Miguel Reinoso
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TOHÛ
(Yermo de silencios)
 

1

El desierto amenaza
con su espacio convicto de silencios,
con el círculo sin norte
de estar adentro escaso de adjetivos
con la letra difunta de su arena.
Espacio sin sentido
-vasto interior de hombres errantes-
que deplora el propio pasto de su carne:
Eres erial del vidrio y de la sed,
faenas de la lengua y de las manos:
fuente del cristal
y manantial de las revelaciones.
 

Este espacio
acaricia los sueños de la luna
-claridad
de harinas en las cenas del engaño-:
es el árido claustro de altas cóleras,
levedad incrustada por el polvo
en el lento anillo de la vigilia.
 

El desierto, desde la ausencia
-espacio injusto de la mano de Dios-
levanta su estructura de la letra y el fervor.
Si alzara muros sería para poetas,
para lo s ácidos y expulsados ángeles del odio.

2

Bautista o Ismael,
sus sueños fueron de roca:
las columnas sobre la arena
(espiral del fuego y de la nube)
y la punzante marea del hambre
les abrieron la boca para oído de otras bocas,
aullidos de salvajes
que fundaron en piedra el canto o el espanto
al margen del orden y línea de ciudades:
Bautista o Israel, hombres de la arena,
abran su recio grito de hiel,
su eremia blasfemia en el blanco rasgueo del hielo.

3

Yermo de mis silencios:
Despiértame
para romper el áspero espejo de mis letras,
Dame
la marea exacta y la voz extraña del salvaje,
Dame
las cuarenta noches de tu arena sin sentido:
Hazme infame,
quiero tragar la alta luna brava de tu polen
y engarzar en soberbia obra argollas
de un ánimo ensalzado por la rabia.
 
 

Regreso a la página de Argos 13/ Poesía