Raúl Aceves
 
 

El cansancio de todas las cosas


a Renato Rosaldo

 
 
    1

A las cosas

una forma de tortura sutil, impalpable

las ablanda todo el tiempo

les impide soñar, les arranca las plumas.
 

    2

Sucede que las cosas

se cansan de ser lo que son.

Esa es la frontera, su premio y su condena:

ser lo que son y no poder ser otra cosa.

Sin embargo,

el árbol quisiera ser barco

el avión, pirámide

y la silla, piano.
 

    3

Las cosas sospechan que algo

no anda del todo bien.

Culpan al inepto gobierno,

al abstracto sistema social

o al Creador del mundo.

A veces también se culpan a sí mismas

y terminan odiándose.
 

    4

Mientras esto sucede

las cosas se descomponen,

se extravían, enloquecen,

llegan tarde, se distraen.

La espera

se les hace interminable.
 

    5

Sobre el mundo vuela

un enjambre de langostas apocalípticas

que todo lo devoran,

sin distinguir lo útil de lo inútil.

Ejército eficaz y ciego

sin corazón y con apetito inextinguible.
 

    6

Las cosas no se toleran entre sí,

están desilusionadas de todas las cosas.

Prefieren la soledad de soportarse a sí mismas

de compartir el tedio venenoso

de los monólogos y las quejas interminables.

La culpa es suya:

de sobra conocen que las cosas son imperfectas,

lo natural es que fallen, lastimen, se descompongan.

Por eso y para eso son cosas.
 

    7

Cuando las cosas se cansan

también se les cansa la forma;

se aguadan, se redondean sus ángulos,

se arquean y agrietan, la energía

se les escapa por los empaques desgastados.

Las cosas terminan

por no parecerse a sí mismas.

Aquí está el origen del desconcierto:

ya no saben cómo son

ni recuerdan cómo deberían ser,

no les interesa su forma original.
 
 

    8

Las cosas están inconsolables,

viven al borde del llanto

y aman su vida y su tristeza.

Desconfían de la alegría,

prefieren la certidumbre del dolor.

Las cosas son realistas,

lo más realista que existe.

Por eso dudan de su existencia.
 

    9

No es que las cosas sean pesimistas.

Sucede que así es la realidad.

Hace lo que quiere y lo que debe

con todas las cosas

aunque protesten, manden cartas al periódico

o se quejen con el Inventor del mundo.

Él delegó su autoridad en la Realidad,

Él no interfiere. "Quéjense con ella", dice.
 

    10

Las cosas se irritan

cuando no pueden hacer su reverenda gana.

Para ellas, eso es ser libres

y ese es su berrinche existencial.

Hacen su capricho

y no hay quien las vuelva razonables.

Su inteligencia no va más allá

de sus intereses inmediatos.
 

    11

Las cosas lúcidas y pensativas

que ven más allá de sí mismas,

son peligrosas y desconcertantes.

Más vale desconfiar de ellas,

silenciarlas y mantenerlas ocupadas.

Porque si tienen tiempo libre

empiezan a pensar. Y eso es lo peor

que puede ocurrirle a cualquier cosa

que desee permanecer normal.
 

    12

El cansancio de todas las cosas

descansa sobre la certeza de su muerte.

Cuando se aproximan a su límite

el propio vacío las atrae con fuerza

al resumidero universal

remolino triturador de seres

gran caño del drenaje cósmico,

donde son reconvertidas en materia prima

energía elemental para inventar nuevas cosas.
 

    13

Tal vez también haya

un cielo y un infierno de las cosas.


Raúl Aceves (Guadalajara, 1951). Es profesor-investigador del Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara desde 1988. Ha publicado varios libros de poesía: Cielo de las cosas devueltas, Expedición al Ser, Las arpas del relámpago, La torre del jardín de los símbolos, Lotería del milagro, Mundos del barro, Dislocaciones y travesías, Aforismos y desaforismos. Además varias antologías y compilaciones, como el Diccionario de bestias mágicas y seres sobrenaturales de América y libros de ensayo literario.



 

Regreso a la página de Argos 15/ Poesía