Jesús Garza
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....SUPONGAMOS ENTONCES QUE ESTO ES UNA CANCIÓN DE AMOR.



 
 
 
 

I dont’t mind stealing bread
From the mouths of decadence

Chris Cornell


 

Este sol embriagado nos sigue avenidas enteras, escuchando a los Stones, a los viejitos Rolling Stones, y nosotros que aún no conocemos los diarios de Dorian Grey. Cervezas seis latas frías para bautizar el color de este día y disculpar de una buena vez el ritmo per-verso y las rimas no intencionadas. Nuestro Bateau Ivre (y si no se puede pronunciar, pues ni modo), un volkswagen rojo que atraviesa la monumental monotonía de la calle López Mateos; el coche, automóvil o como se diga, se inunda del color sonriente de tu boca y seguimos bebembriagándonos magníficamente el uno del otro cuando veo cerveza en otra tienda, así que: detengámonos.

    Lindo disparate que se va armar con este quiebratatemas: versa versando y dos caguamas por delante, arranca el carro del silencio un insomizado rugido, y otra vez (para qué otra, mejor ésta), es decir, esta vez de nuevo a la calle con la música que sigue. Jagger nos canta, nos decanta sin prejuicios aunque entre los dos apenas sumamos su eterna edad. Eternidad Citla, y ¿cuál es el nudo del conflicto si nuestra cuerda es lisa y tensa? Del Sol nos queda el cadáver, retornable por supuesto porque arriba es abajo y al revés también, así que nos damos la vuelta en "u" vocalizando de la mano del saltarín Jack, aullando rumbo a Ciudad Satélite.

    Arcano: secreto: los arcanos de la política. Mayores y menores, Arcanos. Como la ostra noche que aperlada se abrió, lunatizándose, arcánicamente. Un ciempiés cruzaba con lentitud a pesar de su exageración locomotora la banqueta límpida y todo su ser se sacudía, ondeaba, no cual bandera sino como odalisca, ondeaba a la caza de su manzana.

    Y nosotros ondeamos estrellados al mediodía cuando la noche es una sospecha. Ondeamos a destiempo nuestra bandera.

    Arcano: secreto. Las señales sobre la mesa (¿habrá agentes de tránsito para el misterio?) Un semáforo coquetea con tus ojos, con tus solares ojos de miel y Mick mueve sus caderas, se contonea, hace un quiebre de cintura y el barco ebrio deja pasmados a los amables automovilistas que presencian nuestra fuga.

    Vamos rectilíneos, haciendo el amor en cualquier refugio, poco a poco, mientras la cerveza coloniza al ánimo. En contra de la voluntad del mundo nos movemos, huyendo del encierro diario para jugar un rato en los jardines del tiempo.

    Te miro y te sé estandarte del alba, con tu tatuaje de fuego en el tobillo. El sol a tus pies, acariciándote, y mi mano entre tus llamas.

    Por la esquina un niño se divierte con las cartas de la muerte. Uf. Qué Arcano; "altas y bien paradas desde tus rodillas". La amante de Posada se retuerce de amor por el detalle y lanza su bola de cristal contra la bombocha del chamaco. La muerte no tira de uñita, pero el niño tiene la lengua más larga que Gene Simmons (¿Y dónde quedó la literatura? ¿El respeto por la metáfora, por las imágenes, por todos aquellos sacramentos literarios, mis queridos engendros de la alquimia del verbo?)

    Darwin trae un mono en las espaldas; la imagen de Cristo decapitado se reproduce en las antenas de televisión. Tantas cruces de iglesias cibernéticas, tantas señales entrecruzadas. También la luna de las tres de la tarde sospechó un instante de nosotros y para tranquilizarla saqué un conejo de mi sombrero. El muy cabrón acabó mordiéndome. Así que mejor regreso, aunque un tanto malherido, a la cucaracha aplastada en el piso de tu cuarto, al insecto corazón que rueda igualito que una piedra entre los indescifrables arcanos -secreto, misterio, damiselas del Tarot- de tu cuerpo abierto.
 

Regreso a la página de Argos 12/ Narrativa