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e-ISSN: 1562-4072
Volumen 8, número 21  / Enero-Diciembre 2021  
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Un viaje a los recuerdos en El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez.

A journey through memories in El amor en los tiempos del cólera by Gabriel García Márquez.

Ana Laura Salcido García
Universidad de Guadalajara.
(MÉXICO)
CE: alsg1401@gmail.com
ID ORCID: 0000-0003-4184-9580


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

Recepción: 16/10/2020
Revisión: 21/11/2020
Aprobación: 15/12/2020

 

   
 

Resumen:
En este artículo se presenta un análisis crítico de la novela El amor en los tiempos del cólera, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, basado en las categorías o aspectos que propician la narración de los acontecimientos pasados. A partir de la hipótesis de que la obra constituye una evocación del pasado o, en otras palabras, un viaje a los recuerdos, se analizan los siguientes aspectos con el fin de determinar cómo la narración de las experiencias se construye a partir de ellos: la narración, que incluye al narrador y las técnicas narrativas; los detonadores gracias a los cuales se efectúa la rememoración; el contexto cotidiano en el que se introducen; la representación del tiempo y del espacio y las relaciones entre los personajes.

Palabras clave:Narración. Recuerdos. Tiempo y espacio en la literatura. Técnicas narrativas.

Abstract:
This article presents a critical analysis of the novel El amor en los tiempos del cólera, by the Colombian writer Gabriel García Márquez, based on the categories or aspects that propitiate the narration of past events. Based on the hypothesis that the work constitutes an evocation of the past or, in other words, a journey through memories, the following aspects are analyzed in order to determine how the narration of experiences is constructed from them: narration, which includes the narrator and narrative techniques; the triggers that make the remembrance takes place; the everyday context in which they are introduced; the representation of time and space and the relationships between the characters.

Keywords:Narration. Memories. Time and space in literature. Narrative techniques.

 

           
 

En la literatura nos encontramos ante obras que narran historias desde diferentes posiciones espaciales y temporales, así como desde diferentes perspectivas y con diversos personajes involucrados. Este es el caso de la novela El amor en los tiempos del cólera, publicada en 1985 por el escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), que para el presente ensayo se toma como objeto de estudio en un análisis realizado con base en algunas teorías narratológicas para demostrar la tesis de que la novela es una evocación del pasado, o en otras palabras, un viaje a los recuerdos. El trabajo se desarrolla a partir del análisis de cinco categorías o aspectos a destacar de la obra, con relación a la manera en la que caracterizan el relato de las experiencias pasadas y cómo contribuyen a la evocación del pasado: la narración, que incluye al narrador y las técnicas narrativas; los detonadores gracias a los cuales se propicia la evocación; el contexto en el que se introducen; la representación del tiempo y del espacio y, por último, las relaciones entre los personajes.
            En resumen, la novela comienza con la visita del doctor Juvenal Urbino a la casa donde vivía y se suicidó su amigo Jeremiah de Saint-Amour. Más tarde, el doctor muere intentando agarrar un loro que se había subido a un árbol de mango en el patio de su casa, y esa misma noche, su viuda Fermina Daza, mientras recibe a los asistentes del velorio, se encuentra con Florentino Ariza, quien le reitera su juramento de amor después de medio siglo de esperarla. A partir de entonces, la narración se transporta a la juventud de los personajes y al terminar vuelve al presente, en el que Fermina Daza y Florentino Ariza finalmente se quedan juntos.
            Para comenzar, se tratan las características y las funciones del narrador, ya que constituyen un punto de partida para la evocación del pasado. De acuerdo con la terminología propuesta por Gérard Genette (1972) en Figures III, el narrador en El amor en los tiempos del cólera se caracteriza por ser un narrador ausente como personaje de la historia (heterodiegético) que analiza los acontecimientos desde el interior (intradiegético), esto debido a que, a pesar de que no participa como personaje, no asume una posición absolutamente exterior, sino que narra desde el interior de la diégesis, entendida esta como el universo espacio-temporal designado por el relato, como la define Genette (1972), o como la sucesión de las acciones que constituyen los hechos relatados en una narración, según Helena Beristáin (2013) en su Diccionario de retórica y poética.
            Así pues, el narrador se encuentra dentro de la diégesis, como se puede observar en algunas citas en las que recurre a los pronombres personal y posesivo de la primera persona del plural, como en el siguiente ejemplo: “Florentino Ariza había visto allí muchas veces a Lorenzo Daza jugando y tomando vino de barril con los asturianos del mercado público, mientras se peleaban a gritos por otras guerras crónicas que no eran las nuestras” (García, 2010, p.92), esto con el fin de referir hechos lejanos en el tiempo que involucran a los personajes con una colectividad.
            Por otra parte, Mieke Bal (2014) señala que el narrador, desde un punto de vista gramatical, siempre será una “primera persona”, concepto que aquí se retoma para referirse a un yo narrador intradiegético-heterodiegético que posee un conocimiento total de los elementos que integran la diégesis, esto debido a que tiene un grado de conocimiento mayor que el de los personajes, es decir que sabe todo de ellos y de los acontecimientos que viven. A causa de este grado de omnisciencia, el yo narrador hace diferentes focalizaciones gracias a las cuales se obtienen distintas perspectivas que contribuyen a configurar como un todo al universo narrativo.
            A partir de las diversas focalizaciones y del conocimiento total del exterior (acontecimientos) y del interior (formas de pensar, de sentir) de los personajes, el yo narrador adquiere una omnisciencia que le permite tener libertad al momento de contar, de tal manera que se mueve dentro de la historia para ofrecer al lector un acercamiento a la vida de los personajes por medio de un relato que se construye y complementa conforme se aportan datos, secretos y experiencias personales que contribuyen al transcurso del viaje hacia los recuerdos. En este sentido, el lenguaje se concibe como un recurso fundamental para reconstruir la novela, pues es a través de este que el yo narrador da a conocer las historias y las evocaciones de los personajes; gracias a él se transporta de una situación a otra, entre espacios y tiempos diferentes, razón por la cual en este ensayo se hace una breve mención al lenguaje, ya que establece un vínculo entre el yo narrador y las técnicas narrativas.
            Como señala Seymour Chatman (1990) en su obra Historia y discurso, el orden de presentación de un texto narrativo no tiene que ser el mismo que el de la lógica natural de la historia, y aquí cabe destacar que El amor en los tiempos del cólera se constituye como un intrincado de acontecimientos cuya evocación no se guía por la sucesión con la que ocurrieron, sino por las técnicas narrativas que, entre otras funciones, establecen una conexión entre los recuerdos y entre las relaciones de los personajes. Así, la narración no es lineal ni cronológica, ya que, gracias a la movilidad del yo narrador y su recurrencia a diversas técnicas, la historia se desarrolla con los relatos ubicados en espacios y tiempos diferentes.
            La exposición de los acontecimientos se concentra en dos técnicas narrativas: la analepsis y la prolepsis. Según Genette (1972), la analepsis es toda evocación de un evento anterior del punto de la historia donde nos encontramos, es decir una retrospección; mientras que la prolepsis es toda maniobra narrativa que cuenta el avance de un evento posterior o, como señala Beristáin (2013), una presentación anticipada de las acciones del relato.
            En este sentido, la novela es en sí misma una analepsis, pues se parte de un hecho presente en la vida de los personajes ¾la visita del doctor Juvenal Urbino a la casa donde se encuentra el cadáver de su amigo, y la posterior muerte del doctor¾ para transportarse al pasado, a la juventud de Florentino Ariza, Fermina Daza y Juvenal Urbino; y posteriormente concluye con el presente de Florentino Ariza y Fermina Daza. Asimismo, dentro de los capítulos, en los que el yo narrador focaliza en un determinado personaje y en un determinado recuerdo, se presenta una analepsis al cambiar de tiempo y espacio y aludir a un recuerdo anterior del que se estaba contando, como se ejemplifica a continuación: “No había pasado un día sin que ocurriera algo que lo hiciera acordarse de ella. En la época de la ruptura él vivía solo con su madre, Tránsito Ariza […] fue su hijo único” (García, 2010, p.63).
            En cambio, la prolepsis se encuentra dentro de determinados párrafos como el siguiente: “La lección no se interrumpió, pero la niña levantó la vista para ver quién pasaba por la ventana, y esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado” (García, 2010, p.65), en el que se anticipan acontecimientos futuros. En resumen, la analepsis se presenta a nivel general dentro de la trama y los capítulos, mientras que la prolepsis se encuentra dentro de los mismos párrafos en los que se alude a hechos posteriores, a los que se hará referencia en otros capítulos.
            Por otra parte, el recurso de la hipérbole como exaltación de lo narrado contribuye no sólo a establecer de qué forma se narra, sino a configurar las experiencias referidas para llevarlas de su contexto habitual y sencillo a experiencias significativas para los personajes, por ejemplo cuando se menciona que Florentino Ariza “no había dejado de pensar en ella un solo instante después de que Fermina Daza lo rechazó sin apelación después de unos amores largos y contrariados […] habían transcurrido desde entonces cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días” (García, 2010, p.63), fragmento en el que además la hiperbolización se relaciona con la descripción del transcurso del tiempo.
            En la mayoría de los casos, la exaltación de lo narrado y el empleo de las diversas técnicas narrativas no se presentan de manera aislada, sino que ciertos “detonadores” activan su introducción a la narración. Estos detonadores pueden dividirse en tres grandes grupos: los sentidos, los objetos y los diálogos. Primero, cabe destacar que en la narración se presentan varias experiencias sensoriales pero el olfato y la vista son los sentidos que desencadenan los recuerdos. De hecho, la novela comienza con el sentido del olfato como un detonador: “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados” (García, 2010, p.9). De esta manera, desde el inicio de la novela se destaca el carácter evocador de experiencias.
            Asimismo, el sentido de la vista desencadena los recuerdos a partir del contacto visual entre un personaje que rememora y otro personaje que le recuerda: “A Fermina Daza le bastó con ver la expresión de malicia radiante de la prima para que retoñara en la memoria de su corazón el olor pensativo de las gardenias blancas” (García, 2010, p.98). El segundo grupo se refiere a los objetos, como la fotografía de Fermina Daza y su prima Hildebranda Sánchez, o las flores como las gardenias, que son objetos guardados que al momento de ser vistos por los personajes activan la narración de lo pasado, por lo que, al igual que los sentidos, funcionan como asociaciones entre el objeto y a lo que remite por su ubicación en el pasado; por ejemplo, el espejo que compra Florentino Ariza porque “le bastaba con verlo al despertar para ver a Fermina Daza reflejada en el fondo” (García, 2010, p.314).
            Por último, el tercer tipo de detonador son los diálogos entre los personajes, los cuales, además de aportar información para su caracterización, añaden complejidad a su relación con otros personajes. Por ejemplo, cuando Florentino Ariza conversa con el doctor Juvenal Urbino y éste le menciona brevemente la posibilidad de revivir los Juegos Florales, Florentino Ariza comienza a recordar aquella época de su vida: “Tuvo que morderse la lengua para no contarle que él había sido un participante asiduo de aquel concurso […] No era eso, sin embargo, lo más estremecedor de aquella tarde. Le quedaba la nostalgia de sus tiempos jóvenes” (García, 2010, pp.209-211).
            Asimismo, los detonadores se encuentran en un determinado contexto, relacionado con la cotidianidad. Es en los acontecimientos de la vida de los personajes, enfocados en lo común y rutinario, que los detonadores aparecen de manera inesperada para propiciar el recuerdo. De esta manera, lo cotidiano adquiere importancia por ser el contexto de los detonadores, pero además contribuye a la evocación del pasado porque esta es asimismo una evocación de la cotidianidad; por ejemplo la descripción de la rutina del doctor Juvenal Urbino casi al inicio de la obra, la vida matrimonial entre él y Fermina Daza, los amores de Florentino Ariza, entre otros, en los cuales se presenta la narración de cambios en la rutina de los personajes que luego se vuelven acciones habituales.
            Por lo tanto, lo cotidiano resulta trascendente para la evocación del pasado porque representa aquello que ya no es parte de la vida de los personajes, por lo que estos recurren a su rememoración. Del mismo modo, lo cotidiano tiene consecuencias en las acciones, por ejemplo, la primera correspondencia entre Florentino Ariza y Fermina Daza, cuando eran jóvenes, que cambió su manera de actuar; así como efectos en su relación interpersonal y en su forma de pensar, como la segunda correspondencia que mantuvieron en la vejez, que fue importante para las reflexiones de Fermina Daza sobre su viudez y el paso del tiempo.
            En consecuencia, la representación del tiempo y del espacio se determina por su relación con los recuerdos cotidianos. El espacio y el tiempo que proponía Mijaíl Bajtín (1989) como elementos indisolubles en su definición de cronotopo, a continuación, se analizan por separado para tratar cuál es el énfasis de cada uno de ellos en la novela, con el fin de demostrar cómo se representan unificados en la evocación de los acontecimientos pasados.
            Respecto al tiempo, se hace énfasis en el pasado por sus repercusiones no sólo dentro del mismo pasado, sino también en el presente de los personajes, cuando ya son ancianos, y en el futuro, cuando se vislumbra su porvenir, así como su sentir y pensar. Por otro lado, el espacio adquiere relevancia por su relación con los recuerdos. Desde los espacios grandes y abiertos, como la misma ciudad de los acontecimientos principales, hasta los pequeños y abiertos, como el parque de Los Evangelios, o los pequeños y cerrados, como la quinta de La Manga, están ligados al pasado, de tal modo que el espacio se presenta como un vínculo con los recuerdos, relacionados con lo cotidiano.
            Así, el tiempo y el espacio se muestran como elementos cuya existencia está ligada a la rememoración; por lo tanto, se conciben como elementos no fijos ni lineales, ya que, como se mencionó anteriormente, los recuerdos no están narrados de manera cronológica. Otro aspecto a destacar es que la narración de un recuerdo no termina cuando comienza la narración de otro, sino que se reconstruyen a lo largo de la novela, por ejemplo, la etapa de la vida de Fermina Daza y Juvenal Urbino en la que se mudan del antiguo palacio del Marqués de Casalduero a una casa nueva y su estadía en esta es algo que se va conociendo con más detalle en prácticamente toda la obra.
            De la misma manera, los diferentes espacios y tiempos existen en la memoria de los personajes gracias a su relación con otros personajes. Esto se observa tanto desde la focalización en Fermina Daza: “No se daba cuenta ella misma de que cada paso suyo desde la casa hasta el colegio, cada sitio de la ciudad, cada instante de su pasado reciente no parecían existir sino por gracia de Florentino Ariza” (García, 2010, p.147), como en la focalización en Florentino Ariza: “El único punto de referencia de su pasado eran sus amores efímeros con Fermina Daza, y sólo lo que tuviera algo que ver con ella tenía algo que ver con las cuentas de su vida” (García, 2010, p.239).
            Por consiguiente, las relaciones entre los personajes se determinan por la cotidianidad en la que viven y por los recuerdos asociados a tiempos y espacios diferentes. Así, los personajes se conforman fundamentalmente por dos aspectos, que no están separados sino interrelacionados: por la relación con otros personajes y por los recuerdos. Esto explica que su caracterización se complemente de acuerdo al avance de la trama, pues no solamente el yo narrador es el que aporta información como tal, sino que además los personajes se construyen por las experiencias que evocan, en las que se relacionaron con otros personajes.
            Por lo tanto, su historia personal e interpersonal está ligada a la evocación de los recuerdos, de tal manera que el desarrollo de su historia es el desarrollo de la novela, por lo que esta se construye conforme se unen las piezas del rompecabezas del pasado de los personajes. De esta manera, cuando Florentino Ariza “descubrió que se le estaba pasando la vida” (García, 2010, p.239) después de repasar todos sus recuerdos, es al mismo tiempo el paso de la historia, que está llegando a su fin, y retorna al presente en el que Florentino Ariza y Fermina Daza finalmente se quedan juntos.
            En conclusión, la novela El amor en los tiempos del cólera es una evocación del pasado que se logra a través de cinco aspectos: la narración, los detonadores, la cotidianidad, la representación del tiempo y del espacio, y las relaciones entre los personajes. El yo narrador es el portavoz de la evocación; se caracteriza por referir los acontecimientos desde el interior de la diégesis, aunque esté ausente como personaje de la historia, al mismo tiempo que tiene un grado omnisciente, ya que posee un conocimiento total de los elementos que integran la diégesis como los acontecimientos o el pensar de los personajes. Esto le permite hacer distintas focalizaciones y tener libertad al momento de contar, por lo cual la narración, aunque se remonta a la juventud de los personajes y concluye con su vejez, no es lineal ni cronológica, sino que se basa en diversas técnicas narrativas que asocian los recuerdos. Estas técnicas recurren a la analepsis, una retrospección, y la prolepsis, una anticipación, así como a la hipérbole para exaltar el acontecimiento narrativo.
            El desencadenamiento se logra gracias a ciertos detonadores que pueden ser los sentidos, los objetos guardados y los diálogos entre los personajes. Todos ellos se activan en un contexto cotidiano en el presente que asimismo remiten a la cotidianidad pasada en la que se encontraban, razón por la cual lo ordinario adquiere importancia para la evocación del pasado. En consecuencia, el tiempo y el espacio se muestran como elementos cuya existencia está ligada a los recuerdos, es decir que, al pensar en estos, se posibilita la existencia de otros relatos ubicados en otra dimensión espacio-temporal. Así como la narración de los recuerdos no es lineal, las referencias a otros tiempos y espacios se presentan en la novela de manera fragmentaria, conforme se desarrollan las remembranzas.
            La no-inmovilidad del espacio y del tiempo debido a su relación con los recuerdos conlleva una reconstrucción de la historia que asimismo se basa en las relaciones entre los personajes, las cuales se van complementando conforme avanza la narración situada en diversos tiempos y espacios, localizados en su mayoría en entornos familiares y habituales. Por lo tanto, la novela es un viaje al pasado que se sitúa en lo cotidiano, contexto en el que se activan los recuerdos cuya importancia para los personajes radica en que constituyen experiencias pasadas y efímeras que, aunque ya no forman parte de su presente, se pueden volver a vivir a través de la evocación.
            Para finalizar, El amor en los tiempos del cólera es una novela en la cual la evocación del pasado es tan importante para la historia que de hecho ella misma consiste en la reconstrucción de los acontecimientos por medio de su remembranza, es decir, el material narrativo se construye mediante las rememoraciones del pasado; de tal manera que, al evocarlo, el pasado se presentifica en la memoria de los personajes y se revive en el desarrollo de la novela al mismo tiempo que se reedifica en las historias narradas.

Referencias:
Bajtín, M. (1989). Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus.
Bal, M. (2014). Teoría de la narrativa (Una introducción a la narratología) (9º ed.). Madrid: Cátedra.
Beristáin, H. (2013). Anticipación (o preparación, prolepsis, hipóbole, ocupación, anteocupación), Diégesis. En Diccionario de retórica y poética (9º ed., pp. 53-54, 149-150). México: Porrúa.
Chatman, S. (1990). Historia y discurso. La estructura narrativa en la novela y en el cine. Madrid: Taurus.
García, G. (2010). El amor en los tiempos del cólera. México: Diana.
Genette, G. (1972). Figures III. París: Éditions du Seuil

 

 
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