Al borde de la mañana de agua
Oscila una rama al borde de la mañana de agua,oigo el suave rozar de hoja contra aire,
oigo el verde rozar de hoja contra hoja,
el lento declinar de la madera bajo la mano del viento,
flexible pureza chorreante y simple,
como una rama al borde de la mañana de agua,
tan sólo como una rama al borde de la mañana de agua.
Detrás de ella es otro mundo el que se inicia
que puede bien no sea del mundo este otro mundo,
oigo hacia allí los pasos del bebedor de agua de lluvia,
va y consulta en cada odre sobre algún verde secreto,
oigo sus pies hundirse por la senda de barro,
conozco cómo la nube de su frente se irá confundiendo en el cielo,
se irá deshaciendo junto a la lluvia,
desaparecerá por el muro de la mañana de agua.
Todo lo que he dicho carece de algún gran motivo
sólido y febril como es de suponerse toda proposición del mundo,
todo lo que he dicho se apoya en el agua de lluvia
que una delicada rama sustenta al borde de un abismo.
El borde de un abismo es buen lugar para una rama,
lo es para el agua de lluvia que se apoya en la rama,
lo es para la empresa de escribir un poema,
y es así que de todo lo dicho se desprende un último recurso,
que se apoya sobre lo húmedo, simple y puro,
que se arroja de todo mundo seguro para elevarse por sobre
/un abismo.
Roberto D. Malatesta. Ha publicado varios poemarios: Casa al sur, 1987; La prueba de la soledad, 1991; Del cuidado de la altura al níspero, 1992; Las vacas y otros poemas, 1994 y Flores bajo la lluvia, 1998.
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