Mi pobre viejo
Viejo, mi viejo,
sabes que te pienso
cuando camino por ruinas,
coliseos y capillas.
Porque sentado en tus piernas
me prometiste paseos,
un camión de cocacola
con botellas, y una grúa,
Bloomingdale's y El Corte Inglés.
¿Sabes?, viejo. Buenos Aires
es como me decías:
se parece un poco a Londres.
Cómo gozarías, viejo,
si descubrieras la brisa
de la Vía Apia, y que hay pinos
que te besan las pupilas
en Atenas y en Bagdad.
El castillo de San Jorge
de tu Lisboa, la antigua,
-cómo te hubieras reído-
La ciudad como una foto,
y el castillo
rompecabezas en ruinas.
A veces te hablo en un bote
-tulipanes y canales-
y me trago otro suspiro.
Mi papá es conservador
y mi papá es un playboy.
Es que te recuerdo, joven
de facciones florentinas,
dedos de Adán vaticano.
¡Si no usaras cabretilla;
si tu fortaleza fuera
practicar la monogamia,
tal vez viajaras conmigo!
Pero por ti, papá, viejo,
por ti lo hago y en el Sena
he sellado en una ola
tus iniciales.
Lo siento,
te equivocaste: Sí hay cuevas
en Monte Carlo y en Capri.
Porque soy tu fin, principio,
porque sé lo que te gusta,
pedí en Madrid a la Maja
que te acueste entre sus pechos.
Que yo seguiré viajando
y, viejo, no lo haré solo.
Que se lo diré a tus nietos
sentados en mis rodillas:
Verán el Mediterráneo
conmigo, mi pobre viejo.