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e-ISSN: 1562-4072 | |||||||||||||||
Volumen 7, número 19 / Enero-Junio 2020 | |||||||||||||||||
Revista electrónica semestral de estudios y creación literaria |
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA | ||||||||||||||||
Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades | |||||||||||||||||
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BALAZOS EN CARNAVAL Efrén Bantú
“Un desfile de Antifaces que se pretende representar en dos actos” PERSONAJES VIEJO DRAMATURGO: Porfirio Chacón, Tijuana, Baja California, 48 años. PRIMER ACTO La casa de Porfirio no es muy grande, típica de una colonia de clase media baja de la capital de Jalisco he incluso no sería inverosímil que se situará en Tonalá, Tlaquepaque, Zapopan o Tlajomulco, como dato característico debe de estar cerca de una avenida o cuchilla para que sea una constante de choques y accidentes viales. Sólo se distingue la sala que a su vez se utiliza como comedor, hay modestos muebles, pero sobre todo sobresale una pared llena de cárteles enmarcados de obras de teatro, libros regados, antifaces y vestuario carnavalesco. Como otro rasgo característico se recomienda decorar la casa con alguna bandera de Inglaterra y con póster de grupos clásicos de Punk, puesto que el personaje formó parte del movimiento cuando fue el “Boom” en la ciudad de Tijuana. Porfirio está sentado en una modesta silla, escribiendo en su computadora portátil, sobre una mesa no menos modesta. Es alto, de edad madura pero aún de buen ver, utiliza un bastón pues cojea de una pierna, viste al estilo del “pachuco moderno” (Pero con cierta influencia del caballero británico de los grupos de rock). TRAMOYA: Sonido de un choque. El “Viejo Dramaturgo” se sobresalta y sale de la escena al espacio designado como calle. En el breve momento en que está ausente del escenario suena su teléfono celular, en cuanto deja de sonar él entra. De nueva cuenta toma su máquina, después de estar un momento pensativo comienza a leer. Porfirio: “Ahora sabrán quiénes somos los sicarios hijos de su madre, para que ya no les queden ganas de venir a vernos a obras de teatro” ¡No! Se me hace muy mamón que amenacé al público con una pistola (Sonríe y en ese momento tocan a la puerta). Está abierto, ¡pásale! Entra Basilio, viste saco, pantalón y camisa. Es alto y guapo. Basilio: ¿Cómo supiste que era yo? ¿Y cómo puedes escribir tan tranquilo luego de un choque? Porfirio: Ya tenías cita y eres puntual, además esto es Guadalajara, no Beirut. Basilio: Dos años de no verme y sigues con la pinche mirada en tus obras. Al menos un jodido abrazo buey. Porfirio: ¡Pues que no se haga esperar! (Deja la máquina a un lado y se levanta) Ambos se abrazan y al instante Porfirio aplica un candado de Lucha Libre al cuello de Basilio sin utilizar su bastón, ambos forcejean demostrando su fuerza hasta que se logra derribar al más joven y ambos ríen. Porfirio: Yo entiendo esta ceremonia gladiatoria como un abrazo de hombre a hombre. (Lo ayuda a levantarse) Basilio: Igual que siempre Porfirio, me queda claro que todavía puedes. Porfirio: No solamente dar pelea, sino también escribir obras de teatro. ¡La neta me alegra verte de nuevo! Supe que acabas de pasar por las mismas que yo. Basilio: Tú te has separado dos veces y yo sólo una. ¡No es lo mismo! Porfirio: Aún eres joven. Me puedes alcanzar y hasta superar. Basilio: ¡No gracias! Porfirio: Por cierto, que soy un mal educado: ¿café, vino tinto o pulque traído de la “Sierra del Tigre”? Basilio: Vino tinto. Porfirio sale a la cocina que está en el lado opuesto del espacio marcado como calle, en ese momento vuelve a sonar el celular y sigue sonando pese al asombro de Basilio hasta que vuelve con el vino. Basilio: ¡Sonó tu celular! Porfirio: ¡Ya lo sé! Sonó también cuando fui a ver lo del choque. Basilio: ¿Cómo lo sabes y por qué no contestaste ninguna de las dos veces? Porfirio: Mi primera esposa me llama siempre a la misma hora, no puedo contestarle porque a los pocos minutos también me llama la segunda, es cosa de todos los días. Basilio: ¡No tienes remedio! En el momento en que fuiste por la bebida de Baco, estuve observando tu nueva obra, es muy de vanguardia. Lo que nos toca vivir en la actualidad y sobre todo a los que somos del norte. Porfirio: Soy tijuanense, eso es lo que me ha tocado vivir siempre. Basilio: De hecho, esa es la razón por la cual he venido a consultarte viejo maestro. Porfirio: (Bromista y sarcástico a la vez) Soy todo oídos viejo discípulo acabado. Basilio: Es curioso que ahora los dos volvamos a coincidir en una misma ciudad en la que, a decir verdad; llevas poco tiempo de haberla elegido como lugar de residencia. Te podría decir miles de cosas que me han fascinado de esta ciudad, miles de cosas que hasta podría decir que he llegado a amar de Guadalajara, a su vez también ya hay cosas que he llegado a aborrecer y otras muchas que me cagan. Pues te recuerdo que yo estudié aquí, por lo tanto, vuelvo a un lugar muy familiar en donde ya viví cinco años de mi vida. Porfirio: Yo empecé de actor callejero a los 16 años y ya estaba molesto con mi entorno. Ponte a pensar; el teatrero debe de estar siempre encabronado, ya sea actor, director, dramaturgo o lo que le dé su chingada gana. Somos la representación de la vida, siempre lo hemos sido, y si no tienes algo que sanar en el escenario, el teatro no sería curativo. ¡Eso es lo que te toca ése! ¿Qué quieres que haga yo? Basilio: ¡Ser un auténtico maestro! Porfirio: Siempre procuré serlo, nunca me gustó que me llamaran director, procuré ser sobre todo un carnal. Basilio: ¡Pues no lo fuiste! ¡No se me ha olvidado la lana que te robaste en la última puesta en escena! Porfirio: Te dije que fueron los gastos de… (Basilio interrumpe) Basilio: (Enérgico y molesto) ¡Qué gastos ni que la chingada! ¡Te robaste un dinero que no les diste a los actores! ¡Y no te hagas buey! Porfirio: (Enérgico) ¡Necesitaba dinero para mudarme! ¡Tú no lo entiendes porque aún no tienes hijos! Basilio: (Aún en tono fuerte) ¡Y sé que el día que los tenga no seré una mierda para ellos como los has sido tú! Pero no he venido a cobrarte, al menos no con dinero. Porfirio: ¡Entonces a qué chingados vienes conmigo! Basilio: ¡Vengo a convertirme en un buen modelo y maestro para todos los jóvenes dramaturgos de la que generación que sigue de mí! Porfirio: (Sarcástico, pero no burlesco) ¡Jo-Jo-Jo! ¿Cómo piensas lograr eso y en qué calma todo el coraje que tienes? Basilio: Dice un dicho del Budismo: “Si el alumno no supera al maestro, entonces el maestro es un fracaso”. Así que pretendo tener una mano a mano contigo en lo que más nos duele. Porfirio: Ser mejor actor, director o será… Basilio: Dramaturgia. Porfirio: Buena elección, me he dado cuenta que es lo más olvidado y a la vez la parte más trascendental del teatro. Pese a todo… Tengo tres libros publicados y según sé, tú no tienes ninguno. Basilio: No presumas, cuando tenías mi edad ni siquiera soñabas con lo que ahora tienes. Conoces lo lineamientos, así que dame una de tus obras y viceversa. Porfirio: No me desagrada la idea, pero hace falta un referí que cuente hasta diez o marque un K.O. Yo propongo uno, así disminuirá más tu ira hacia la estulticia en el teatro. Es más, qué te parecería si te dijera que el mejor crítico de mi obra es de Jalisco y lo acabo de conocer recién llegué a esta ciudad. Basilio: Suena interesante ¿Cómo se llama el fulano? Porfirio: ¡Es fulana! Y permíteme decirte que se siente orgullosa de ser de Lagos de Moreno. ¿Te molesta? Basilio: Todo lo contrario. Había una pendeja que negaba ser de Guadalajara y decía que sus padres eran de Europa… de Uruapan habrá sido. ¡Se ve interesante la cosa! Porfirio: Dos meses para la pelea. Sin indulto o empate. Como decían en la antigua Roma… (Hace movimientos con el dedo propios del veredicto de vida o muerta en la época de los gladiadores) Se escucha música de “Jhon Summer and the Mezcaleros” y se apagan las luces. SEGUNDA ESCENA Al encenderse las luces Porfirio está pegado a su computadora, pero ahora se ve muy nervioso a diferencia de la anterior escena, viste un tanto más elegante sin perder su estilo de Pachuco postmoderno. Sobre la mesa de su improvisado centro de reuniones hay dos botellas de vino, copas, servilletas de tela y sacacorchos. Ahora sí se sobresalta al escuchar que llaman a su puerta. Porfirio: ¡Diga! Basilio: (Desde afuera) ¡Soy tu verdugo Porfirio! Porfirio: (Levantándose con cierto nerviosismo) Mi víctima quizás. Entra Basilio, viste aún más elegante, con traje y camisa de vestir. Trae unas hojas en las manos y no parece nervioso ni confiado, sino seguro de sí mismo. Porfirio: ¡Bienvenido al infierno! Puedes servirte una copa si quieres. Basilio: Soy educado, esperaré a que primero se sirva la dama. Por primera vez te noto con algo de culpa por todas las que has hecho. Porfirio: ¡Eres muy directo! En parte tienes razón y en parte no, considero que lo que hice fue la única forma de triunfar en el teatro. ¡Supervivencia! Basilio: Pero no a costa de robarle el dinero a los demás, eso se llama explotación. Tampoco te digo que el teatro debe ser siempre gratis, hay que encontrar una balanza. ¿Qué te pareció mi obra? Porfirio: Esperemos a que llegue la referí de la contienda y por favor, deja a un lado tus comentarios despectivos sobre la gente de Jalisco. Basilio: Te contaré algo en lo que llega la susodicha… Hace ya mucho tiempo, recién llegado a Guadalajara, conocí a una joven cantante que me preguntó mi origen, sólo le pude decir que eso no tenía importancia y ella me dijo… Porfirio: ¿Qué te digo Basilio? ¿Qué tuvo que decirle una mujer a un misógino de mierda como tú? Basilio: ¡Me dijo que el artista no tiene patria! Y no he podido quitármela de la cabeza; con esas palabras ella comprendió la necesidad que muchos tenemos de ser bucaneros, filibusteros, corsarios o simplemente aquéllos que dejamos todo lo que somos sin la certeza de volver. En ese preciso momento tocan a la puerta y es Porfirio quien habré. Entra Daniela, mujer alta y muy blanca, viste jeans y trae una vistosa bolsa de mano. Su semblante es tierno, pero a la vez imponente. Daniela: ¡Mucho gusto! Tú debes de ser Basilio Rodríguez. ¡Daniela Quezada para servirte! Basilio: El gusto es mío. Aunque te diré que Don Porfirio no me ha hablado mucho de ti. Daniela: Pues verás, no quiero entrar en detalles sobre cuál es mi profesión, sólo te diré que tengo mucho que ver con el teatro en mi vida diaria, además de que es una de las cosas que más me ha decepcionado en este país, junto con la prensa. Porfirio: Tomen una copa, creo que será lo mejor antes de comenzar con esta disputa. Porfirio descorcha una de las botellas con la maestría propia de un chef y sirve vino. Mientras tanto Daniela y Basilio se acomodan en el espacio. Hasta que se les entregan las copas y el anfitrión hace la seña de un brindis. Los tres al mismo tiempo: ¡Salud! Porfirio: ¡Ahora ya podemos comenzar a destrozarnos! Mi reina… ¿Qué opinión tienes de lo que yo escribí? Daniela: No puedo negar que tu dramaturgia es bastante entretenida. Se te nota lo tijuanense y no has podido negar esos aspectos tan relevantes del norte: los sicarios, la droga, prostitutas, violencia. Porfirio: Lo sabía. La neta que no me gustó la de Basilio, creo que seré un fracaso como maestro, pero no como dramaturgo. ¡No intentes cambiar al mundo muchacho! Eso ya no se puede lograr, tienes que escribir de lo que está pasando en la actualidad para representar una realidad existente. Basilio: Acordamos que al principio es ella la única que emite opiniones, así que ahora sólo le puedo pedir su comentario sobre la mía. En otro momento nos arreglamos frente a frente. Daniela: Pues… Me encantó la tuya, la metateatralidad de incluir una obra dentro de otra; alternando títeres con actores de carne y hueso, el conflicto sobre el futuro del teatro de marionetas contra el deseo de anular los diálogos dentro de él. Basilio: ¡Lo hice con mucho coraje! Porfirio: Ese siempre ha sido tu error, metes muchas cosas de tu vida y tu sentir, escribimos teatro, no experiencias personales. Basilio: Nunca lo expongo de la manera en que lo dices, para eso existe algo llamado otredad. Si crees que soy yo quien habla de mí a otra persona, es porque soy buen dramaturgo, nunca he dado referencias de mi propia vida en mis obras. Daniela: De hecho, me parece que cualquier persona ya sea lector de teatro o espectador, puede sentirse identificado, incluso yo me sentí así, por lo que no me parece que esté hablando de él directamente. En ambas obras encontré conflicto y compromiso social. Porfirio: Bueno, ahora el veredicto ¿Cuál de las dos darías por ganadora? Daniela: Francamente daría por ganadora a las dos, así no tendría que haber ningún perdedor, pero como eso no puede ser… Basilio: ¡Lanza tu veredicto! Yo y él lo sabremos aceptar, ¡Somos caballeros y ten por seguro que no habrá reclamo! Daniela: No puedo creer que un misógino como tú me hable de esa manera. Me enteré de algunas de tus hazañas. Quizás no seas tan cómo te llaman y hasta seas un caballero. Eso ocurre muy frecuentemente con las que no saben ver detrás del maquillaje teatral. Porfirio: De nuevo nos hemos salido del tema ¿Cuál es tu veredicto? (Pausa Larga) Daniela: ¡Basilio es el ganador! Porfirio está sentado con un semblante de sorpresa, en su expresión corporal debe notar que no acepta el veredicto. Basilio que está de pie, parece estar todavía más sorprendido y serio, mientras que Daniela que se sirve otra copa, los observa a distancia. Basilio: (Sonriente) No estoy muy acostumbrado a ganar, de hecho, ya casi dejaba de escribir teatro porque… bueno, son cosas que ustedes saben. Porfirio: ¡Cálmate Willy Shakespeare! Aún no estoy convencido. Si se puede saber “Dama de Hierro” ¿En qué te basas para darle el gane a este animal? Daniela: Simplemente fue más original y rompió con lo establecido, propuso algo, no se dejó llevar por los clichés ¡Eso fue todo! Además de que al innovar no dejó a un lado las reglas básicas de la dramaturgia. Porfirio: ¡Eso es todo! Yo escribí lo que todos quieren ver representado, su realidad actual, su entorno, su violencia. Daniela: Pero representado como todos lo representan con el factor “chuchería”, él lo hizo de una manera meta teatral en un tema que no se ha trabajado mucho. Eso de meter a dos viejos acabados de judiciales, eso es algo que ya estamos acostumbrados a ver. Basilio: (Orgulloso) Yo representé una realidad sin que haya sido necesario sexo, violaciones, balazos y las típicas fregaderas a las que estamos acostumbrados, sin tampoco caer en alguna obra moralista y enfocada a la sociedad conservadora. ¡Eso escribí yo! A continuación, Basilio lanza un monólogo al público que se puede interpretar como una catarsis reprimida en su interior y que por fin lanza, los otros dos personajes permanecen inmóviles, pues es un diálogo que sólo existe dentro de él. Baja del escenario y hace preguntas al público interactuando con él lo máximo posible. Basilio: (A uno y otro espectador) ¿Qué es el teatro? ¿Es arte? ¿Expresión de sentimientos? ¿O será una forma de enaltecer el ego de los hipócritas? Hoy los grupos de teatro se llenan de divas y divos, se llenan de estulticia, se llenan de muchas cosas y representan otras tantas que nada tienen que ver con el arte. (Apuntando a Porfirio) Si tú me lo preguntas, caíste en lo que no querías ser, traicionaste, estafaste y fuiste todo, menos un partidario del arte. Y a ti no te conozco mucho (A Daniela), pero me estás sorprendiendo ¿Cómo eres Daniela? ¿Qué te ha llevado a estar en medio de dos jodidos machistas? ¿Quién eres en realidad y por qué eres tan diferente a otras mujeres? Verdaderamente me estas llamando la atención. (A los espectadores) Si alguno de ustedes es actor por favor póngase a leer pinches obras de teatro, si a ti o a ti les gusta escribir teatro conozcan algo de actuación, que sea una jodida vivencia, si alguien prepara actores, no dejen lo otro, todos somos teatro. Y si vinieron a vernos y les gusta esta obra, recomiéndenla y si no les gusta también recomiéndensela a los que les caen mal para poder mentarles la madre en esta escena. (Sube al escenario) Termina el monólogo y los tres personajes vuelven a su realidad. Daniela: ¿Te pesa haber perdido Porfirio? ¿O tu sí estás acostumbrado a ganar? Porfirio: ¡Pues la verdad sí! O al menos ser finalista, no he estado muy acostumbrado a perder luego de haberme jugado el reto de ser dramaturgo. Quizás también me haya tocado perder, pero siempre seguí hasta conseguir más de lo que tú eres. Basilio: Alguna vez escuche algo similar de uno de mis maestros, sobre el reto de ser dramaturgo: “No debe importar que a un joven autor de textos teatrales le representen o no sus obras, tampoco que se las publiquen o no, que lo alaben será muy difícil, pero tampoco que lo critiquen y lo odien, que le digan que no vale nada, al final de una vida dedicada al teatro, es cuando verdaderamente se sabrá si uno verdaderamente fue un gran dramaturgo, por lo tanto lo importante es correr el reto de dedicar la vida a este arte”. Daniela: ¿Qué te pasó Basilio? Esa forma de hablar no es la que había escuchado de ti. Más bien me pareces un tipo que sabe lo que hace y no un misógino-psicópata. Basilio: Si me llamas misógino, creo que hablas del problema que he estado teniendo con cierta mujer que formó parte de mi vida y que no ha dejado de boicotearme. ¡Ahí no te puedo negar que me fue imposible soportar tanto! ¡Me hizo llegar a un límite! Daniela: Pero ese límite tiene su consecuencia y no puedes escapar de ella. Lo mismo te digo a ti Porfirio, se ha popularizado hoy en día que muchos autores de la temática del “narco”, tienen que hacer una fuerte investigación de campo y sabes que con esa gente te expones mucho a lo que acabo de decir: consecuencias. Porfirio: No tienes idea de todo lo que me costó escribir una obra así. Tuve que entrar en contacto con los sicarios mismos, entrevistarlos y ganarme su confianza para convertirme en su protegido, si no lo fuera, ya habría pasado a mejor vida por lo que puse en mi obra. Daniela: De hecho, creo que no le has dicho a Basilio algo que debe de saber. ¿A qué me dedico y cómo me conociste? Porfirio: Sí hermano, ahora debes de saberlo. ¿A qué piensas que se dedica Daniela? Basilio: No lo sé… teórica de teatro, dramaturga, actriz profesional, bailarina, no, no lo sé. Pero me parece que sabe lo que está haciendo. Daniela: Pues estás un poco alejado en algunas cosas, pero en lo que sí has dado al clavo es en el hecho de que tengo una ocupación muy poco usual, más para una mujer y que parece salida de la ficción. ¡Detective Privado! Basilio: ¿Lo dices en serio o estás jugando a las novelas policíacas? (A Porfirio) Ya se me hacía raro que una mujer aceptara venir a tu casa con lo hijo de mal dormir que eres. (A Daniela) ¡Y tú!, si no me estás montando una farsa, ¿Cómo fue posible que te dedicaras a esto que dices? Daniela: ¿Qué más querías? Estudié Periodismo y en ningún pinche lugar me dieron trabajo, no me quedó de otra que buscar algo y pues… mi padrino me metió en esto. Basilio: Antes de seguir, respóndeme una incertidumbre. ¿Qué tanta relación ha tenido el teatro en tu vida? ¿O todo este duelo no fue sino una mascarada? Daniela: No lo fue. Yo siempre quise ser actriz profesional y vivir de ello, pero aparecieron otras prioridades y me tuve que ir alejando. He de decir que esta disputa es lo mejor que me ha pasado en mi vida, sí analicé toda tu obra y me parece genial. Porfirio al conocerme pensó que era una periodista cultural interesada en el teatro, creo que después de todo no soy tan mala actriz. Basilio: Bueno, ¿qué es lo que me tienes que reclamar ahora? Yo sé que he hecho cosas muy malas a lo largo de toda mi pinche vida. Daniela: Ya te he estado investigando y en verdad que tienes un historial enorme: vandalismo, gente golpeada he incluso robo. Lo interesante es que lo hacías con personas muy específicas. Basilio: Claro, sólo con gente que verdaderamente necesitara purgar algún pecado, ahí en verdad que les hice un favor. Daniela: ¿Favor en qué? Basilio: En castigar las malas acciones de muchos, en hacerlos purgar sus pecados, en limpiar a la sociedad. ¿Qué me vas a reclamar? ¿Qué soy un salvaje? ¿Un psicópata? ¿Qué estoy loco? Daniela: No. Hice una investigación a fondo de ti y me topé con tu otra parte, una que nada tiene que ver con todo lo que has mencionado. El hombre amoroso, un maestro muy querido entre los adolescentes a los que les imparte clases a nivel Preparatoria y que nadie podría siquiera imaginar que tuviera la otra personalidad que he mencionado, ya me enteré como ayudaste a esa chiquilla que tenía la mala fama de cortarse sola con un vidrio, me sacó las lágrimas cuando me dijo como la ayudaste. ¡Si supiera que eres un hijo de la chingada! Porfirio: Bueno, ya utilizaste un término distinto a psicópata para este animal. Entonces te daré mi versión de él, pero no sin antes dejarlos solos un momento, sirve que hablan más a gusto y regreso con más vino. (Porfirio sale al espacio calle) Basilio: Ahí ganas la apuesta, no tienes idea como me pesa ser un mal ejemplo para mis alumnos con esas cosas que a veces hago. Daniela: Te diré porque lo haces, porque te gana tu animalidad. Muchos que te han conocido en esa parte me han dicho todo lo que mencionaste, que eres un loco, un psicópata y me llamó mucho la atención el punto de vista de Porfirio. Por eso fue que me interesaba hacer aquí este carnaval de disfraces. Y de algo estoy segura. Basilio: ¡Nada! Daniela: Sí. Eso es lo que somos, que te importe un bledo la postura de los demás, sus comentarios no son sino eso… ¡nada! Basilio: Más de una vez me he arrepentido de muchas cosas y otras no. Ahora por fin verdaderamente siento deseos de cambiar, de no ser un purgador de pecados. ¿Quién te contrató y qué piensas hacer conmigo y con éste? A continuación, Daniela también lanza un monólogo al público un tanto similar al que lanzó Basilio, también baja del escenario mientras el otro personaje queda congelado en el escenario. Comienza música tipo punk, ella más que bailar comienza a hacer un acto de mímica, apuntando a los espectadores. Daniela: ¡Ya estuvo bueno! Ven a una mujer dentro del teatro y ya casi piensan que les va a bailar un tubo o en su defecto, que es una típica mujer diva. ¡Yo no soy así! Sé que muchos no se están tragando que sea una Detective, pero lo soy, porque no me quedó de otra, tengo una hija, estoy separada y no me daban trabajo de lo que estudié. (A un espectador hombre) ¿O qué esperabas tú? ¡Qué me hubiera metida a trabajar en una estética masculina y que ahora mismo te estuviese dando un servicio! (A una espectadora mujer) ¿O tú que hubieras hecho en mi lugar? (A continuación, comenzará a interactuar entre los espectadores apuntándolos con el dedo en actitud de reclamo) ¡Ya estuvo bueno! (Apuntando a Basilio que continúa congelado) ¿Qué que pienso hacer contigo y con el viejito? ¡Ahora lo verás psicópata! (Sube al escenario y vuelve a la escena). Basilio: ¿Quién te contrató? ¿Alguno de los muchos que me tienen resentimiento, la nueva pareja de la que fue mi mujer, alguno de mis rivales o críticos? Daniela: ¡Frío! La mera verdad, qué bueno que te fregaste a esos dos pendejetes, los investigué y en verdad que ya era hora de que alguien les pateará el culo. De tu ex mujer ni te preocupes, está muy ocupada para pensar en ti, por lo que deberías de hacer lo mismo, tus rivales pues… de esa vieja que decía ser francesa y quien sabe que otras chingaderas, pues te diré que llamarla retrasada mental es poco, ¡pero no!, no son y de hecho no he encontrado a un buen crítico últimamente y menos en una ciudad como Guadalajara, así que ninguno de esos. Basilio: En ese caso debo suponer que la investigación me viene de Mazatlán y es por parte de algún político o narcotraficante. Daniela: ¡Frío! la persona que me contrató no es de Mazatlán. Y no tiene nada que ver con la vida que se lleva en Sinaloa. Basilio: ¿Entonces me rindo? ¿Quién te contrató? Daniela: Quizás no te hayas enterado, pero han estado circulando por Internet, fotos de tu ex mujer desnuda. Basilio: ¡Me acabas de decir que ella no tenía que ver! Y no creas, ella misma me llamó y me lo dijo. Supuestamente las subió una “Hacker” de con las que se juntaba, nunca pudo elegir buenas amistades, ¡por eso y más la dejé! Daniela: Ahí ganas la apuesta, de hecho, es a esa mujer a la que estoy investigando y me llevó a ti, todo fue una coincidencia, ella trató de culparte a ti, pero no pudo conmigo, ahora lo evidenció y tendrá que pagar por sus crímenes. Basilio: Una de las amiguitas de mi ex vieja te manda a que me investigues y por pura coincidencia te metes en esto del teatro. ¡Se nota que estamos en México! Daniela: Pero no estás libre de culpas y sabes a lo que me refiero, te inculpó por lo que le has dicho a tu querida y a su nueva pareja. Si haces lo que sé que vas a hacer saliendo de aquí, nada podrá evitar que te denuncie y sabes que lo haré. ¡Dame lo que traes debajo del saco! (Basilio saca un fino cuchillo muy bien guardado, que le entrega a Daniela con una expresión bastante seria) Hay muchas mujeres que necesitan a un tipo como tú, no sé el porqué te obsesionas con una que no vale la pena. Eso de decirle a una mujer que si no se entrega a ti le vas a apuñalar al fulano, no es muy inteligente de hacer y más cuando lo has dictado para hoy. ¡Te he salvado de muchas cosas! La voz de Porfirio desde afuera: (Entrando) ¡Ya llegaron los refuerzos! ¿Interrumpo? Después de la entrada de Porfirio se apagan las luces por un momento, al encenderlas aparecen Porfirio y Daniela sentados en el sofá y dialogando.
Porfirio: ¡Caer en chingaderas! Empecé de mimo callejero en mi tierra, antes de que fuera tan de mierda como lo es hoy en día, conseguí papeles un tiempo y estudié ni siquiera teatro, sino circo en San Francisco, ahí me hice amante del punk y cuando regresé a Tijuana no pensaba sino en hacer teatro y cantar mejor que “Sid Vicius”, aunque nunca se me dio la música. Hice desmadres de uno y otro lado de la frontera, era un “Punk Rocker”, luego me vine para esta jodida ciudad en caridad de refugiado, seguía obsesionado con los escenarios, aquí me casé, me regeneré, tuve hijos y la obligación de mantenerlos, por lo mismo no pude dejar de hacer alguna que otra chingadera dentro del teatro, eso es lo que aprendí, eso es lo que hace un tipo que quizás sea igual a mí. Daniela: ¡No Porfirio! Él no es como tú, por la simple razón que le toca pertenecer a otro tiempo, a otra forma de pensar y es lo que ni tú ni él entienden. ¡No son iguales! Porfirio: Claro que no somos iguales, él representa al joven teatro y yo al maduro. ¿Cuántas veces ha pasado esto? ¿Cuántas veces seguirá pasando? Él no me respeta y le vale madre ser menor que yo, yo tampoco, pues no acepto sus ideas. Porfirio finalmente también lanza su monólogo al público, similar a los anteriores, también baja del escenario mientras el otro personaje queda congelado. Comienza música punk, pero aún más fuerte, sólo que ahora todo gira en su caminata en medio del escenario hasta quedar en medio del público con su bastón en mano, sin dejar de cojear por su pierna paralizada. Ahí es donde hace mímica de estar poseído por la música y empieza a bailar todo lo que su pierna le permita, como tratando de representar un “Slam” sin tocar al público. Porfirio: ¿Me preguntan que si soy punk? Tengo casi cincuenta, yo no me suicidé a los veinticinco, y sigo aquí, haciendo lo que mejor sé hacer o he intentado, tal vez no era lo adecuado eso de la anarquía, tal vez era una chingadera eso de las drogas, los vandalismos y sobre todo el deseo de matarnos ante una guerra nuclear que nunca llegó. Yo no soy de Londres, pero tenía ese problema de identidad, sobre de qué lado era, por eso me llegó tan fuerte, por eso mejor digo que a mi manera el punk nunca muere. ¡Qué sigo vivo! Y será cierto que nunca llegué a ser músico, pero dejé mi testimonio por medio del teatro. A tal grado que literalmente me rompí una pierna en una representación. Que me costó mi primer matrimonio, no se juzgué por lo que hice, no se me juzgue por haber hecho cosas que la moral no aprueba, por haber sacado dinero de otros, por haber engañado a mucha gente. Era eso o morir en escena como Moliere. ¿Y si ahora me preguntan si me arrepiento? Yo les pregunto otra cosa a ustedes que hacen que el teatro tenga sentido ¿Vale la pena ahora? ¿Vale la pena arrepentirse en este momento? ¡Ya viví lo que me tocaba! ¡Ya dejé lo que tenía que dejar! Y resulta que es un alumno el que según esta mujer es mejor que yo. ¡Ya me toca el suicidio! (Sube al escenario y vuelve a la escena). Tienes razón, no somos iguales, él ya me ha ganado al menos según tus nervios. ¿Qué piensas hacer conmigo? Daniela: A diferencia de Basilio, contigo no es tan sencillo y lo sabes, tengo que dar referencias a un cartel de todo lo que has hecho para su competencia, ahí no me puedo detener o decirles algo que no es, ya sabes cuales serían las consecuencias. Por mi seguridad y la de mi hija pase ya la información está mañana, antes de venir a esta farsa. Porfirio: ¡En pocas palabras estoy frito! Daniela: Quizás sí o quizás no. Lo más probable es que te ofrezcan que escribas algo para enaltecerlos a ellos. Muchas veces el artista es como el heraldo griego, inmune y nadie tiene el deseo de matarlo. ¡Tendrás que esperar! Porfirio: En este momento me gustaría desaparecer de este mundo. No tener que ver nada con esa gente que me pagó por escribir; pero qué otra cosa hacía. ¿Enseñar actuación cómo lo hace Basilio? Basilio: (Entrando) ¿Qué hay de malo en eso? Ahí me descubrí a mí mismo, pero no era para ti, hubieras sino un tranza de primera o un “levanta faldas”. Porfirio: Hermano, eres buen actor y siempre he aprendido algo de ti, nunca como hoy, pero no coincido en todo lo que haces, yo no soy para eso. Y lo peor de todo es que ya soy un dramaturgo reconocido, mi sueño logrado hasta este momento. Basilio: Decía Maquiavelo, “el fin justifica los medios”. Lo has logrado, pero como le lo dijo la “Dama de Hierro”, no podemos escapar de las consecuencias. Yo no hubiera podido si me hubiese filereado a ese hijo de puta. Tú ya tienes mecenas narcotraficantes, y ya no puedes desacerté de ellos. Porfirio: Basilio, Daniela, podrían dejarme solo un momento. No los corro de mi casa, pero necesito meditar y mientras pueden esperarme en el parque de a dos cuadras. Daniela: Vamos, él ya no puede escapar y creo que tiene sentido lo que dice. (Ambos salen de escena) Porfirio, al inicio continua nervioso y comienza a caminar de un lado a otro de su casa, después de nuevo se sienta y toma su computadora portátil comenzando a escribir. Sigue estando nervioso, pero en su ejercicio de la dramaturgia comienza a calmarse un poco en lo relativo a su expresión corporal, termina de escribir y se levanta a recitar un monólogo. Porfirio: “Monólogo del Punk”: Ya debí de haber muerto hace mucho tiempo, ya no pertenezco a esta época, ya me debí de haber suicidado, ya debería de ser un mutante que ha sobrevivido a la hecatombe nuclear. (Pausa) ¡Pero sigo aquí! ¡Ya soy viejo y he escupido la anarquía! Ya viví el racismo de ser un jodido mojadito viviendo entre blancos racistas de cabeza rapada, ya fui un fenómeno de circo que viajó de un lugar a otro, ya blasfemé contra Dios y sigo sin creer en él. Ya odié la mercadotecnia, la jodida, pinche y puta mercadotecnia, para darme cuenta que no se puede vivir sin ella. Ya cometí muchos actos de rebeldía en la vía pública, que en muchas ocasiones me ocasionó estar un rato en “la pinta” de este y el otro lado. Pero no me pude escapar de la verdadera guerra, la necesidad a la hora de hacer familia y tener un compromiso, por eso he caído en lo que el punk no debería, por eso me he vendido al verdadero señor Lucifer que en realidad es este mundo. (Pausa) ¡Este puto mundo de mierda que el punk nunca pudo cambiar! Y que sí logró cambiarme a mí. Ya hice lo que tenía que hacer, ahora como buen punk sólo me toca morir. (Pausa Larga) Aunque en realidad el punk nunca mure. Y sí soy punk, pero también un hombre de teatro. Desde que era un escuincle que necesitaba tragar y se la aventó en la calle, pasando de ahí al circo, al teatro profesional, a la dirección a empezar a leer y posteriormente a escribir mis propias obras. Aunque no como yo quisiera, pero a la vez cumplo con otro sueño que tiene todo hombre que se ha dedicado a esto… ¡Morir en el escenario! Gracias por su buen ejemplo señor Moliere, hoy es mi día, hoy moriré. (Pausa Larga) Se apagan las luces. Al encenderse aparecen los tres personajes sobre el escenario, Porfirio está acomodado al centro, en medio de ambos. Daniela: Ya tuviste tu tiempo y en verdad que Basilio y yo hablamos de muchas cosas. Ya hemos decidido hacer muchas cosas, en ocasiones dentro de este trabajo sí he necesitado del apoyo de un hombre y él es el indicado. Basilio: De algo me había de servir lo poco o mucho que sé, pero en definitiva que no por tener un nuevo trabajo dejaré de dar clases. Porfirio: Los dos son jóvenes todavía, pueden hacer mucho. Somos los que ya estamos entrando a la vejez los que en verdad que nos la debemos de pensar. Y más ahora que ya me toca una sumisión a cierta empresa de por vida. Daniela: Ya no puedes hacer nada, y creo que por mi parte es todo, tengo que ver a mi hija. Le doy las gracias por uno de los mejores días que he tenido en mi vida. Porfirio: Espera, si dices ser detective me imagino me imagino que tienes una de esas cosas que sirven para grabar evidencias. ¿No es así? Daniela: Sí. ¿Para qué lo necesitas? Porfirio: Pues me gustaría que me grabaras en mi último mensaje de libertad, hasta antes de convertirme en un achichincle de los sicarios y escribir sólo lo que ellos quieren. Basilio: Suena justo, además le debemos mucho al señor Chacón, nos atendió muy bien y tiene buenos gustos (Se sirve una copa de vino). Te espero Daniela, sirve que me termino esta última, además que tengo curiosidad por lo que va a decir nuestro anfitrión. Daniela: Bueno, a decir verdad, me encantaría quedármelo como evidencia de que no eres el que te van a obligar a ser. (Saca de su bolso el supuesto aparato) Porfirio: ¡Espera un momento por favor! Necesito estar listo. (Sale de escena) Basilio: Me pregunto que hubiera sido de este cabrón si tú lo hubieras conocido en un momento como en el que me conoces a mí, quizás no tendría un fin tan triste. Daniela: Cada quien es dueño de sus actos. Aunque quizás no le correspondió, bueno, el hubiera no existe, eso dice un dicho y es muy cierto. (Pausa Larga) Entra Porfirio con un gran abrigo muy elegante y amplio, a la vez que utiliza un elegante bastón y se ha cambiado el sombrero por uno más elegante aún. Porfirio: Cuando quieras “Dama de Hierro”. Daniela: (Comenzando a filmar) Te diré que nunca has dejado de ser un hombre guapo. Porfirio: (Iniciando un monólogo ante el aparato) Vuelvo a ser lo que una vez fui, vuelvo a ser un punk, una representación del mutante que sería el único sobreviviente de una guerra que en realidad nunca ocurrió. Vuelvo a adoptar toda la anarquía de mi juventud, vuelvo a ser un rebelde en contra de lo establecido. Sólo que ahora es diferente, ya soy viejo y algo me faltaba. Ya soy alguien que ha cumplido con un sueño, soy un dramaturgo prestigiado, soy lo que soy, soy Porfirio Chacón. Ahora he perdido lo que más le duele a un artista, la libertad de crear de forma propia y por el contrario estaré sometido a encargos, por lo mismo hasta aquí dejo lo que soy. Dejo mi obra y dejo todo lo que he hecho excepto una cosa que tenía inconclusa… (Pausa muy larga que se refleja en la expectación de los otros personajes). ¡Morir como punk! (Tira su bastón y rápidamente saca un revolver de su abrigo con el que se dispara en la sien). Basilio y Daniela a la vez: ¡No! Porfirio cae muerto de manera magistral y ambos personajes los miran con desesperación, es tal el impacto que Daniela comienza a llorar. Basilio permanece quieto mirando a su maestro muerto. Basilio: ¡Todo se ha cumplido maestro! Morimos los seres humanos y usted en cierta forma lo hizo en escena como mueren los grandes, pero el teatro no morirá.
(OBSCURO FINAL CON MÚSICA) EPÍLOGO O FINAL ALTERNATIVO Se encienden de nuevo las luces sobre el cadáver de Porfirio con una música más jocosa. Él se levanta riendo, baja del escenario y comienza a reírse y a bromear con el público, no ha perdido al personaje y por lo tanto no deja de cojear. Porfirio: Como dicen por ahí, es lo bueno de saber de teatro. Pistola de utilería, sangre de utilería, una evidencia que parece real y que Daniela entrego a los sicarios sin quedarse a comprobar que estuviese muerto. Como sólo era una estrategia, hasta les sirvió decir que me había suicidado y se han hecho ricos con la venta y puestas en escena de mis obras. Al siguiente día yo me escapé a un lugar del extranjero donde nadie me conoce y no sé si será por suerte, pero sigo actuando, dirigiendo y escribiendo dramaturgia. “Hierba mala nunca muere” o mejor dicho “el punk nunca muere”. Utilizó otro nombre, pero lo bueno es que soy yo quien escribe, sólo que con heterónimo. De Daniela y Basilio, ya no he vuelto a saber nada, pero ojalá que sigan en lo que saben hacer, y la verdad que no hacen mala pareja, quizás ya hasta se hayan casado o tal vez ya se mataron uno al otro (risa burlesca). Lo que importa es que yo sigo vivo o mejor dicho que volví a renacer, ahora ya no soy Porfirio Chacón, todos me conocen como “Oliverio Mota”, y aunque la muerte sí me ha de llegar, que es lo único seguro que tiene un tipo sin fe como yo, hay algo que seguirá existiendo por siempre. ¡Viva el teatro! A continuación, comienza a despedirse y a dar las gracias entre los espectadores, interactuando con ellos, hasta el momento en que aparecen los otros dos personajes a invitarlo a despedirse correctamente, él sube al escenario y los tres se despiden para que por fin caiga el TELÓN.
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