Exorcismo con manzana
Las estrellas. Su catástrofe de luz sobre los ojos. Zumbido finísimo del iris. Las estrellas. Nos borraremos del sueño de alguien que muy lejos está a punto de despertar (tapiz de trizas). Pero siempre queda un éxtasis oscuro, un fragmento del ritual extinto donde nuestro ser tomó su forma. Recordarlo, sucumbir a la fascinación de un probable entonces (vitral), de un instante donde se presiente la fundación de nuestro significado. Los ajenos. Sonámbulos entre los soliloquios que sustentan la certeza, somos seducidos por la turbulenta luz que se refleja, por un signo que se borra sobre el vaho en el atardecer lluvioso de una ventana, un recuerdo fugaz que corta el tiempo como un tajo. Unción. La respuesta llega tarde, o antes, o borrosamente se aleja. No está en el centro. La imagen es, como la estalactita, una sucesiva sal, un talismán que imanta el recuerdo de otro centro imprescindible e indescifrable.Sabíamos que este instante tendría que cumplirse alguna vez. Una habitación llena de espejos donde la figura se ha roto en irrestañables fragmentos. Los reflejos de su disolución se desplazan penosamente en la noche curva del mercurio. Pero hay un instante, un ángulo desigual de ese universo (miríada), un movimiento oculto en el azar de los reojos donde todo vuelve a ser la exacta figura del principio. La claridad de ese instante es una fisura: el vértigo de los fragmentos fugitivos. Despertamos. Ese instante permea ya el recuerdo desde una imagen que ha sido separada de las otras porque las contiene en su rápida cristalización (canal de nitro). Las estrellas. Sabíamos entonces que este instante tendría que cumplirse alguna vez para que el alma fuera liberada. La genealogía de su horror no está en esa imagen, está en el recuerdo que la hechiza desde su perdido centro y la vuelve un exquisito desconcierto. Basta una vez. Apenas el comienzo.
Digamos el comienzo.
Jorge Fernández Granados. Nació en México, Distrito Federal, el 31 de octubre de 1965. Poeta. Egresado de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Becario del Centro Mexicano de Escritores, 1988-89; del INBA, 1991- 92, y del FONCA, 1992-93. Ha colaborado en Alejandría (UNAM). Premio de Poesía Aguascalientes 2000.
Obra publicada: Poesía: Entretejedura, colectivo, UAM/Delegación Cuauhtémoc, 1988. La música de las esferas, Premio Literario Nacional de la Juventud Alfonso Reyes, en poesía, 1988; Castillo, 1990 (El Sol de Monterrey). El arcángel ebrio, UNAM, 1992 (El Ala del Tigre).