Guadalupe Mercado
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El mito en el poema "Soledad tercera, (Paráfrasis incompleta)" de Rafael Alberti
 

INTRODUCCIÓN

Para acercarnos a la poesía de Rafael Alberti, es necesario observar varios elementos. Nos encontramos frente a una de las más ricas figuras del arte del siglo XX; un poeta que ha participado en el renacimiento de la cultura occidental, cantando la modernidad al mismo tiempo. Es necesario recordar que pertenece a la generación del 27, movimiento que toma su nombre precisamente del año en que los poetas de ese grupo hacen un homenaje al "Príncipe del oscurantismo", don Luis de Góngora y Argote. El culteranismo, una de las dos escuelas del barroco español tiene en él al más preclaro representante. Pero Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Federico de Onís y Miguel Hernández no están de acuerdo con esa apreciación, y querrán rescatar del olvido al gran creador olvidado durante 300 años.

    El poema que nos ocupa es un parafraseo de la Soledad Tercera que aparece en el libro Cal y Canto, de 1934, en el que Alberti ofrece como un homenaje al maestro indiscutible de lo clásico; un uso remarcable del hipérbaton, de la imagen y de la metáfora, así como de los símbolos que se han decantado poco a poco a través de las edades. El tratamiento de la mitología puede ser considerado como una manifestación suplementaria del poder creador, soberbio y exuberante de Alberti, quien busca su expresión en la urgencia. A pesar de todo, es claro que no puede detenerse en la imitación pura y simple, porque el libro contiene al mismo tiempo los himnos contemporáneos que provocan los nuevos descubrimientos de la técnica y la modernidad. Un futurismo que comparte Alberti con Pedro Salinas, por ejemplo, al cantar éste al Radiador y fogata.

    Su disciplina rigurosa le demandó una simbología nueva, un código nuevo de significaciones que han aparecido súbitamente desde los primeros años del siglo.

    Es ésta la más importante de las aportaciones de Alberti: él ha encontrado, junto a su generación, la manera de nombrar lo nuevo y de una manera poética.

    Se trata de decir solamente las cosas de todos los días, la realidad con todos sus cambios. He aquí a Alberti, que se ha transformado en poeta de su tiempo, desde donde ve el futuro, próximo o no. A partir de ese momento, él sabe que todos esos cambios van a durar y constituirán el paisaje nuevo.

    Se habla mucho de los tiempos que surgen sin tener aún sus diosas, sus dioses, su Olimpo ni su Panteón.

    A pesar de las dificultades, Alberti ha encontrado la belleza para rendir homenaje a todos esos acontecimientos:

Ojo de los semáforos, colgada
la luna...
    La riqueza formal que alcanzan esos elementos de realidad bajo los toques casi mágicos de Alberti es innegable. Él crea un "escenario" plástico para la nueva expresión, dándole un sentido teatral, preludio de la nueva era. HOTEL DE DIOS: pulsado por los trenes
y buques: Parque al sur. Ventiladores.
Automóvil al mar y los andenes.
    Volviendo al homenaje que le merece el clásico Góngora, debe señalarse el placer que provoca su lectura cuando se desentrañan los sentidos ocultos que él entraña. La selección del poema ha sido afortunada; en él habitan los elementos más queridos de la poesía: Apolo, las dríadas, los vientos, el arpa, la cítara, los serafines, los ángeles, la gloria, los siete cielos, Dios.

    Perséfone, el trigo, los infiernos, el verde; la muerte y el renacimiento; los ritos iniciáticos de Eleusis, que pasan por los infiernos para acceder al cielo.

    También encontramos a Narciso, la fuente, el hermoso joven atraído por las aguas, las sirenas que lo seducen con la melodía de sus cantos; porque ellas simbolizan la autodestrucción del deseo, del cual una imaginación pervertida no presenta más que un sueño insensato, en lugar de un objeto real y una acción realizable.

    Ulises aparece con el mar y sus peligros, así como el sentimiento de la pérdida.

    Los lazos que atan al héroe no son los mismos en el poema; la aparición del unicornio salva al poeta de sus pulsiones obscuras y primitivas. El unicornio nos hace viajar a la Edad Media; su significación de pureza y de justicia hará desaparecer las visiones infernales que asolan al poeta.

    Alberti habrá nacido para la poesía. Tal es la significación cósmica del poema. Porque se trata de verdadera poesía, la que tiene toda la fuerza de la tradición, ligada a la modernidad; y porque ser moderno no significa rechazar el pasado. Ser moderno significa ser clásico y conocer bien lo que es; lo mejor de hoy viene del pasado, de la historia de la cultura y de la herencia; y como la misión del poeta es la belleza, él la encontrará preferentemente en la tradición y el conocimiento, que frecuentemente se esconden en el seno del misterio.

Conchas y verdes líquenes salados,
los dormidos cabellos todavía
al de la piedra sueño, traje umbroso
vistiendo estaban [...]
    Se trata de un joven que se encuentra en lo profundo de la mar tranquila, cuando violentamente es arrancado por el viento de su entorno para ser lanzado hasta las estrellas. Se termina su calma, así como sus sueños; sus cabellos se alejaron de la piedra que cubrían, actualmente ellos forman las cuerdas de la lira.

    El joven es una estrella ahora; forma parte de la constelación y ha olvidado la mar; es un deber olvidarse de ella, porque el tiempo pasa y porque no hay otra posibilidad: el viento lo ha hecho cambiar.

    El viento es la fuerza de la naturaleza más violenta; tiene el poder de buscar en lo más profundo de la mar todo lo que él quiere. Ahí ha encontrado un joven que puede ser una cuerda, una cítara, una sinfonía. Es él el que quería. Lo arranca de su reposo para hacer de él una estrella. El poder es él, quien llega incluso a quemar. Ahora es la cola del cometa, "celeste y trasatlántica", viene del cielo y pasa a través del Océano Atlántico.

De cometa, la cola
celeste y trasatlántica, cosida
al hombro por un ártico lucero;
    El viento tiene también el poder de cambiarlo todo en la vida del joven; lo atrae en un sentido desconocido. El reposo del joven puede convertirse en música y en estrella que va a perderse en la constelación de la Lira.

    Estamos frente a un muy bello pasaje que evoca la música de las estrellas, con su armonía y sus movimientos ordenados. El acto creativo está presente refiriéndose a Apolo, maestro de los músicos y de los poetas.

    El joven que dormita en el fondo del mar con una piedra por almohada, sus cabellos haciendo de funda, "traje umbroso", puede referirse a la etapa de la vida en que los cabellos tienen todo su color, antes de la aparición de las canas.

    Los elementos por los cuales la mar es designada, son: "líquenes, verdes, salados..."

    Formalmente observamos la utilización del endecasílabo de rimas alternas; se utilizan también los heptasílabos.

[...] cuando, desvelados,
cítaras ya, esparcidos,
por la del viento lengua larga y fría
templados y pulsados
fueron y repetidos,
    El poema está poblado de sonidos; a la imagen plástica de la primera estrofa sucede la irrupción en cascada de sonoridades: cítara es el primer elemento, que simboliza el universo, y las cuerdas son los niveles del mundo; su forma convoca la relación entre cielo y tierra. Más próxima de la significación de ese símbolo en el poema, aparece la lectura que simboliza el canto del universo. El poema de Alberti es un poema cósmico, que lleva la poesía al nivel de la conversación directa con Dios y sus criaturas las más próximas.

    La ambivalencia del sentido del viento nos parece representar la bestia del Apocalipsis; en otros pasajes su acción nos parece benéfica;

por la del viento lengua larga y fría
templados y pulsados
fueron y repetidos;
    Todo esto nos permite pensar en una noción propiciatoria iniciativa de la poesía que produce el viento; éste ha arrancado violentamente al joven de su mundo submarino, al que pertenecía. Él le ha quitado la sal, las algas y las conchas, ha tomado sus cabellos para limpiarlos, "templados y pulsados", como las cuerdas de una lira.

    Una noción inquieta al final de la estrofa: la pereza, de la que Alberti nos habla abundantemente en sus memorias, La arboleda perdida ; ella nos evoca la idea que su familia se había hecho del joven artista poco atraído por el comercio en vinos o por las profesiones liberales;

que el joven caminante su reposo
vio, música segura,
volar, y, estrella pura,
diluirse en la Lira, perezoso;
    Así, la significación de las estrellas juega un rol muy importante en el poema: el cometa y su cola, ornamentos de los vestidos femeninos de hoy; (ligero rasgo de modernidad en un poema que es todo clasicismo). El único ojo de Polifemo es evocado con el nombre de la estrella de la mañana, ubicada en medio del cráneo, sobre la frente. mitra en la almena de su frente sola;     Es posible percibir también el frío de un viento de invierno. El color puede ser blanco o azul hasta alcanzar el nivel de pureza y de belleza etérea. Polifemo, monte nevado, tiene sus ríos, entre los cuales se cuenta uno de luna brillante y mate, que filtra su luz pálida y dulce. la barba, derretida,
de doble río helado
y luna azul de enero;
    Los colores señalados nos lo recuerdan; y las alusiones a Polifemo nos obligan a percatarnos de que se está describiendo al viento en términos del cíclope engañado por Odiseo. grave, ante el asombrado
y atento alborear del peregrino,
de su verde cayado
haciendo cortesía,
rudo, se sonreía
el viento de la selva y el camino.
en la coloración elegida se puede ver la luz de Apolo anterior a su entronización como dios solar.

    El joven es arrancado del mar para ser estrella de la poesía, con Apolo como protector. Se encuentra presente también la noción de armonía, creada por las arpas de los vencedores de la Bestia, una manifestación del mito que hemos observado en "El jinete de jaspe", otro de los poemas del Cal y canto.

El Señor de los vientos observa cómo el viajero llega a sus territorios, mirando la cresta elevada de los árboles que son su bastón. (Otra referencia a Polifemo):

grave, ante el asombrado
y atento alborear del peregrino,
de su verde cayado
haciendo cortesía,
rudo, se sonreía
el viento de la selva y el camino.
    El viajero es contemplado por un Polifemo atento, mientras que él se despierta asombrado. El viento encarna el mito de la Bestia del Apocalipsis, lista a inundar, a invadir y a destruirlo todo.
 
 

TERCERA ESTROFA

De troncos que, a columnas semejantes,
sostener parecían la alta esfera
de la noche, sin fin, muralla fiera,
cuyas siempre sonantes
hojas de serafines son el nido,
al joven le mostraba
el viento y, sin sonido,
a penetrar en ella le invitaba
El viento comienza aquí su obra de seducción; él muestra al joven el séptimo cielo, donde se encuentran los serafines; el ambiente está lleno de cantos y de homenajes dirigidos a Dios1.

    Pero la totalidad cielo-tierra se expresa en la díada cubo-esfera; la esfera significa la perfección y la totalidad; según los profetas, Dios ofrece tres esferas, una por cada cielo: la del amor, roja; la de la prudencia, azul; y la esfera de la creación, verde. Lo que nos permite aclarar el sentido del poema de Alberti, en el que se encuentra constantemente el color verde, no solamente referido al mar, sino también cuando habla del bosque, a donde el viento lo invita a entrar.

a penetrar en ella le invitaba.     Paradójicamente se menciona el silencio, mientras que las hojas de los serafines hacen escuchar sus sonidos: llenos de clamores, con los cuales llenan el universo con sus homenajes a Dios. cuyas siempre sonantes
hojas de serafines son el nido,
al joven le mostraba
el viento y, sin sonido,
    La plasticidad de esta estrofa convoca las imágenes cósmicas de la esfera de la noche; es hasta esas alturas que los árboles llegan: ellos son nidos de serafines. Tienen la altura del séptimo cielo; ahora podemos arriesgar una interpretación, en relación de la cítara: ella es el símbolo del universo; su cuerpo, cerrado de un lado y abierto del otro, significa la relación entre cielo y tierra. El punto de encuentro es el verde de la tercera esfera; de ahí la coloración tan frecuente en el poema, donde se encuentran también los blancos y los azules del ideal, evocados con el frío y la luna. Y podemos preguntarnos cuál es la significación que pueden tener los troncos que abren la estrofa. De troncos que, a columnas semejantes,
sostener parecían la alta esfera.
de la noche, sin fin, muralla fiera,
    Se trata de la unidad cielo-tierra que se alcanza con ellos, que son los cubos de la pareja cubo-esfera. Existe en ellos la noción de pasaje. Las columnas que son los troncos abren sobre el cubo, que sostiene la esfera de la noche sin fin. El pasaje de la forma del cubo al círculo, encierra el símbolo del retorno de lo creado a lo no creado; es el pasaje de la tierra al cielo al que es invitado el poeta, para encontrar la plenitud acabada, la perfección del círculo completo. Allá encontrará los serafines; ellos lo esperan para elevarlo hasta su altura, para darle su fuego, su luz y su calor, así como su profundidad. Ellos le darán la palabra, el término perfecto para elaborar sus propios homenajes.

    Todo el pasaje está en relación con el concepto de iniciación, la que le permitiría tener la luz y rechazar las sombras, en unión de los serafines.

El viento tiene la simbología, entre los hindúes, del intermediario entre cielo y tierra. Él es nacido del espíritu2. Es sorprendente la cantidad de significaciones de un mismo elemento; pero hay qué reconocer que la poesía puede ser así. El viento puede ser un monstruo que come carne humana, como Polifemo, pero tener el corazón tierno para enamorarse de la bella Galatea.

    Según la Biblia, los vientos son el aliento de Dios, que ha dado la vida al primer hombre. Ellos son, también, la brisa que anuncia la llegada de Dios; son instrumento de poder divino, vivifican, castigan, instruyen. Como los ángeles, ellos portan el mensaje de la creación, manifestando lo divino que quiere comunicar sus emociones, de las más dulces a las más agresivas.

    Formalmente, la estrofa nos ofrece una aliteración con el sonido v.

al joven le mostraba
el viento y, sin sonido,
a penetrar en ella le invitaba.
    El conjunto cerrado de árboles se revela contra el intruso que ha profanado su territorio; impotente porque está atado, "fijo el pie en la tierra", él estalla en movimientos que imitan los ataques propios del impotente; las palabras siguientes subrayan la violencia contenida: Sin orden, escuadrón se retorcía,
monárquico y guerrero,
luchando, prisionero
en la nocturna cárcel de la umbría,
que, fijo el pie en la tierra,
sus brazos mil movía
con simulada, silenciosa guerra.
    En esta estrofa encontramos la ausencia de color: en la nocturna cárcel de la umbría, y también una sonoridad que invita al silencio: con simulada y silenciosa guerra     La plasticidad observada en la estrofa es totalmente gráfica; y, en los términos empleados, se han utilizado cantidad de [r] que expresan el sentido guerrero de los árboles: escuadrón, monárquico guerrero, nocturna cárcel umbría
 
retorcía , tierra.


    La redundancia de la consonante es una aliteración muy fuerte, perfectamente adaptada al momento evocado. Y la noción fundamental que aparece aquí es la de la intromisión en lugar prohibido, cerrado y sagrado, siempre guardado por los guardianes, como el perro Cerbero.

    He aquí el fin de lo que pudiéramos llamar una primera parte; del poema y del análisis. El desencadenamiento de las acciones, sorprendentes, vendrán en la segunda.
 
 

QUINTA ESTROFA

El joven se dirige al espíritu de los bosques, a quien llama "mago", buscando su protección; le pide sea su Virgilio, según la tradición clásica... Para obtener su aceptación bondadosa, el joven le hace una descripción de sí mismo:

al sin estrella, errante
nadador de los trigos y las ondas,
los altos, voladores
coturnos de los céfiros vestidos  
El viajero es, sobre todo, un nadador; no solamente de las aguas, representadas por la palabra "ondas", de suave tersura, pero también de la tierra, evocada por Deméter, cuya representación nos conduce a evocar los Misterios Eleusinos: parece que se debe buscar el sentido religioso de la espiga de trigo en el sentimiento de armonía entre la vida humana y la vegetal, sometidas las dos a vicisitudes parecidas3. nadador de los trigos y las ondas, El viajero es nadador en la mar y en la tierra; aquí él sabe representarse por el más acabado de sus frutos, significando la alternancia de las estaciones y la muerte, completamente necesaria, para poder después de ella conocer un renacimiento, sólo posible a través de los Misterios4; el joven viajero quiere calzar los coturnos de los actores de la tragedia; él quiere volar por los aires. los altos, voladores
coturnos de los céfiros vestidos;  
    Ellos están preparados para la representación teatral: tienen el vestido puesto y calzan los zapatos especiales. ¿No se trata del mismo joven, quien continúa describiéndose a sí mismo, listo para la ceremonia de iniciación?

    Una cosa es cierta: él sabe que se encontrará en una situación llena de peligros, como testimonia el fin de la estrofa:

conduce, vigilante,
por entre los mentidos
de las vírgenes selvas gladiadores.
    La falsedad es un elemento a observar, en el seno del cual hay qué aventurarse; pero aparece también el tema de la virginidad que alcanzará inmediatamente su significación: el joven es ahora un nuevo Odiseo a punto de sumergirse en lo profundo de los mares: antes de partir, Circe lo ha preparado contra el venenoso canto atrayente.

    "Vírgenes selvas" nos habla de espesuras jamás exploradas, de los caminos no frecuentados donde los gladiadores falsos pueden disfrazarse en árboles. He ahí el presagio, como quiere Salinas.
 
 

SEXTA ESTROFA

La alegoría continúa; el viento se ha metamorfoseado, ha tomado la forma de un animal; de él tiene ya la barba y la cola. En lo alto, es "la tromba"; abajo, la cola, "mar veloz de nieve". Formalmente podemos notar la omisión del verbo, que produce construcciones sintácticas muy interesantes: "tromba la barba y mar veloz de nieve".

El torrente de la montaña nos hace recordar la mar; él tiene su fuerza, su movimiento, las idas y venidas de las aguas y, sobre todo, los vestigios de la tempestad. Tenemos la "tromba", el movimiento en espiral que hace desaparecer el contacto de los objetos con la tierra y el mundo de lo concreto. En la espiral se señala también el simbolismo cósmico de la luna, el simbolismo erótico de la vulva, el simbolismo acuático de la concha marina; ella representa, en suma, los ritmos repetidos de la vida, el carácter cíclico de la evolución, la permanencia del ser bajo la fugacidad del movimiento5.

    El viento luce su poder y fuerza con el objeto de sorprender al peregrino perdido; surge aquí un nuevo elemento: el didáctico, redoblando la idea de una ceremonia de iniciación.

    El movimiento es vertiginoso en todos los sentidos: va de lo giratorio a lo descendente, es trepidante. El viento encuentra aquí su mejor fuerza, su violencia mayor, su altura máxima; es decir, se ha puesto de pie. Sobre él mismo es "tromba", furia de huracán que trastorna todo. Posteriormente, el texto nos hace ver la nieve; ella también es nieve agitada, metamorfoseada como la mar, llena de movimiento y de velocidad.

    La respuesta que ofrece el viento a la solicitud de ser guía y guardián del poeta es hacerlo víctima de su furor, queriendo mostrarle de lo que es capaz. Y la tempestad se acompaña inevitablemente de lluvia.

la del verde aguacero artillería.     El color verde actualiza la noción de continuidad cíclica, el renacimiento después de la muerte, el retorno a la tierra después del invierno en el infierno, donde el calor del fuego permite prepararse para renacer. En el Islam, verde es el color del conocimiento, tan querido del poeta; según los místicos alemanes, Mechtilde de Magdeburg y Angelus Silesius, el verde es próximo del blanco, como en el poema de Alberti; por la referencia a las virtudes de Cristo y de la Epifanía. La justicia del verde viene a completar la inocencia del blanco. Se convoca, entonces, la noción de la justicia, así como la de la esperanza; todo en el huracán en medio del cual se encuentra el joven peregrino.

    Otra imagen evocada por el verde, es el Grial, vaso de esmeralda o del más puro cristal verde que tiene la sangre de Cristo; así podemos observar juntas las nociones de amor y de sacrificio, condiciones necesarias para la regeneración, la que expresa el verde luminoso del vaso en la aurora y en el crepúsculo, en los cuales se encuentra el equilibrio entre la muerte y el renacimiento.
 
 

SÉPTIMA ESTROFA

La noción de pasaje persiste, y la prueba ha sido satisfecha; el viajero está sano y salvo. El enemigo de antes, la lluvia que amenazaba destruirlo, se escucha tierna y dócil, como un siervo a sus pies. Surge ahora la humanidad del viento, superando su aspecto vegetal: "guardabosque fiero"; "sus diez uñas"...

    No ha renunciado a su actitud hostil, sin embargo; de manera que sigue siendo "fiero" y se encuentra "calando bayonetas"; sus actos son agresivos, y sus verbos subrayan ésta significación: "hiere, abriendo, calando..."

    La violencia no ha pasado definitivamente; el viento continua a extender ampliamente su fuerza y abre ventanas a la selva impracticable:

abriendo en la umbría miradores a través de los cuales pueden verse las maravillas del séptimo cielo: las fanfarrias que acompañan el canto de los ángeles y de los serafines; ellos tienen también como acompañamiento "las cornetas de la gloria y clamores del clarín de la luna."

    La selección de los términos es extremadamente feliz, y la armonía los caracteriza:

las de vidrio
de la gloria
y clamores del clarín
de la luna y ruiseñores.
    Es solamente el principio: verdaderamente la atmósfera llena de belleza surge en la estrofa siguiente, donde son abiertas las puertas del paraíso. Ahí podrán verse, en primer lugar, las escaleras del cielo, que danzan como jovencitas, según la cadencia rítmica del tiempo. A través de él, las horas son verdes, proclamando la continuidad de los renacimientos. El cambio al blanco, "despintado y frío", nos hace sentirnos próximos del hielo, nombrado de la siguiente manera: "su azul inmóvil, su marfil valiente."

    Es ésta una estrofa de cristal, llena de la arquitectura que tiene la transparencia de los hielos de invierno y que cambian a medida que el sol recorre su camino en la bóveda celeste.

[...] fugitivas,
y al son resbaladoras
de las nocturnas horas,
    Alberti continúa y nos muestra el misterio milenario que encierra el bosque, en el que el poeta ha entrado; nosotros sabemos ya que se trata del bosque sagrado de los robles, que guardan las dríadas: guardianas celosas, toman la forma de los grandes árboles, símbolos de la fuerza, de la longevidad, de la altura física y espiritual despiertan de las álgidas, esquivas,
dríadas del rocío,
de la escarcha y relente,
su azul inmóvil, su marfil valiente.
Si Góngora ha subtitulado su "Soledad" ,"Fábula de Polifemo y Galatea", nosotros podríamos esperar que Alberti hubiera dado el bello nombre de Dríadas a su poema6.

    Esta antigua creencia conserva la frescura como característica; en el poema, los términos que la expresan son: "frío, rocío, marfil, álgidas, escarcha..."

    Toda la significación del poema gira en torno de la noción de frío, de humedad, que influyen en la selección de los colores.

    Los robles son árboles muy altos, dan la impresión de subir hasta el cielo; su ascensión los cambia de verdes a blancos: es decir, de la tierra a lo aéreo y a lo divino; así, la noche les aporta el frío y el rocío helado, que da nacimiento a las bellas imágenes, llenas de movimiento, de las Dríadas.

    La estrofa siguiente hace irrupción con una sonoridad que estalla, donde vemos a Orfeo y su arpa

de los sueños y fieras
domador y pacífico instrumento.
    La sonoridad, otra vez, procede del viento; él hace moverse las hojas de los árboles, y produce su metamorfosis: "arpas de rayos húmedos"; el genitivo da agilidad e implica la sustitución de las cuerdas por los rayos.

    Con la música de esas arpas danzan las dríadas, encerradas en sus troncos, que ellas quisieran abandonar, como lo había hecho Eurídice; pero la muerte la esperaba después de su matrimonio con Orfeo, quien cuida también el bosque sagrado, esperando el posible regreso de su esposa, perdida en los Infiernos.

    Estamos frente a uno de los temas más clásicos de la poesía: el arpa que evoca a Eolo, dios de los vientos, quien hace sonar de manera remarcable su instrumento, así como el arpa de Orfeo; la combinación nos hace sentir vértigo, constatando el poder evocador de la poesía de Alberti, quien hace gala de una erudición formidable, así como de un gran poder de actualización.
 
 

OCTAVA ESTROFA

La noción de movimiento se amplifica con la aparición de la danza; las dríadas han tomado forma de mujeres que lanzan sus brazos hacia adelante intentando atrapar al joven, queriéndolo hacer caer. Éste, fascinado, comienza a dejarse tocar. El espectáculo se vuelve subyugante y embriagador.

[...] –los brazos,
pórtico y diadema retorcidos–;
        De la condición de mujer, las dríadas han tomado el primer signo: los celos: Celosas ninfas, dulces ya
[...]
aprisionan, unísonas, girando,
[...]
al caminante-
    Un posible ajuste sintáctico, rompiendo el hipérbaton, puede permitirnos comprender mejor; pero la exuberancia de las frases que siguen hace el sentido casi hermético. Sin embargo, el ambiente de sensualidad creado resta intacto: "penden el son y vuelo", "de sus libres limones atrevidos". La última frase evoca las rotundas formas femeninas, expuestas en el movimiento libre de la danza; aparece aquí un elemento extranjero a todo lo anterior: la hispanidad de los limones, muy alejada de los robles y de las dríadas: el campo esmerilado o combo cielo
de las lisas espaldas,
la pierna que, viajera,
dispara la cadera...
    El bello carácter vertiginoso de las imágenes es soberbio, y la cadencia de las palabras convoca la de las ninfas: rítmicas, eróticas, sensuales. Ellas hacen despertarse la libido de aquél que mira.

    Las dríadas cierran el círculo; la plasticidad de la escena toma carne con su volumen; es posible sentir el terso toque de la piel, que desciende de la espalda a la cadera, lanzada por la pierna que toma vuelo, "viajera".

    De la misma manera que las sirenas, prisioneras de las aguas, encantadoras, atraen a todos los que pasan, las dríadas de la selva sagrada van a hacer caer a este nuevo Odiseo.
 
 

CORO

"Agrestes voces, lentas o veloces" forman el coro que nos hace conocer la intención de las dríadas con respecto del joven. Ellas quieren darle todo a cambio de su belleza; es decir, de dejarlo desnudo. Ellas, las "Oréades", que habitan la humedad, quisieran que Narciso se acercara a la fuente, con el habitual juego de seducción:

Huéspedas del estío,
del invierno y bailable primavera,
custodia del otoño verdadera,
del trópico y del frío
serás el jefe nuestro, a tu albedrío
    Todas las estaciones, todos los climas le son ofrecidos; él dispondrá sin medida ni restricción; pero hay una condición: la liberación de su cuerpo del lino del que está vestido, a fin de que se convierta en
ónix verde o mármol tu hermosura,
morena o blanqueada
    Se trata de la atracción profunda e irresistible que significan las aguas para Narciso. Las dríadas quisieran verlo transformado en piedra, en estatua; es decir, en eternidad contraria al estatus de mortal.
 
 

DÉCIMO PRIMER ESTROFA

Toda la estrofa es un llamado lleno de urgencia, donde el elemento sexual está fuertemente presente, como en las frases "libre mancebo" y "mueren por sus virginidades".

    Es el pasaje de la carne a la piedra; ser humano dotado de movimiento y de pensamiento, él se aproxima muy peligrosamente a la fuente. Pero el viento rompe el círculo que se había constituido alrededor:

Tanto quisieron la sortija
del ruedo a la enclavada
del peregrino, fija,
columna temerosa mal centrada
    La columna convoca la noción de árbol de la vida, pero la frase "mal centrada" nos hace pensar que el joven comenzaba a transformarse en árbol, aunque no estuviera bien enraizado aún. La columna tiene la significación del conocimiento; aquí, especialmente del conocimiento de las palabras, a través del alfabeto de los árboles de la diosa blanca.

    El riesgo, el peor, era el de perder su alfabeto; es decir, su expresión poética: su abecedario secreto. Ésta es la consecuencia de la atracción que se permitió sentir.

    Llega entonces, de una manera violenta e inesperada, el mensajero de los Infiernos, los ojos llenos de furia, "ciego coral los ojos", quemando, rompiendo todo lo que se encuentra a su paso, blandiendo "la siempre al norte espada,/chispas los cuatro cascos, y las crines, / de mil lenguas eléctrico oleaje".

Verdadera criatura portadora de la muerte, bestia que venga la virginidad durante la edad media, aquí protegerá al poeta y su pureza. Hay que hablar un poco de la violencia del unicornio; su cuerno significa la presencia de lo divino en la criatura; está ligado también a la humedad fertilizante por extensión, a la poesía. El unicornio aparece para defender al poeta y a su poesía7. Su violencia estaba justificada; ella regresa a las dríadas su forma original. El poeta se despierta retomando su naturaleza original.
 
 

CONCLUSIONES

Para terminar el análisis, hay que decir que estamos convencidos de la actualidad de la poesía de Alberti; él da un tratamiento remarcable al clasicismo artístico de la antigüedad y de la Edad Media, pasando por las tradiciones cristianas. Estamos frente a un conjunto muy apretado de la cultura universal; sin olvidar que este poema rinde un homenaje: a Góngora, uno de los más clásicos poetas españoles. Para ser más precisos, es un homenaje al culteranismo, escuela literaria que pretendía actualizar los más puros de los conocimientos poéticos, apoyados en sus recursos más queridos: la mitología, el hipérbaton, la imagen plena de color.

    La perfección que Alberti obtiene es increíble; sobre todo su manera de construir, él mismo, otra posibilidad de hacernos conocer la mitología; él elabora una historia, una fábula que, para nosotros, él construye incluso mejor. Tal es su poder de poeta, del que podemos subrayar la gran precisión, así como la inteligencia preclara. De todas sus cualidades, hay que señalar la sensibilidad, que hace posible un ambiente de encanto muy sugestivo.

    Pero el poder de las palabras poéticas no se detiene ahí; hay qué agregar la impresión de miedo que sabe despertar Alberti, hablando del viento y de la tempestad. Se trata de miedos naturales que van a producir, quizás, la muerte; existe también el miedo místico al unicornio, por ejemplo. Para finalizar, hay qué decir que el poema que hemos estudiado, nos ha dado la ocasión de profundizar nuestro conocimiento de Alberti.


Notas
1. Los serafines estaban por arriba del Señor Yahvé, teniendo cada uno seis alas: dos para cubrirse la cara, (por miedo de ver a Yahvé), dos para cubrirse los pies (eufemismo para designar el sexo), dos para volar. (Jean Chevalier, Alain Gheerbrant: Dictionnaire des Symboles; Laffont, p. 8659.

2. "...de la transformación del viento es nacida la luz que ilumina, resplandeciente, y que rechaza las tinieblas. El espíritu, aguijoneado por el deseo de crear... engendra el espacio. De la evolución de éste éter nace el viento, cargado de todos los olores, puro, poderoso, teniendo la cualidad de tocar... (in SOUN, (Fuentes Orientales, El nacimiento del mundo, I, París, 1959, p. 350).

3. Las iniciadas de Deméter en transe, se unían simbólicamente en su lugar con Iasios, o con Triptolomeo o con Zeus, imitando sus amores en un lugar  retirado del templo, frotando un objeto fálico contra el revés de un zapato femenino; Eleusis derivaba de Eilythuies, "(el templo)" de aquella que da libre curso a sus instintos en un lugar escondido. Los mystagogos entraban entonces con gritos de alegría y llevando consigo al joven Brimos, fruto instantáneo de ese matrimonio ritual. Brimos es otro de los nombres de Deméter y sinónimo de Ploutos; los que lo celebran lo conocían sobre todo por el nombre de Iacchos, -extracto del himno orgiástico, Iacchos, que se cantaba el sexto día de los Misterios, durante una procesión alumbrada por antorchas que salía del templo de Deméter. Robert Graves, Los mitos griegos; Alianza, p. 106.

4. El secuestro de Core por Hades forma parte del mito en el que la trinidad helénica de los dioses desposaba por la fuerza a la triple Diosa helénica-Zeus, Hera; Zeus o Poseidón, Deméter; Hades, Coré. Se trata del sometimiento de los Misterios de la Agricultura por los hombres en los tiempos primitivos practicados hasta este momento por las mujeres. Robert Graves, Op. Cit; Alianza, p. 105

5. Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Op. Cit., p. 907.

6. "...el nombre de esas ninfas saca su etimología de la palabra griega drus que significa "roble, encina". Ellas pueblan los bosques de robles sagrados de la religión griega; los protegen de los vándalos sacrílegos que vienen a cortarlos. Son vigorosas y frescas como el árbol que guardan; tienen su altura, y por mimetismo, la forma de un tronco y sus raíces. Tienen la posibilidad de dejar el bosque y de casarse. (Diccionario de Etimología, Larousse, p. 72.)

7. Este cuerno único ha sido comparado a una verga frontal, a un falo físico (VIRI 202): el símbolo de la fecundidad espiritual. También es, al mismo tiempo, el símbolo de la virginidad física. (Jean Chevalier y Alain Gheerbrant, Op. Cit., p. 569).


Bibliografía
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CHEVALIER Jean et GHEERBRANT Alain, Dictionnaire des symboles; "mythes, rêves, coutumes, gestes, formes, figures, couleurs, nombres." Robert Laffont/Jupiter. Paris, 1995.

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GRAVES, Robert: Los mitos hebreos, Alianza Editorial, Madrid, 1986.

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SALINAS de Marechal, Solita: Rafael Alberti. Gredos, 1938.



 
María  Guadalupe Mercado Méndez. Originaria de Guadalajara, Jal.  Hizo el Doctorado en Letras Románicas de la Universidad de Paul Valéry, Montpellier III, Francia (1994-1998).

    En la Secretaría de Educación y Cultura formó parte del Consejo Consultivo como, se encargó del área de  Literatura del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes y participó en la implantación del correspondiente Consejo Regional en Ciudad Guzmán, Jal.

    Ha publicado poesía, ensayo, reflexiones acerca de los problemas de la lectura en México, ensayos, en diferentes medios  locales, nacionales e internacionales. Además ha traducido  poemas del francés al español. Es autora del libro de poesía titulado Conciencia incierta, 1984. Varios de sus poemas aparecen en la antología Flor de Nueva poesía en Guadalajara, 1988.



Argos 16/ Ensayo