Gloria Cortés Palomino
 

Nimiedades

Caminaba mecida al viento por las calles trópicas de cualquier ciudad en espera del instante
cataclísmico que a todos nos llega
                sí Josh también a mí
                        y a mi gato y a mi loro y a mi vecino japonés por si te quieres enterar
cuando el cielo en madrugada rompió en tímidos fulgores hasta convertirse en el reflejo multicolor del día naciente

Tomada por sorpresa se formó un nudo platinoso en el entronque sísmico de mis entrañas y las cavidades subcutáneas del hígado     La duda se instaló con rapidez     Dejaba     acaso la inexistencia codependiente al centro mismo del remolino humano que me rodeaba cuando
                sorpresa en mano
                y mano sobre el bigote
los tímidos transeúntes dejaban su carrera de espías ambulantes para buscar la protección del entorno colectivo transfigurado en la imagen púber del vampiro invertido que llega tarde a casa
                ironía de la vida para quienes viven de mirarse en un espejo
                y encontrar acorralado el rostro de otros

Las sombras me dieron abertura para dezplazar el ingenuo manto de sensaciones transpuestas
        mitad tumefactas    mitad florecientes    que hacían de mi persona un ser amorfo irreal y caído en la oquedad del cromado contorno suburbano

Iniciado hacia atrás el recuento de todo lo permitido sólo me quedaban dos opciones
                o abrazar la triquiñuela de ser un algo incierto en el conjunto de existencias
                coloquiales
 
 












o desaparecer



Regreso a la página de Argos 12/ Poesía