del Viento.
             Y la Sombra del Viento no osaba acercarse a lo que antes fuera un valle de muerte, del puente fragmentado seguía manando agua, incluso llevaba consigo pequeños fragmentos de obsidiana. Los espíritus de los árboles habían llevado a Medianoche y a Avery al lugar correcto, aunque él no lo creyera así.

Fin del primer capítulo.
             
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