HÉCTOR LEVY-DANIEL
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Memorias de Praga




EN ESCENA ESTÁN PRESENTES TODO EL TIEMPO HASEL, SU PADRE, JUDITH Y ZEVÍ. LA ENFERMERA ENTRARÁ Y SALDRÁ DE ESCENA SIEMPRE QUE LA ACCIÓN LO REQUIERA.
 
 

    CUANDO COMIENZA LA OBRA HASEL ESTÁ VISIBLEMENTE AGITADO. PRESA DE UN IMPULSO INCONTENIBLE, MATA A SU PADRE. LUEGO LLAMA A JUDITH. ÉSTA NO CONTESTA, SE PREPARA COMO PARA UN VIAJE. ENTRA LA ENFERMERA, PORTANDO UNA PLANTA.

ENFERMERA: ¿Qué me mira así? La traje para usted.

HASEL: ¿Para mí?

ENFERMERA: La tengo en casa y no tengo tiempo ni de mirarla. Acá la voy a cuidar mejor.

HASEL: ¿Trajo la planta de su casa para mí?

ENFERMERA: Tengo muchas plantas. Pero ésta está un poco enferma, necesita que la cuiden, como usted. Así, de un saque los vigilo a los dos, a usted y a esta. ¿Le gusta?

HASEL: Sí... Claro que me gusta. Me encanta que haya una planta en la sala. Se lo agradezco mucho.

ENFERMERA: Anoche gritó. Gritó mientras dormía.

HASEL: ¿Grité? ¿Era yo, está segura?

ENFERMERA: Yo no estaba. Me lo contó Sarita, que vino a verlo.

HASEL: ¿Quién es Sarita?

ENFERMERA: La flaca, con cogote de avestruz y ojos saltones. ¿Qué le pasó?

HASEL: No sé, no me acuerdo.

ENFERMERA: A lo mejor mintió. Hay que cuidarse de esa... es una hija de puta... Por eso todos le tienen miedo, los empleados y los internos. Ya va a ver, un día un loco se va a levantar mal y le va a retorcer el pescuezo. Ese día voy a festejar. Con usted.

HASEL: ¿Conmigo? Usted es muy amable. (JUDITH SE CRUZA CON HASEL. ÉSTE INTENTA HABLARLE PERO NO SE ANIMA).

PADRE: Tomás.

HASEL: ¿Qué?

PADRE: Te tengo buenas noticias.

HASEL: ¿Qué?

PADRE: Adiviná. Mañana vuelve mamá.

HASEL: ¿De verdad? ¿No tiene que estar más en el hospital?

PADRE: No. Ya está bien.

HASEL: ¿Franz y Jiri ya saben?

PADRE: No, todavía no. Quiero que la cuides a mamá. Que la ayudes, que te portes bien. Todos la vamos a cuidar. ¿Sí?

HASEL: Sí. (PAUSA). ¿Ya está curada?

PADRE: Sí, el doctor dijo que está bien, que está muy bien.

UNA LUZ INTENSA SE PROYECTA SOBRE EL COSTADO IZQUIERDO DEL ESCENARIO. ZEVÍ ASCHER REZA LA ORACIÓN DE SHABAT. JUDITH LO ACOMPAÑA, REZA. HASEL AVANZA HACIA ALLÍ CON PASOS TÍMIDOS.

PADRE: (MIRANDO HACIA EL LADO OPUESTO) Judíos... Judíos... ¿Cuándo va a ser el día que no tengamos que convivir con judíos en Praga? ¿Qué pasa, qué me mirás?

HASEL: Nada. No te miré.

PADRE: ¿Te molesta lo que digo?

HASEL: No.

PADRE: Me parece que sí.

HASEL: No.

PADRE: ¿Vos no creés que es mejor vivir lejos de los judíos?

HASEL: No sé. Nunca lo pensé. No pienso en los judíos.

PADRE: Cuando tengas mi edad te vas a dar cuenta.

HASEL: ¿De qué?

PADRE: De que a los judíos es mejor tenerlos lejos. (HASEL SE ACERCA A JUDITH, QUE A SU VEZ SE ALEJA DE ZEVÍ. CUANDO ESTÁN CERCA EL UNO DEL OTRO, SE MIRAN SIN HABLARSE, SE BESAN SUAVEMENTE).

HASEL: ¿Mañana en la esquina de la librería?

JUDITH: (RÍE). Mañana? Mañana no es domingo. Hoy es viernes. (HASEL RÍE).

HASEL: Sí, el domingo. A las tres en la esquina de la librería. (OTRO BESO).

JUDITH: Te quiero, Tomás.

HASEL: ¿De verdad?

JUDITH: Claro...

HASEL: No puede ser, creí que nunca iba a llegar este día.

JUDITH: ¿Por qué?

HASEL: Nunca pensé que me ibas a decir... que me querías.

JUDITH: Te equivocaste, te quiero. (HASEL LA ABRAZA).

HASEL: Yo también... Yo también, no sabés, mi amor, cómo te necesito.

ENFERMERA: ¡Vamos, que es la hora de la pastilla...! (LA ENFERMERA LE ALCANZA UN VASO DE AGUA JUNTO CON UNA PÍLDORA QUE HASEL TOMA. MIENTRAS PREPARA LA INYECCIÓN Y SE LA COLOCA EN EL BRAZO, HASEL HABLA CON SU PADRE).

PADRE: Mañana hay un festejo en el parque.

HASEL: ¿Mañana?

PADRE: Sí.

HASEL: ¿Mañana vamos a ir al parque?

PADRE: No dije que vamos a ir.

HASEL: ¿No me vas a llevar?

PADRE: No sé...

HASEL: Llevame... Te lo pido por favor.

PADRE: No creo que te lleve.

HASEL: ¿Por qué no?

PADRE: En estos días no te estás portando bien.

HASEL: ¿Yo?

PADRE: Franz es tu hermano mayor.

HASEL: Un año. Nada más que un año.

PADRE: Es tu hermano mayor, ¿sí? Lo tenés que respetar.

HASEL: Yo no le hice nada.

PADRE: Le pegaste.

HASEL: ¿Yo?

PADRE: Le hiciste sangrar la nariz.

HASEL: No me acuerdo.

PADRE: ¡Mentís!

HASEL: ¡No me acuerdo!

ENFERMERA: Vamos, no empecemos. Quédese quieto, si no, no puedo.

PADRE: ¿No te acordás? Entonces no vas al parque.

HASEL: Bueno.

PADRE: Le vas a pedir perdón.

HASEL: ¿A Franz?

PADRE: Si no le pedís perdón... Te vas a quedar en casa. (PAUSA). ¿Le vas a pedir perdón?

HASEL: El me buscó para pelear. Yo no quería.

PADRE: Nos vamos, te quedás acá. (SE VA).

ENFERMERA: No se haga el loco, Tomás. Tranquilícese, ¿qué le pasa?

Hoy es un día hermoso. Por qué no se va al patio y se sienta a la sombra. Le traje papel.

HASEL: No, hoy no.

ENFERMERA: Justo hoy no. Usted no se mueve, ese es el problema. Se queda ahí sentado. A veces está todo el día sentado en la misma silla.

HASEL: ¡Ocúpese de sus asuntos!

ENFERMERA: ¡Y estos son mis asuntos! ¿O qué cree? ¡Baje! Aunque sea una vez... Después va a querer bajar siempre. Se sienta a la sombra y escribe.

HASEL: ¿Quién le dijo que quiero escribir?

ENFERMERA: Usted. Usted me dijo el otro día que le gustaría escribir.

HASEL: ¿Yo le dije eso? Sí, puede ser. Me gustaría escribir... Pero no puedo.

ENFERMERA: Trate. (PAUSA). O explíqueme por qué no puede.

HASEL: Usted no me entendería.

ENFERMERA: Haga la prueba.

HASEL: (VACILA, POR FIN SE DECIDE). Yo estoy sentado acá, tranquilo. De pronto siento un llamado, un frío, como una brisa en la espalda. Y entonces me paro así, como ahora... Camino un metro, menos de un metro... y me voy cuarenta años para atrás y aparece ella que me está esperando. Pero no, no es sólo eso. También está él.

ENFERMERA: ¿Quién es ella? ¿Quién es él? (HASEL NO RESPONDE). Vamos, hable, ¿quiénes son? (HASEL NO RESPONDE).

HASEL: (LUEGO DE UNA PAUSA) Claro, ahora va a decir que estoy loco... y tiene razón. Pero yo la veo, la puedo ver, a ella... y a otros.

ENFERMERA: ¿Quién es ella?

HASEL: Usted no puede verla. (LA ENFERMERA LO MIRA COMO INTENTANDO CAPTAR UN CÓDIGO SECRETO QUE SABE QUE EXISTE REALMENTE).

JUDITH : Tomás... (LO TOMA DE LA MANO Y TRATA DE LLEVARLO CON ELLA).

HASEL: Me están esperando en casa.

JUDITH: Estemos juntos un rato.

HASEL: Mejor en otro momento.

JUDITH: No. Quedate.

ZEVÍ: (REZANDO) Baruj atá adonai elohenu melej aolam... (JUDITH ABRAZA A HASEL, LO BESA).

JUDITH: Sería lindo que no nos tuviéramos que esconder, ¿no? ¿A tus hermanos les contaste?

HASEL: No.

JUDITH: ¿Por qué?

HASEL: No me llevo muy bien con mis hermanos.

JUDITH: Yo a Raquel le conté todo.

HASEL: ¿Sí? ¿Y qué dijo?

JUDITH: Está contenta. Pero tiene miedo de que se entere papá.

HASEL: Pero alguna vez ... Se va a tener que enterar.

JUDITH: Por ahora, no.

ENFERMERA: Bueno, me voy. Si por casualidad se le ocurre cambiar de idea, llameme, yo lo acompaño al patio. Le traje papel.

HASEL: ¿Entonces, cómo vamos a hacer para vivir juntos?

JUDITH: Fugar, no nos vamos a fugar... No podría hacerle eso a papá. Se moriría de dolor. Se quedaría solo. Además, no hay ninguna necesidad de llegar a eso.

HASEL: Solo no... Está Raquel.

JUDITH: Él nos necesita a las dos. Es preferible esperar. Y hablarle cuando llegue el momento. Le va a doler muchísimo, pero estoy segura que va a entender. ¿Y tu papá...? ¿No le importa que tu novia sea judía?

HASEL: No sé, no creo que le importe. (ZEVÍ SE ACERCA A JUDITH Y LE OFRECE UNA COPA DE VINO. NO PERCIBE LA PRESENCIA DE HASEL).

JUDITH: ¿Estás seguro?

ZEVÍ: Judith...

JUDITH: Ya es tarde...

HASEL: ¿Cuando nos vemos?

JUDITH: El domingo... En la esquina de la librería.

HASEL: Hoy es domingo.

JUDITH: Hoy es viernes.

HASEL: Te quiero.

JUDITH: Yo también.

ZEVÍ: Judith...

JUDITH: Sí, papá...

ZEVÍ: Estabas aquí, creí que te habías dormido.

JUDITH: ¿Por qué siempre estás mirando por la ventana?

ZEVÍ: ¿Miro mucho por la ventana?

JUDITH: Sí, últimamente cada vez que te veo, estás mirando por la ventana. ¿Qué pasa?

ZEVÍ: Estoy un poco preocupado. Tengo miedo..

JUDITH: ¿Miedo?

ZEVÍ: Hace unas cuantas noches que no puedo dormir. Sueño con cosas terribles, que después no puedo recordar.

JUDITH: ¿Pero de qué tenés miedo?

ZEVÍ: No debería decirte esto, pero desde hace un tiempo siento que se va a venir algo malo. No te burles.

JUDITH: No me burlo. ¿Son los alemanes, no?

ZEVÍ: Sí. En realidad sí puedo recordar mis pesadillas. Sueño que los alemanes entran en Checoslovaquia, en Praga. Te reís... ¿Vos no creés que los alemanes pueden invadirnos?

JUDITH: No.

ZEVÍ: Sí que lo creés, lo que pasa es que me querés tranquilizar.

PADRE: Vamos, Tomás, bajate de ahí que nos vamos.

HASEL: Un rato más...

PADRE: Ni un rato más.

HASEL: ¿Por qué?

PADRE: Mamá nos espera para comer. Ya debe estar enojada.

HASEL: Mamá no se enoja.

PADRE: (RÍE): ¿Quién te dijo que no se enoja?

HASEL: Con vos nunca se enoja.

PADRE: (ABRAZA A HASEL) Puede ser... ¿Y con vos se enoja?

HASEL: A veces, cuando me peleo con Franz.

PADRE: ¿Y por qué te peleás con Franz?

HASEL: ¿Cuándo me vas a llevar al parque?

PADRE: ¡Pero si estamos en el parque...! Vamos, Franz y Jiri nos están esperando. Les prometí que después de almorzar íbamos a ir a pescar.

HASEL: ¿A pescar? ¿Hoy no vas a trabajar?

PADRE: ¿Hoy? ¡Hoy es domingo! Vamos, apurémonos.

HASEL: ¿Cuando vamos a venir de nuevo?

PADRE: Otro día. (PAUSA). Ahí está ese judío piojoso.

HASEL: ¿Qué dijiste? ¿Judío? ¿Qué es un judío?

PADRE: ¿Un judío? ¿Todavía no sabés lo que es un judío?

HASEL LLAMA A JUDITH. ÉSTA NO CONTESTA, SE PREPARA COMO PARA UN VIAJE. ENTRA LA ENFERMERA RIENDO A CARCAJADAS. SIMULTÁNEAMENTE A LA ESCENA SIGUIENTE, EN OTRO COSTADO DEL ESCENARIO, EL PADRE Y ZEVÍ CIERRAN UN TRATO. ÉSTE CUENTA DINERO Y SE LO ENTREGA. EL PADRE FIRMA UNOS DOCUMENTOS.

ENFERMERA: ¿No escuchó los gritos? ¿No escuchó? Vino una estudiante de la facultad... Toda bien vestida, ella... con tacos altos y una pollera ajustada. Caminaba así... Hablaba con uno y con otro y tomaba notas. ¡De pronto se acercó Simón, el loco del primer piso, y le tocó el culo y después la abrazó! ¡La chica se desmayó! Ahora dígame cómo se le ocurre estudiar una carrera así si no puede soportar que un loco le toque el culo! Le traje el almuerzo. ¿Tiene hambre? (HASEL NO RESPONDE). Coma Tomás, le conseguí un plato especial para usted... Pollo al horno.

HASEL: ¿Pollo al horno? Usted... es muy amable.

ENFERMERA: Vio cómo lo cuido, eh. Hace una semana que viene comiendo bien... Le traigo el pollo para que no me falle, eh, Tomás.

HASEL: ¿Qué pasa? No me llama más Felipe.

ENFERMERA: No. ¿No era que usted se llamaba Tomás? ¿A usted le gusta que lo llamen Felipe?

HASEL: No. Yo no me llamo Felipe.

ENFERMERA: Y bueno... Su mujer dice que se llama Felipe, usted dice que se llama Tomás. ¿Y yo con quién tengo que hablar? Con usted. Si usted mañana se levanta y quiere llamarse Pedro, yo lo llamo Pedro y no se discute más.

HASEL: ¿Para eso le pagan, no?

ENFERMERA: No se enoje, yo siempre trato de saber qué le pasa. Yo sé que usted así nomás no me lo va a decir. Y el doctor que tiene no la va a pegar nunca con usted.

HASEL: ¿Por qué?

ENFERMERA: Porque ese doctor es un burro. Es hora del tratamiento.

JUDITH PASA CERCA DE AMBOS CON UN LIBRO EN LA MANO, SE LE VUELA EL SOMBRERO, HASEL CORRE TRAS ÉL Y SE LO ENTREGA A JUDITH QUIEN LO RECIBE DIVERTIDA.

JUDITH: Gracias.

HASEL: Por suerte no le pasó nada. Está intacto. Lástima, se le fue el tranvía.

JUDITH: Lástima por usted, que perdió el tranvía por un sombrero que no era suyo.

HASEL: Fue un gusto.

JUDITH: ¿No llega tarde?

HASEL: Un poco... ¿Usted?

JUDITH: No.

(PAUSA. SILENCIO INCÓMODO).

HASEL: ¿Usted lee mucho?

JUDITH: Sí. Leo. No sé si mucho, leo todo lo que puedo. Todo lo que llega a mis manos. ¿Por qué me lo pregunta?

HASEL: No sé, me lo imaginé. Ahí viene el tranvía... Yo trabajo en la librería del inglés.

JUDITH: ¿Trabaja en una librería? ¿A usted le gusta leer?

HASEL: ¿A mí? Sí... Me gusta mucho. Usted puede venir a visitarme. Yo le puedo hacer rebajas... o le puedo prestar algunos libros. El patrón es muy amable. Aquí tiene la dirección.

PADRE: Tres botellas de vino. Ya las encargué, te está esperando. Y traé un buen pedazo de queso. (HASEL SE DISPONE A PARTIR).

ENFERMERA: Muy bien. Lo felicito.

HASEL: ¿Por qué?

ENFERMERA: Peor no podía haber estado. (PAUSA).

HASEL: ¿Qué cosa hice?

ENFERMERA: Al final creen que la loca soy yo. Yo les digo que conmigo usted se porta como una persona normal y ellas no me creen.

HASEL: ¿Pero qué hice?

ENFERMERA: No les habló una sola palabra en dos horas.

HASEL: ¿A quiénes?

ENFERMERA: A su familia, su mujer y su hija.

HASEL: ¿Vinieron a verme?

ENFERMERA: ¿Usted tiene una familia, sabe? (HASEL NO RESPONDE). Tiene una hija y una mujer hermosas. Aunque es más linda su mujer, y eso que ya no es ninguna nena.

HASEL: ¿Mi mujer es más linda que mi hija? Es raro.

ENFERMERA: ¿Raro? ¿Qué tiene de raro?

HASEL: Yo sé que las mujeres jóvenes son más lindas...

ENFERMERA: ¿Ah, sí? ¿Quién le dijo semejante pavada? (PAUSA). Pero caramba, tiene que hacer un esfuerzo. ¡Aunque no las reconozca, por lo menos hable! Si sigue así le van a dar un tratamiento más intenso, y la va a pasar mal, muy mal.

HASEL: Lo siento, lo siento muchísimo.

ENFERMERA: ¿En qué andaba? El llamado otra vez, la brisa en la espalda.

HASEL: Sí, es eso... ¿Cómo sabe?

ENFERMERA: Usted me lo dijo. (PAUSA). ¿Usted tenía novia cuando vivía en Europa?

HASEL: ¿En Praga?

ENFERMERA: Sí. En Praga.

HASEL: Sí.

ENFERMERA: ¿Y en Francia? Su esposa dice que usted es francés.

HASEL: No. Yo soy checo.

ENFERMERA: ¿Y el pasaporte que tiene su mujer? Tiene su foto, y está escrito en francés.

HASEL: ¿Usted lo vio? (LA ENFERMERA ASIENTE).

ENFERMERA: ¿Cómo se llamaba su novia?

HASEL: No quiero hablar de eso. (PAUSA).

ENFERMERA: ¿Qué fue lo que hizo usted?

HASEL: Nada. ¿Por qué piensa que tuve que hacer algo, algo malo?

ENFERMERA: No sé por qué, se me metió eso en la cabeza. Usted se mandó una gorda allá en Europa, ¿no? ¿Mató a alguien?

HASEL: No. ¿De dónde sacó eso?

ENFERMERA: No sé. (PAUSA). Salga, mire por la ventana, refrésquese un poco. ¿Ve? Mire. La gente pasea, habla... No como usted. (HASEL LLAMA A JUDITH. ÉSTA NO CONTESTA, SE PREPARA COMO PARA UN VIAJE).

PADRE: ¿Dónde está el vino?

HASEL: Lo dejé en la cocina. Tres botellas. Además compré un pedazo grande de queso y jamón.

PADRE: ¿Sobró dinero?

HASEL: Sí.

PADRE: ¿Mucho?

HASEL: Sí. (SE LO TIENDE).

PADRE: No, podés guardártelo.

HASEL: ¿De verdad?

PADRE: Claro. ¿Qué te vas a comprar?

HASEL: Un libro. O dos. Quizá pueda comprar dos.

PADRE: ¿Otro libro? ¿Qué vas a hacer con tantos libros?

HASEL: Voy a formar una biblioteca. Antes de cumplir quince años tengo que tener doscientos libros.

PADRE: ¿Cuántos tenés ahora?

HASEL: Sesenta y tres. Pero todavía me faltan dos años.

PADRE: ¿Los leíste todos?

HASEL: Sí. Algunos no, se me hacen muy difíciles. (PAUSA LARGA).

PADRE: Tu mamá está preocupada. Dice que te va a hacer mal leer tanto. Dice que es mejor que te consigas una novia.

HASEL: ¿Eso dice mamá? Eso lo decís vos. (PADRE ESTALLA EN CARCAJADAS).

PADRE: ¿No te gustaría tener una novia?

HASEL: Sí. Pero tengo tiempo. No hace falta que deje de leer, al contrario. Hay un autor que dice que los libros son una buena manera de conseguir mujeres. (PADRE VUELVE A REÍR).

PADRE: Tomás... Yo quería decirte algo.

TOMAS: ¿Qué?

PADRE: Las cosas no están yendo bien, para mí, para nosotros. Se vienen tiempos muy difíciles. Nos va a faltar plata. Yo hubiera querido mantenerlos un tiempo más, pero es imposible. Franz y Jiri ya están buscando trabajo.

TOMAS: Bueno. Yo puedo empezar mañana mismo.

PADRE: ¡No! No, vos podés esperar un poco más.

TOMAS: ¿Por qué?

PADRE: Porque vos todavía sos un chico. (PAUSA). Pero quiero que me prometas algo...

HASEL: Sí...

PADRE: Yo Tomás... Ustedes tres... Yo tengo puestas todas mis esperanzas en ustedes tres, en Franz, en Jiri y en vos. Pero para mí vos... Vos sos muy estudioso, muy aplicado. Vos sos mi esperanza más grande. Quizás todavía no lo entiendas, pero por lo menos quiero que me escuches. Con el tiempo a lo mejor te acordás de estas palabras y te sirven de algo. (HASEL ASIENTE). Quiero que me prometas que vas a hacer todo lo posible... Quiero que me digas que vas a cumplir con todo lo que yo espero... Todo lo que yo espero de vos. ¿Me lo prometés?

HASEL: Sí. (PAUSA). Mamá me dijo que mañana te vas de viaje.

PADRE: Por dos o tres días.

HASEL: La última vez tardaste casi dos semanas.

PADRE: No, esta vez va a ser distinto, te prometo que voy a volver apenas termine con todos los problemas.

HASEL: ¿Adónde vas?

PADRE: A...

HASEL: Mamá va a estar triste.

PADRE: Mamá está acostumbrada. Ustedes tienen que cuidarla, y sobre todo vos, Tomás, que vas a estar en la casa.

(ENTRA LA ENFERMERA).

ENFERMERA: Yo me pregunto: ¿usted tendrá mucha plata?

HASEL: ¿Yo?

ENFERMERA: ¡Vienen cada ejemplares a visitarlo...! Se nota que les importa un pito su salud pero igual vienen y se plantan acá una hora y media, dos... Y molestan y hacen preguntas... Yo me pregunto ¿qué vendrán a buscar? ¡No sabe la pareja que vino hoy! Ella dice que es la prima de su mujer y él el esposo. Le traje el diario.

HASEL: No me interesa, gracias.

ENFERMERA: Hojéelo. Así se distrae. Quince años de cárcel para el cura asesino de los chicos.¿ Si saben que fue él, por qué no le dan perpetua? Que se quede en la cárcel hasta que se pudra. (PAUSA). ¿Querrán un préstamo?

HASEL: ¿Quiénes?

ENFERMERA: La prima de su mujer y el marido.

HASEL: Es absurdo. Usted me dice que tengo una familia y yo trato y trato... Pero no puedo imaginarme las caras.

ENFERMERA: ¿Y cuándo está con ellas qué siente?

HASEL: No sé. Porque no me puedo acordar de ninguno... de los que vienen a visitarme.

ENFERMERA: Pero tiene que hacer un esfuerzo. Y empezar a hacer memoria. Si no, se va a quedar a vivir acá.

HASEL: Quizás me convenga...

ENFERMERA: No, le aseguro que no le conviene. Los médicos se van a acostumbrar a usted... y lo van a dejar morir.

HASEL: Tal vez sea lo mejor. (LA ENFERMERA VA A RESPONDER PERO SE CONTIENE). Hace mucho tiempo que no descanso. ¡Yo quiero descansar, necesito descansar!

ENFERMERA: Bueno, bueno, tranquilícese. Tome esta pastilla. Pero tiene que acordarse... de su familia. Su mujer, su hija... Y listo. Después se recupera de a poquito... Y después se va. Chau.

JUDITH: Tomás... Tomás...

HASEL: ¿Dónde estuviste? Te estuve buscando toda la semana..

JUDITH: Raquel tiene gripe. Tuve que quedarme con ella todo este tiempo.

HASEL: ¿Gripe? ¿Y ahora cómo está?

JUDITH: El médico dice que ya no hay peligro. Por eso pude venir a verte. Pero no nos vamos a poder ver muy seguido en estos días.

HASEL: Te estás helando. (LA ABRAZA).

JUDITH: No, acá no. Nos pueden ver.

HASEL: Está bien. Ya salgo, me falta media hora.

JUDITH: ¿No te podés ir antes?

HASEL: El inglés salió, no vuelve hasta mañana.

JUDITH: ¿No podés cerrar ahora?

HASEL: No. Tienen que traer unos libros. ¿Tenés que volver ya?

JUDITH: Sí. Papá me está esperando.

HASEL: No puedo acompañarte.

JUDITH: No importa, al menos nos vimos. Te traje Los hermanos Karamazov. Ahora voy a empezar Los demonios.

HASEL: Te extrañé.

JUDITH: Yo también mi amor.

HASEL: Te quiero. Te quiero mucho. (JUDITH SE DESPLAZA CON ÉL A UN LUGAR EN EL QUE SUPUESTAMENTE NO LOS VEN, LO ABRAZA CON FUERZA Y LO BESA).

JUDITH: Tengo que irme...

HASEL: ¿Cuándo nos vemos?

JUDITH: No sé. Yo vuelvo en la semana, apenas pueda.

ENFERMERA: Prepárese que está por venir el médico. ¿Me oyó?

JUDITH: ¿Qué va a pasar si vienen los alemanes?

HASEL: No nos van a invadir.

JUDITH: Todos los diarios de Europa hablan de lo mismo. Hitler quiere invadir Checoslovaquia.

HASEL: Hitler quiere invadir el mundo entero. Eso no quiere decir nada.

JUDITH: No sé que nos va a pasar a papá y a Raquel y a mí si llegan a invadirnos. Sabemos que en Alemania los judíos la están pasando mal. Tengo que irme.

HASEL: No, no te vayas... (PAUSA). Judith... Quiero que hagamos el amor.

JUDITH: No.

HASEL: ¿Por qué no?

JUDITH: No puedo. Todavía no puedo. Quizás más adelante.

HASEL: Yo te quiero, te necesito. Quiero estar solo, con vos, sin que nadie nos mire.

JUDITH: Yo te entiendo, Tomás. Y lo deseo tanto como vos... Pero este no es todavía el momento, para mí.

HASEL: ¿Y cuándo va a ser?

JUDITH: Ojalá lo supiera. Tomás... (HASEL NO RESPONDE). Tomás... (HASEL NO RESPONDE). No quiero que te enojes conmigo.

HASEL: No me enojo. (SE ABRAZAN).

JUDITH: Te lo agradezco... Te quiero. Te quiero. Ya va a llegar el momento, te lo prometo. Pero vos prometeme que me vas a tener paciencia.

HASEL: Quiero que nos casemos.

JUDITH: No, Tomás, no ahora.

HASEL: ¿Qué vamos a esperar?

JUDITH: Tengo que decírselo a papá. Primero tiene que saber que tengo novio. Hay que decírselo despacito, todos los días una frase, hasta que se vaya acostumbrando a la idea. Y después le tengo que dar a entender que nos vamos a casar.

HASEL: Nunca lo va a aceptar.

JUDITH: Puede ser, eso nunca lo voy a saber, porque jamás me lo va a hacer notar. Papá es muy religioso, pero él va a respetar cualquier decisión que yo tome. Es un caso raro. Papá confía en mí tanto como en La Torá. Me da mucha pena por él, es una gran persona.

PADRE: Ellos quieren hacerte algunas preguntas.

HASEL: ¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?

PADRE: Los nazis. Están abajo en el comedor.

HASEL: ¿Están aquí?

PADRE: Te están esperando.

HASEL: Papá... Papá... Por favor sacame de acá. (EL PADRE LE DA LA ESPALDA. SE OYE UNA VOZ EN OFF QUE SE DIRIGE A HASEL. ÉSTE CAE AL SUELO).

VOZ EN OFF: Le conviene hablar. Yo sé por qué se lo digo. Ellos no van a tener mucha paciencia, no van a tener compasión. (HASEL CAE AL SUELO). Levántese. Si viene el oficial y lo encuentra tirado así lo va a moler a patadas. Ellos no van a parar hasta saber dónde están escondidos los Ascher. Ellos creen que usted los está protegiendo. Lo van a torturar, lo van a despedazar. No los proteja más. ¿Usted es el novio de Judith Ascher?

HASEL: Sí

VOZ EN OFF: ¿Cuánto hace que son novios?

HASEL: Un año y un mes.

VOZ EN OFF: ¿Cuándo la vio por última vez?

HASEL: Hace unos quince días. Justo quince días.

VOZ EN OFF: ¿Dónde la vio?

HASEL: En la librería. Después de esa vez, no la vi más. La busqué por todos lados, pero ya había desaparecido. (EL PADRE SE CUBRE EL ROSTRO CON UNA MÁSCARA Y SE COLOCA UNA CHAQUETA DE AGENTE NAZI. SE ACERCA A HASEL, SACA UNA PISTOLA DE LA FUNDA Y LE COLOCA EL CAÑO SOBRE LA SIEN. HASEL OBSERVA COMO JUDITH SE PREPARA PARA UN VIAJE).

VOZ EN OFF: Ya ve, le conviene confesar.

HASEL: Le suplico que me crea, no sé dónde están.

VOZ EN OFF: Como usted quiera. (EL PADRE DE HASEL OBLIGA A HASEL A ACOSTARSE. ÉSTE PROFIERE ALARIDOS DE DOLOR).

HASEL: ¡Judith! ¡Judith! ¡Judith! ¡No pude! ¡Perdoname Judith, no pude! ¡Me quemaron los brazos, las piernas, me quemaron todo el cuerpo, Judith!

ENFERMERA: (ENTRA PORTANDO UNA TORTA CON UNA VELA) ¡Qué los cumpla feliz, que los cumpla feliz...! ¿Qué me mira así? Es su cumpleaños.

HASEL: ¿Mi cumpleaños? ¿Hoy es mi cumpleaños? ¿Quién se lo dijo?

ENFERMERA: Su mujer. Ayer antes de irse me dijo que hoy era su cumpleaños y que hoy iba a volver para saludarlo. Debe estar por llegar.

HASEL: ¿Hoy qué día es?

ENFERMERA: Hoy es martes. Martes 19 de marzo.

HASEL: Estaba seguro de que cumplía en septiembre. El 17 de septiembre.

ENFERMERA: ¿Ah, sí? ¿Y esa fecha de dónde la sacó?

HASEL: Es el día de mi cumpleaños. Yo me lo acuerdo.

ENFERMERA: Bueno, al menos se acuerda de algo. (PAUSA). ¿Y de qué signo es?

HASEL: Virgo.

ENFERMERA: (SORPRENDIDA). Sí. Sí. Virgo. Virgo. Tengo una prima que vive en Santa Fe que cumple el quince y es de virgo. ¿Cómo supo?

HASEL : Soy de virgo, siempre fui de virgo.

ENFERMERA: Esto se lo voy a decir al doctor.

HASEL: ¿Qué cosa?

ENFERMERA: Que usted se acuerda de su cumpleaños.

HASEL: ¿Y qué gano con eso?

ENFERMERA: No sé. La verdad, lo que yo le digo no sirve de nada. El piensa que usted no tiene cura.

HASEL: ¿Eso dice? ¿Dice eso de mí? ¿Quién es el doctor?

ENFERMERA: ¿Cómo quién es el doctor? ¿No sabe quién es el doctor?

HASEL: No. (PAUSA). La única cara que puedo retener es la suya. Debe ser porque la veo seguido. Después, ninguna más.

ENFERMERA: Dios mío, ¡qué pesadilla! Debe ser bravo acordarse de una cara y nada más... ¡y encima mi cara! Pero de otras cosas se acuerda... De Checoslovaquia se acuerda.

De... Praga. (PAUSA MEDITADA). ¿Y de París, se acuerda?

HASEL: Sí. Apenas.

ENFERMERA: ¿Usted nació en París?

HASEL: No. Yo soy checo. Casi no me acuerdo de París, estuve un año, o menos.

ENFERMERA: ¿Un año nada más? ¿Y por qué tiene pasaporte francés? Su esposa siempre dice que usted es francés y muestra siempre su pasaporte.

HASEL: Es un pasaporte falso.

ENFERMERA: ¿Y usted para qué quería un pasaporte falso?

HASEL: No sé.

ENFERMERA: ¿De quién se estaba escapando? Si uno usa un documento falso es para escaparse, ¿no?

HASEL: Cuando me fui de Praga llegué a París. Ahí conseguí mi pasaporte. No me acuerdo más.

ENFERMERA: ¿Y cuándo vino a la Argentina?

HASEL: No me acuerdo. Ahora lo único que recuerdo es Praga.

ENFERMERA: Usted recuerda. Pero nadie le cree. Esa es la desgracia. Su familia y los médicos creen que usted inventa los recuerdos, como el del cumpleaños...

HASEL: Usted me cree.

ENFERMERA: No sé. A veces sí. Algo me dice que usted nos está diciendo toda la verdad. Pero otras veces me digo que usted tiene un trompo en la cabeza que no lo va a dejar curarse nunca.

PADRE: Uno siempre tiene que tratar de ser justo. A veces es difícil y uno tiene que esforzarse todo el tiempo, pero cuando uno hace lo que tiene que hacer siente una satisfacción enorme. (PAUSA). Bueno, vamos, mamá nos está esperando para cenar.

HASEL: No, no me voy a quedar a cenar.

PADRE: ¿Vas a salir?

HASEL: Sí.

PADRE: ¿Puedo saber quién es?

HASEL: ¿Quién es quién?

PADRE: No te hagas el tonto, Tomás. ¿Dónde la conociste?

HASEL: En la librería.

PADRE: Ah, le gusta leer... Como a vos, se van a llevar bien. ¿Cuándo la vamos a conocer?

HASEL: Por ahora, no. (PAUSA).

PADRE: Tus hermanos están celosos, quieren saber quién es.

HASEL: ¿Celosos? ¿Por qué van a estar celosos?

PADRE: No sé, será porque ellos todavía no tienen novia y vos sí ¿Necesitás plata?

HASEL: Y, si me podés prestar algo, la semana que viene te lo puedo devolver.

PADRE: Tomá. No tenés que devolverme nada.

HASEL: Gracias. (PAUSA).

PADRE: Pero no te olvides, tenés dieciocho años.

HASEL: Diecinueve.

PADRE: Es lo mismo. Todavía estás en la edad de tener amigos. ¿Dónde quedaron todos tus amigos?

HASEL: No sé. No los vi más.

PADRE: Es una lástima. ¿Por qué?

HASEL: Ya no teníamos nada que nos una, no nos entendíamos. Ya no me interesa lo que ellos buscan.

PADRE: ¿Y qué es lo que vos buscás?

HASEL: Voy a entrar en la Universidad.

PADRE: ¿A la Universidad? Nunca me lo habías dicho. Creí que querías ser periodista.

HASEL: Lo decidí hace poco.

PADRE: Hace poco Franz me contó que la hija de ese judío piojoso de Zeví Ascher va a estudiar letras en la Universidad.

HASEL: ¿Y Franz cómo lo sabe?

PADRE: No lo sé. Alguien se lo contó en el mercado donde trabaja.

HASEL: Franz no le pierde pisada a la hija de Ascher...

PADRE: ¿Cómo se te ocurre decir una cosa así? Franz jamás andaría atrás de una judía como ésa.

JUDITH ZEVÍ ESTÁN FESTEJANDO SHABAT. ZEVÍ REZA Y LE DA UNA COPA DE VINO A JUDITH. ESTA BEBE. SE OYE UN RUIDO DE TANQUES QUE ATRAVIESAN LAS CALLES DE PRAGA. JUDITH Y SU PADRE MIRAN ATÓNITOS POR LA VENTANA.

PADRE: (DESESPERADO). ¡Son tanques alemanes! ¡Son tanques alemanes! Franz, no te acerques a la ventana.

HASEL: ¡Judith! ¡Judith! (JUDITH DA MEDIA VUELTA Y SE ENCUENTRA CON LA MIRADA DE HASEL. VA HACIA ÉL).

JUDITH: ¿Qué va a pasar ahora?

HASEL: Vamos a tener control policial.

JUDITH: ¿Y qué va a pasar con los judíos?

HASEL: No sé. Supongo que los van a tener vigilados. Van a tener que andar con cuidado.

JUDITH: Tengo que volver, papá debe estar preocupado.

HASEL: Judith, no tengas miedo, todo va a salir bien.

JUDITH: No estoy tan segura. ¿Qué va a pasar con nosotros?

HASEL: Nada. Vamos a seguir viéndonos.

JUDITH: Tengo miedo de que no nos podamos ver más.

HASEL: ¿Cómo se te ocurre una cosa así? Tenés que estar tranquila.

JUDITH: No puedo. Tengo mucho miedo. No sólo por mí... Por papá y Raquel también, sobre todo por ellos.

HASEL: ¿Qué van a hacer?

JUDITH: Rezar y rezar. ¿Qué otra cosa podemos hacer?

(ENTRA LA ENFERMERA CON UNA BOTELLA Y DOS VASOS).

HASEL: ¿Qué hace?

ENFERMERA: ¡Shhhh! ¡No diga nada! Si el doctor se entera de esto me raja ahora mismo. Pero tenía que venir, una promesa es una promesa.

HASEL: No entiendo.

ENFERMERA: ¿No se acuerda que le dije que el día que a Sarita le retuerzan el cuello yo iba a brindar con usted?

HASEL: No.

ENFERMERA: ¡Pero...! Y no... No se acuerda, ¡qué se va a acordar! Bueno, la cuestión es que Sarita está en terapia intensiva. Carlitos se levantó medio revoltoso, Sarita se hizo la mala y Carlitos la agarró de los pelos y la arrastró por todo el pasillo. Después se le subió encima y no lo podían levantar ni entre tres. ¡Salud!

HASEL: ¿La enfermera se va a morir?

ENFERMERA: No creo.

HASEL: ¿Y Carlitos?

ENFERMERA: Ahora tiene el chaleco. Está en una celda, parece que le van a dar por lo menos quince días hasta que se calme.

JUDITH: Hoy hay mucha gente en el parque.

HASEL: Demasiada.

JUDITH: ¿No le gusta? A mí me gusta mucho ver a la gente los domingos. Todos parecen alegres. (ENCIENDE UN CIGARRILLO) ¿Por qué me mira así? ¿Nunca vio fumar a una mujer?

HASEL: No, no es eso, lo que pasa es que aunque hace años que la conozco, nunca me imaginé que usted fumaba.

JUDITH: (BURLONA): ¿Hace años que me conoce? ¿De verdad?

HASEL: Bueno, es una manera de decir...

JUDITH: Es difícil conocer a alguien.

HASEL: Hace años que vivimos a dos casas de distancia.

JUDITH: Eso sí, hace años que nos vemos.

HASEL: Yo me acuerdo de usted de cuando pasaba por delante de la puerta de casa para ir al colegio. Usted y su hermana siempre llevaban dos colitas. Siempre que la veía usted tenía un gesto de que pasaba algo grave. Ni yo ni ninguno de mis amigos nos animábamos a hablarle. Creo que le teníamos miedo.

JUDITH: ¿Miedo? ¿A mí? Nunca pensé que alguien podía tenerme miedo.

HASEL: No le creo. Cuando usted pasaba todos nos callábamos y usted se daba cuenta.

JUDITH: Es cierto.

HASEL: Cuando usted tocaba el piano, nosotros nos quedábamos al lado de la ventana riéndonos a carcajadas, bailando, burlándonos. Pero cuando yo estaba solo... me quedaba pegado a la ventana durante varios minutos escuchando.

JUDITH: Después que murió mamá no quise tocar más. (PAUSA). Cada una de las melodías me traía el recuerdo de ella. Al final, el solo hecho de abrir el piano se me hacía insoportable. Todavía el piano está ahí. Papá nunca se decidió a venderlo. Siempre tiene la esperanza de que yo vuelva a tocar.

PADRE: ¿De dónde venís?

HASEL: De trabajar.

PADRE: ¿A esta hora? Son las nueve de la noche.

HASEL: ¿Es muy tarde?

PADRE: ¿No cierran a las siete y media?

HASEL: Sí.

PADRE: ¿Y entonces?

HASEL: Me vinieron a visitar...

PADRE: Ah, con razón parecés tan contento... (PAUSA). ¿Cómo es?

HASEL: ¿Quién? Ah, sí... Es muy hermosa. Es alta, tiene el pelo largo, los ojos castaños. Es muy fina, es muy inteligente.

PADRE: ¿Estás de novio?

HASEL: ¿Cómo?

PADRE: ¿Estás enamorado?

HASEL: Sí, estoy muy enamorado. La verdad es que ahora no podría pensar en vivir sin ella.

PADRE: Lo que te está pasando es muy hermoso. Te felicito.

HASEL: Gracias.

PADRE: ¿Vas a casarte? (HASEL NO RESPONDE). Digo... ¿Pensás casarte?

HASEL: No sé, creo que sí.

PADRE: ¿Cuando la vamos a conocer?

HASEL: Pronto, muy pronto. Espero que sea lo más pronto posible. Estoy seguro que a mamá le va a encantar.

PADRE: ¿A mamá? ¿Y a mí?

HASEL: A vos también. (PAUSA).

PADRE: Va a ser un gran momento. Mamá y yo vamos a estar muy contentos. Y Franz y Jiri también.

HASEL: Espero que sí.

PADRE: ¿Es judía?

HASEL: No. ¿Por qué se te ocurrió eso?

PADRE: En Praga hay muchos judíos, no sería nada raro que estuvieses de novio con una judía.

HASEL: Me lo preguntás como si te diera lo mismo. Si a vos no te gustan los judíos...

PADRE: Es cierto, no me gustan. ¿Y a vos te gustan?

HASEL: No.

PADRE: Entonces ella no es judía. ¿Cómo se llama?

HASEL: Beatriz.

ENFERMERA: (ENTRA PORTANDO UNA TORTA CON UNA VELA. CANTA). ¡Qué los cumpla feliz...! Adivine que día es hoy.

HASEL: 17 de septiembre.

ENFERMERA: Ni más, ni menos. Es su cumpleaños. ¿O no?

HASEL: Sí.

ENFERMERA: Bueno, menos mal. Creí que hoy me iba a decir otra fecha. Pero no, parece que hoy es su cumpleaños nomás. Yo siempre le digo al doctor, usted no se merece estar acá.

HASEL: ¿Y el doctor qué le contesta?

ENFERMERA: No contesta, ese nunca contesta. Parece que se va. Va a estar unos años en Norteamérica. A lo mejor ahora le toca uno mejor. ¿A usted igual le importa un comino, no? ¿No le gustaría irse?

HASEL: ¿Adónde?

ENFERMERA: Irse, ¡irse de acá!

HASEL: Sí, podría ser... Cuando esté totalmente curado.

ENFERMERA: ¿Pero cómo? ¿Usted piensa que está enfermo?

HASEL: Y... muy bien no me siento.

ENFERMERA: ¿Qué esconde usted?

HASEL: Nada.

ENFERMERA: ¿Usted me vio cara de gansa?

HASEL: Ni yo mismo sé qué estoy escondiendo. Si pudiera darme cuenta de eso se lo diría ya mismo.

ENFERMERA: ¿Mató a alguien?

HASEL: ¿Me parece que no es la primera vez que me lo pregunta, no?

ENFERMERA: Pero usted no me contesta nunca y ahora tampoco me contesta. ¿Mató a alguien?

HASEL: ¿Bueno, qué es lo que quieren?

PADRE: No entiendo.

HASEL: Sí, qué es lo que quieren, vos, Jiri y Franz.

PADRE: ¿Jiri, Franz y yo? ¿De qué estás hablando?

HASEL: Hoy estuve en el parque, Jiri me siguió toda la tarde. (PAUSA).

PADRE: ¿Jiri te siguió?

HASEL: Sí.

PADRE: ¿Qué quiere?

HASEL: ¡Eso es lo que yo te estoy preguntando!

PADRE: ¡Yo no sé nada! ¿Estás seguro de que era él? ¿No te lo habrás confundido con otro?

ENFERMERA: Prepárese, tiene visitas, lo están esperando afuera. Es su hija.

HASEL: Alguien me seguía, y estaba vestido igual que Jiri.

PADRE: Pero no estás seguro de que era él.

HASEL: Sí que estoy seguro.

PADRE: ¿Vos estabas solo?

HASEL: No. ¿Y eso qué tiene que ver? El domingo pasado me pareció ver a Franz pero no estaba seguro. Pero hoy era Jiri. ¿Qué es lo que están buscando?

PADRE: No sé nada. (PAUSA). Quizás quieren conocer a la novia del hermano menor...

HASEL: Yo sé que sabés. No entiendo qué es lo que están buscando, pero me imagino que pronto me lo vas a decir.

SE OYE EL RUIDO QUE HACEN LOS TANQUES AL PASAR POR LA CALLE. ZEVÍ Y JUDITH POR UN LADO Y HASEL Y SU PADRE POR EL OTRO, OBSERVAN.

JUDITH: Ya no vamos a poder vernos.

HASEL: ¿Qué estás diciendo?

JUDITH: Papá no sabe que estoy ahora en la calle. Si se da cuenta, se muere. Tengo que volver.

HASEL: No, no te vayas todavía. Te busqué todos estos días. ¿Dónde estabas?

JUDITH: Ya no vivo en mi casa. Nos mudamos.

HASEL: ¿Se mudaron? ¿Adónde?

JUDITH: A un departamento, en un segundo piso.

HASEL: ¿Dónde está?

JUDITH: No, no te lo voy a decir. Te pido por favor no me pidas que te lo diga.

HASEL: ¿Cómo puedo estar sin saber dónde vivís?

JUDITH: Le prometí a papá que no iba a decir nada. Tengo que cumplir.

HASEL: ¿Estás loca? Judith, soy yo, soy Tomás... ¿Qué van a hacer?

JUDITH: A partir de ahora vamos a vivir escondidos.

HASEL: ¿Y el negocio?

JUDITH: Papá lo cerró.

HASEL: Están locos, lo que están haciendo es muy peligroso.

JUDITH: Ya lo sabemos, pero no hay otra forma. Tenemos que salir de Praga esta misma semana.

HASEL: ¿Dónde van a conseguir pasaportes?

JUDITH: De eso se está encargando papá.

HASEL: ¿Tu papá conoce a alguien?

JUDITH: No sé, creo que sí. Tengo que irme.

HASEL: ¡No, no te vayas todavía! ¿Cuándo vamos a volver a vernos?

JUDITH: No lo sé, quizá no nos volvamos a ver.

HASEL: ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo?

JUDITH: Tomás, no puedo hacer nada. Tengo que irme con mi familia.

HASEL: ¿Y nosotros?

JUDITH: Ya nos vamos a volver a ver. Si logramos salir voy a escribirte. Y si no...

HASEL: Judith, no podés dejarme así. Tengo que verte de nuevo. Te suplico que me digas dónde estás ahora. Yo los voy a ayudar.

JUDITH: No puedo.

HASEL: ¡Judith, soy yo, Tomás, vamos a casarnos!

JUDITH: Ya lo sé, pero... papá... (ABRAZÁNDOSE A HASEL). Tenés razón mi amor, perdoname, perdoname. Tengo mucho miedo, tengo mucho miedo.

JUDITH SE PREPARA COMO PARA UN VIAJE. LA ENFERMERA MASAJEA LAS PIERNAS DE HASEL CON UN ACEITE. PADRE SE REÚNE CON ZEVÍ EN ALGUNA ZONA DEL ESCENARIO. LA ATENCIÓN DE HASEL SE REPARTE ENTRE LA ENFERMERA Y AQUELLOS.

ZEVÍ: Usted tiene que entenderme, en otro momento lo hubiese podido esperar, pero ahora... Ahora necesito mi dinero.

PADRE: Usted tiene toda la razón, pero hoy no puedo. Quizás la semana que viene pueda conseguir...

ZEVÍ: Trate de comprenderme señor Hasel, los documentos están vencidos hace seis meses.

PADRE: Sí, es verdad, pero usted sabe, las cosas se me hicieron cada vez más difíciles. Le repito, por favor, vuelva la semana que viene.

ZEVÍ: La semana pasada me dijo lo mismo.

PADRE: ¿Qué me quiere decir? (PAUSA). Sí, es cierto, la semana pasada le dije lo mismo, pero ya ve... No pude conseguir nada todavía. (PAUSA). Es más, me pregunto si alguna vez se lo voy a poder devolver.

ZEVÍ: ¿Qué está diciendo? Usted tiene una deuda conmigo, usted tiene que pagarme, yo necesito ese dinero ahora más que cualquier otra cosa.

PADRE: Lo que le debo es bastante, es mucho, muchísimo. Me parece que es demasiado. Yo no recuerdo haberle debido tanto.

ZEVÍ: ¿Qué está diciendo? Acá tengo los documentos.

PADRE: Vamos, usted sabe. Los documentos son papeles.

ZEVÍ: ¿Cómo papeles? Estos documentos están firmados por usted.

PADRE: ¿Ah, sí? ¿Quién lo dice? Yo no me acuerdo haber firmado un pagaré por una suma tan grande.

ZEVÍ: Usted no está hablando en serio. Mire, esta es su firma, ¿o no?

PADRE: Eso no quiere decir nada. Yo firmé por mucho menos. Usted copió mi firma y falsificó documentos por el doble... qué digo... el triple o más del valor.

ZEVÍ: ¿Cómo se atreve a insinuar una cosa así?

PADRE: Usted averiguó, la verdad es que no sé de qué manera, que yo necesitaba plata y se las arregló para ofrecerme un préstamo. Claro, dejó pasar todos estos meses porque estaba seguro de que iba a cobrar mucho más de lo que yo había firmado.

ZEVÍ: ¡Mentira! ¡Fue usted el que vino a casa de madrugada para que nadie viera cómo venía a pedirme por favor que le preste dinero!

PADRE: No levante la voz. En mi casa el único que grita soy yo.

ZEVÍ: Usted me pidió que yo fijara el interés. Yo prácticamente no se lo cobré.

PADRE: Claro, ¿para qué necesitaba el interés, si iba a falsificar los documentos para ganar más del triple?

ZEVÍ: Usted está mintiendo y lo sabe.

PADRE: Yo no sé nada. Yo quiero pagar por lo que pedí y nada más. (PAUSA).

ZEVÍ: Tenga piedad, mi familia necesita ese dinero.

PADRE: No trate de conmoverme, sé que a usted nunca va a faltarle dinero.

ZEVÍ: Usted tiene que pagarme estos documentos. Si usted no me paga lo que me debe, me está robando.

PADRE: (TOMÁNDOLO CON VIOLENCIA). No entiendo. ¿Usted me está llamando ladrón? Denúncieme, vamos. Los alemanes están esperando que usted declare. Pero como están las cosas no creo que nadie venga a buscarme por deberle plata a un judío. Es mucho más fácil que crean que los documentos que usted tiene son falsos, como digo yo.

ZEVÍ: ¡Usted es una mierda!

PADRE: (SIN SOLTARLO). No, usted es una mierda. Y mejor salga de mi casa ahora mismo, antes de que se me ocurra denunciarlo a los alemanes. (ZEVI SE RETIRA CON PASO LENTO. EL PADRE PERMANECE DERRUMBADO SOBRE SU ASIENTO).

HASEL: (SE ACERCA A SU PADRE CON LENTITUD. CUANDO ÉSTE LO VE SE QUEDA OBSERVÁNDOLO CON UNA MIRADA AUSENTE). Te estás quedando con algo que no es tuyo.

PADRE: ¿Qué hacés acá?

HASEL: Zeví te dio el dinero con buena voluntad. Tenés que devolvérselo como sea.

PADRE: ¿Zeví? ¿Quién es Zeví?

HASEL: Sabés de quién te estoy hablando.

PADRE: Ah, de Ascher. Se llama Ascher. El judío Ascher. Volvé a tu habitación.

HASEL: Ellos necesitan esa plata, y vos se la estás negando, se la estás robando.

PADRE: ¿Quién te dijo que le estoy robando?

HASEL: Tenés que darle la plata, papá. Es de él, de él y de sus hijas.

PADRE: ¿Vos? ¿Vos, justamente vos vas a decirme qué es lo que tengo que hacer? ¡Vos sos la vergüenza de mi familia!

HASEL: ¿Yo? ¿Por qué? Vos nos avergonzás a todos con lo que estás haciendo.

PADRE: ¡Vos nos ensuciás a todos revolcándote con una judía inmunda! ¡Y ahora venís a defender a ese judío piojoso!

HASEL: ¡A ese mismo judío piojoso le pediste prestada plata y ahora no se la querés devolver!

PADRE: ¡No le voy a devolver nada a un miserable que me quiere robar con pagarés falsos!

HASEL: Sabés muy bien que fuiste vos el que firmó esos pagarés.

PADRE: No sé como no te echo a patadas de esta casa.

HASEL: Será porque sos un cobarde. (EL PADRE SE ABALANZA SOBRE HASEL. ÉSTE PERMANECE FIRME. EL PADRE, SIN ATREVERSE A PEGARLE, LO SUELTA).

PADRE: Ya vas a ver, te vas a arrepentir. Voy a liquidar a tu puta judía y a toda la familia.

HASEL: Pagále lo que le debés.

PADRE: Le voy a pagar, no tengas dudas de que le voy a pagar.

ENFERMERA: Tengo que decirle algo... Acaba de llamar su hija aquí, a la clínica... Su esposa falleció.

HASEL: ¿Mi esposa?

ENFERMERA: Sí. La encontraron muerta en la cama ayer a la tarde. Se había ido a dormir la siesta. (PAUSA). ¿Y? ¿No va a decir nada?

HASEL: No sé ¿qué quiere que diga?

ENFERMERA: Nada. ¿Usted qué puede decir? (PAUSA). Ella lo quería, los martes y los jueves siempre estaba acá, nunca dejaba de venir. Siempre me decía que no iba a perder las esperanzas. Se imaginaba que un día usted iba a volver a su casa, curado, y que iban a vivir juntos de nuevo, como antes. No lo pudo ver, la pobre. Y usted a ella, tampoco.

HASEL: ¿Cómo era?

ENFERMERA: Era una mujer muy hermosa. Siempre bien arreglada, elegante. Eso sí, un poco nerviosa... Y bueno, con lo que le tocó vivir... Pero era buena, conmigo era muy amable. Y era joven, tendría unos cincuenta y tantos... Pero parecía mucho menos.

HASEL: ¿Cuánto tiempo vivió conmigo?

ENFERMERA: Y, me dijo que casi veinte años...

HASEL: ¿Y la hija? ¿Mi... hija?

ENFERMERA: Y se quedó sola, pobrecita. Usted encerrado acá y la madre muerta...

HASEL: ¿No tiene hermanos?

ENFERMERA: No.

HASEL: ¿Usted puede hacerme un favor? ¿Puede conseguirme una foto de mi esposa?

ENFERMERA: Sí, voy a tratar de conseguirle alguna. Mejor duerma. (LA ENFERMERA SALE)

PADRE: ¡Tomás! ¡A casa!

HASEL: ¿Ya?

PADRE: Te estamos esperando, todos. Vino a visitarte tu primo Láda, te está esperando para jugar.

HASEL: ¿Vino Láda, otra vez? Ya voy. Estoy esperando a Karl.

PADRE: Franz y Jiri ya están sentados a la mesa. Tu madre te estuvo buscando por todos lados.

HASEL: Le dije a Karl que lo iba a esperar aquí, cuando venga no me va a encontrar.

PADRE: Se va a dar cuenta de que es la hora de almorzar. Vamos.

HASEL: Por favor, un minuto nada más.

PADRE: ¡Tomás! ¡A casa!

HASEL: Karl se va a enojar conmigo.

PADRE: ¿Cómo que se va a enojar? ¿Qué pasa, le tenés miedo?

HASEL: ¿A Karl? No.

PADRE: ¿Estás seguro?

HASEL: Sí.

PADRE: ¿Y entonces?

HASEL: Se va a preocupar, me va a buscar.

PADRE: Que te busque. Vamos. (PAUSA). Después de comer vamos a ir al cine.

HASEL: ¿Vamos a ir al cine? ¿En serio?

PADRE: Sí.

HASEL: ¡Vamos al cine! ¿Qué vamos a ver?

PADRE: Una película que eligió tu mamá, con Greta Garbo.

HASEL: ¿Láda también va a ir?

ENFERMERA: Aquí tiene lo que me pidió. Me la dio su hija.

HASEL: ¿Qué cosa?

ENFERMERA: La foto de su mujer.

HASEL: ¿Esta es?

ENFERMERA: Era. Se murió, ¿se acuerda? (HASEL NO RESPONDE). ¿Se acuerda?

HASEL: No.

ENFERMERA: Ya me parecía. Bueno, tenga la foto por lo menos. A lo mejor, de tanto mirarla se le empieza a fijar en la cabeza. Aunque no sé para qué, a ella ya no le va a servir de nada. Y me parece que a usted tampoco.

PADRE SE UBICA AL LADO DE HASEL, QUIEN PERMANECE ACOSTADO. EL PADRE TRATA DE DECIR ALGUNA PALABRA PERO SE INTERRUMPE.

PADRE: Tomás... Tomás... ¿Estás bien? (PAUSA). Tenés que agradecerle a Dios. Tuviste mucha suerte, te pudieron haber matado.

HASEL: ¿Judith?

PADRE: Cuando llegaste acá todo ensangrentado pensamos que te ibas a morir. Estuviste dos días inconsciente, con fiebre, delirabas.

HASEL: ¿Judith?

PADRE: Todo está muy difícil, hay alemanes por todos lados controlando todo. (PAUSA). Yo quería salir con Franz y Jiri para que nos dijeran qué estaba pasando, pero dos soldados estuvieron toda la noche en la puerta vigilando que nadie entre ni salga. Se fueron recién a la madrugada, después de que te trajeron de vuelta.

HASEL: ¿Cómo supieron los nazis que Judith estaba escondida?

PADRE: Te siguieron. Te venían siguiendo hace una semana.

HASEL: Hacía dos semanas que yo no veía a Judith. ¿ Y cómo sabés que me seguían?

PADRE: Ellos me lo dijeron.

HASEL: Ellos.

PADRE: Sí.

HASEL: ¿Por qué los alemanes sabían que tenían que seguirme para encontrar a Judith?

PADRE: No entiendo.

HASEL: Sí que entendés. ¿Quién les dijo que Judith estaba escondida?

PADRE: Ellos averiguaron.

HASEL: ¿Quién les dio la pista? ¿Quién les dijo que yo sabía dónde estaba escondida?

PADRE: No lo sé. No pensarás que fui yo...

HASEL: Yo no lo pienso. Ellos me lo dijeron.

PADRE: ¿Qué te dijeron?

HASEL: Que vos les dijiste que yo podía saber algo. (PAUSA). ¿Por qué me delataste?

PADRE: Ellos me obligaron.

HASEL: ¡Mentira! Ellos nunca hubieran llegado hasta aquí por su propia cuenta. ¡Vos los llamaste! ¡Vos llamaste a los nazis para obligarme a delatar a todos! Vos les dijiste que yo sabía dónde vivían. No pensaste que me podían torturar...

PADRE: Ellos juraron que no te iban a torturar.

HASEL: ¡Entonces vos fuiste el que los delataste!

PADRE: ¡Lo hice para protegerte! Los judíos la están pasando mal. Es peligroso tener trato con ellos, ahora que la ciudad invadida por los nazis. (PAUSA). Ellos... Antes de llevarte me prometieron que no te iban a tocar, que no te iban a hacer nada... ¿No te das cuenta? Nos iban a arruinar la vida a todos. ¡Ese judío sucio me insultó! ¡Y hasta hizo que vos me insultaras! (PAUSA). Perdoname, Tomás, te lo pido por favor, yo no sabía que las cosas iban a terminar así, vos sos mi hijo, nunca hubiese pensado en hacerte mal. Lo único que quería era alejarte de ella.

HASEL: ¿Qué pasó con Judith?

PADRE: Se los llevaron. A ella, a la hermana y a Ascher.

HASEL: Los van a matar. ¡Los van a matar por tu culpa!

PADRE: No los van a matar, los van a trasladar.

HASEL: Los van a matar, si es que ya no están muertos. Y vos sos el cómplice de esos asesinos. ¡Vos sos el asesino!

PADRE: Nadie los va a matar. Van a ir a vivir a otro lugar. Ellos igual iban a escaparse de Praga, ¿no? Esa judía sucia no se hacía mucho problema por tener que dejarte... (PAUSA). Todo va a pasar Tomás... Los alemanes van a irse, vamos a vivir todos como antes y vos vas a conseguir una mujer de verdad. (HASEL, PRESA DE UN IMPULSO INCONTENIBLE, MATA A SU PADRE. LUEGO ARRASTRA SU CUERPO Y LO CUBRE).

ENFERMERA: Vengo a despedirme.

HASEL: ¿Cómo dice?

ENFERMERA: Se lo conté la semana pasada.

HASEL: ¿Qué cosa?

ENFERMERA: Ya no voy a estar con usted.

HASEL: ¿No? ¿Por qué? ¿Qué pasó?

ENFERMERA: Me mandan al tercer piso. Voy a ganar un poco más, parece.

HASEL: ¿Hasta cuándo va a estar ahí?

ENFERMERA: No sé... Unos meses... Unos años... Depende.

HASEL: ¿No va a volver más?

ENFERMERA: No, mi querido. Alguna vez, a lo mejor puedo hacerme una escapada para saludarlo. Pero no creo, dicen que en el tercero no dan abasto con el trabajo. (PAUSA). Bueno, tengo que irme. Ojalá se cure pronto. Si alguna vez se cura y todavía se acuerda de mí, venga a verme. (LO ABRAZA Y LO BESA EN LA MEJILLA). Chau.

HASEL: Chau.

PAUSA. HASEL PERMANECE INMÓVIL, SOLO Y CALLADO DURANTE LARGOS SEGUNDOS, ESPERANDO. CUANDO APARENTEMENTE YA NADIE VA A LLEGAR, SE LE ACERCA EL PADRE.

PADRE: Vamos, a casa. Te estamos esperando, todos. Franz y Jiri ya están sentados a la mesa. Tu madre te estuvo buscando por todos lados.
 
 

LA LUZ SE VA EXTINGUIENDO LENTAMENTE


Memorias de Praga  fue ganadora del premio FAIGA 1997, galardón otorgado en la en la XXIII Feria Internacional del Libro por la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines (FAIGA) y la Fundación El Libro.

    Esta obra fue estrenada bajo la dirección del autor en setiembre de 1997 en el Centro Cultural San Martín y reestrenada en marzo de 1998 en el teatro IFT de Buenos Aires, donde se mantuvo en cartel durante todo el año. Asimismo fue seleccionada para participar del 1er Congreso Internacional de Comunicación organizado por la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires). El espectáculo contó con el auspicio de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y fue subsidiado por el Fondo Nacional de las Artes.


Regreso a la página de Argos 14/ Teatro