DAS WASSER WIRD KOMMEN
Für Jelena
Überall sah er Musik,
wo keiner sie hörte,
hörte er Farben,
wo keiner sie sah.
Hören und sehen
vergingen ihm nie.
Nur Geschmack fand er keinen
an dem, was den anderen schmeckte.
Nur Geschmack fand er keinen am Leben.
Und er konnte nicht riechen,
was andere rochen,
den Gestank nicht,
sich selbst nicht
und auch nicht die Blumen,
die er nur hörte und sah.
Er sah sie auch nachts und im Schnee.
Er sah die Farben im Schlaf.
Er hörte überall alles.
Er hörte das Meer im Gebirg,
sah es von Weitem her kommen.
Da baute er aus entwurzelten Tannen
unter den Felsen droben ein Boot,
nähte ein Segel,
schnitzte den Mast, die Bank und die Ruder,
wartete auf das Meer.
Er legte sich nachts in sein Boot,
rollte sich in das Segel
und hisste es wie eine Fahne am Tag.
Sein Segel war rot.
Er hatte Geduld und Proviant.
Er war in die Zukunft gespannt.
Er wusste, das Wasser wird kommen.
Des Eis Fliesst herab,
das Meer steigt herauf.
Er hrte es näher und näher,
hörte das Brausen der Flut.
Er hörte das Meer und er sah es
die Ebenen überschwemmen,
die Täler überfluten,
höher und höher branden,
die Hänge, Schluchten und Kare herauf.
Bald wird es sein Boot erreichen.
Bald wird es ihn über den Sattel,
die Zinnen und Kämme reissen
und über die Gipfel hinaus.
Bald wírd das ganze Gebirge,
bald wird die Welt ein Meer sein.
Er hörte, er sah es kommen.
Er war gerüstet zur Fahrt.
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VENDRÁN LAS AGUAS
Para Jelena
El veía música
donde nadie la podía oír;
oía colores,
donde nadie los podía ver.
El escuchar y el ver
jamás se le escaparon.
En cambio no encontraba ningún gusto
en las cosas que los demás encontraban.
No encontró ningún sabor a la vida;
no podía oler
lo que los demás olían.
Ni la fetidez,
ni a sí mismo;
ni siquiera a las flores,
a las que sólo oía y veía.
Las veía incluso de noche y en la nieve.
Veía el color mientras dormía.
Oía todo en todas partes:
Oyó el mar cuando estaba en la montaña,
y lo vio venir desde lejos.
Entonces construyó, allá arriba, entre las rocas,
una balsa con los pinos que arrancó,
cosió una vela,
talló el mástil, el banco y los remos,
y se puso a esperar al mar.
Por las noches se tendía en su bote,
se enrollaba en la vela
y la izaba como una bandera durante el día.
Su vela era roja.
Tenía paciencia y provisiones.
Estaba atento al futuro.
Sabía que las aguas vendrían.
El hielo se deslizó fluyendo de las cumbres,
y el mar comenzó a subir.
Él lo oía cada vez más cerca.
Oía la turbulencia de la inundación.
Oía al mar y lo veía
sumergiendo las llanuras,
anegando los valles,
rompiendo más y más arriba,
trepando por las pendientes, los desfiladeros y las quebradas.
Pronto alcanzaría a su bote.
Pronto lo arrebataría por encima de las crestas,
las cúspides y las cimas,
y por encima de las más altas cumbres.
Pronto toda la montaña,
y el mundo entero se habrán transformado en mar,
lo había oído y lo vio venir.
Estaba preparado para el viaje.
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