Guadalupe Mercado Méndez
 
 
 

DE LA MITOLOGIA Y SU INFLUENCIA EN LA TRAGEDIA DEL GENERALISIMO,

DE DENZIL ROMERO













Denzil Romero es un escritor venezolano, preocupado por la historia de su país y por el momento presente. Su obra refleja horas de trabajo en los archivos, buscando desvelar la verdad de los acontecimientos y de los personajes que hicieron la historia, oficial y extraoficial. Su trabajo sobre el libertador Simón Bolívar y su pareja, Manuela Sáenz, en La esposa del Dr. Thorne, cuya primera edición proviene de marzo de 1988, es célebre, ya que ganó el premio La sonrisa vertical de la editorial Tusquets.

    Lo mismo el gran esfuerzo intelectual que realizó para poder reestructurar la psicología de un magnicida: Pedro Carujo, quien intentara acabar con la vertiginosa vida y obra del libertador Bolívar, en la novela La Carujada, publicada en 1990.

    Ubicar una novela como La tragedia del generalísimo(*) resulta sumamente difícil por su compleja estructura, la cantidad de épocas que abarca el relato, el número de sus personajes, en fin, la gran cantidad de asuntos que intervienen en ella.

    Pero el esfuerzo vale la pena, cuando nos acercamos nuevamente a la obra, revitalizados por una cantidad de estímulos intelectuales que nos impulsan a proceder a su análisis a partir de un enfoque mitológico.

    El asunto americano es, también, una preocupación fundamental; pero para llegar a pensar en la América de nuestros días es necesario hacerlo en la Europa de los siglos XVII y XVIII, y en los factores que intervinieron en la formación del llamado "Nuevo mundo"; América precolombina, sus personajes fascinantes y sus ambientes inmersos en un mundo religioso, ceremonial y guerrero y cuna de grandes civilizaciones. También de ello se ha preocupado la pluma investigadora de Romero, en una publicación que data del año 1992, fecha del quinientos aniversario del llamado "Encuentro de dos mundos"; Códice del nuevo mundo es el nombre de la compilación de los Cronistas de Indias que Romero decide forman un buen homenaje a nuestra América.

    Sobre la serie de héroes de la conquista de México, y del mismo año del quinientos aniversario del "Encuentro..." se ha ocupado en especial de un hermoso personaje que ganara entre los indígenas el nombre de Tonatihu, que significa Dios Sol.

    Tonatio Castilán o un tal Dios Sol es una obra que intenta recuperar este personaje de novela, muerto en la batalla del Mixtón cuando su caballo le cayó encima. Pedro de Alvarado es redimensionado a su talla de hombre de carne y hueso, enamorado de la nueva tierra que se le brindaba entera, llena de hermosas mujeres que le regalaron hijos sin número. Sobre todo su poder amatorio sale a relucir en esta revivificación tan humana. Una constante dentro de la narratología romeriana.

    De publicación menos reciente, encontramos El invencionero, que data de 1981. Ahí se acerca a las fuentes principales del conocimiento medieval europeo.

    Nuestro objeto de estudio principal es la obra que forma parte del título de esta comunicación, la que mereciera el Premio Casa de las Américas como novela histórica, el año de 1983: La tragedia del generalísimo; su objeto es recuperar para la vida humana otro personaje de la gesta independentista de América del Sur, el generalísimo Francisco de Miranda, precursor de la Guerra de Independencia de Venezuela y de toda Hispanoamérica; pero el resultado final es una mezcla muy extraña de épocas y asuntos, entre los que destacan su cercanía, en la construcción de esta novela, siguiendo la estructura del mito de Minos, el toro, Creta, Teseo, Ariadna y los jóvenes y doncellas sacrificados cada nueve años en el laberinto.
 
 

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I

Desde el enfoque carcelario de Miranda, que abre la novela, a la manera de un teatro en el que se representara la acción de su vida, y a la que él asistiera como espectador, hasta las visiones dantescas que cierran su paso por el siglo XX, esta novela debe mucho a la picaresca española, así como a los libertinos franceses del siglo XVIII; se encuentra emparentada también con el moderno enfoque de los media, entre los que sobresale el comic; si la bande déssinée ha transformado la manera de interpretar el mundo de las nuevas generaciones, esta narración entra también en tratamientos de esa naturaleza cuando se trata de la segunda parte del texto, que se desarrolla en el siglo XX, al cual llega el personaje central después de un largo sueño.
 

Nevó. Seguramente, nevó toda la noche. Mil noches semejantes o doscientos años seguidos habrá nevado sobre la ciudad. El río Hudson creció... (La tragedia del generalísimo, p. 273).


    Pero el primer enfoque, el que representa a manera de tragedia las aventuras de la vida y obra del generalísimo, sobresale de todos los otros porque le da una especie de ambientación al relato. De hecho, el protagonista comienza la revisión de la historia y de su biografía, cuando está enfermo y achacoso, próximo a morir en la celda de la prisión de La Carraca, en Cádiz.

    A esa óptica le sigue la más cercana forma de interpretar la visión clásica de la predestinación del héroe, a través de la más cercana forma de continuar el hilo conductor de la tragedia: el mito, una de las primigenias formas de tratar la historia.

    El mito fue modificando partes de la historia primitiva, a la que se agregaron elementos, se difuminaron otros, se estilizaron aquellos, hasta darnos estructuras narrativas como las que estudiaremos mas adelante.

    La tragedia del generalísimo es una novela que estructura el relato siguiendo las bases del mito del laberinto, (el tiempo), lugar de encierro del minotauro al que hay que matar, (los imperios español con su instrumento de terror y represión, la inquisición, y el norteamericano, que engloba todos los males que el poder entraña), el sacrificio de los siete jóvenes y siete doncellas atenienses cada nueve años, (los jóvenes de la Comuna de Greenwich Village), Teseo, (Miranda), Ariadna, (la Nico).
 

Definición de mito

Así, como dice Graves,
 

On pourrait définir le mythe véritable comme un spectacle rituel ou rite mimé donné en représentation au cours de fêtes publiques. (...)1

 

    De esta manera, la novela resulta ser todo un espectáculo que el propio personaje central representa y presencia como espectador al mismo tiempo. Porque la brillante estructura del relato lo inicia cuando Miranda es viejo, está condenado a muerte en la prisión de Cádiz, y en la espera del cumplimiento de su condena va recordando su vida; de manera tormentosa, cuando evoca las tensiones raciales y sociales a que su familia era sometida; la Falta primigenia está ahí, y lo perseguirá por todas partes y para siempre jamás. Esa Falta consistirá en su falta de pureza de sangre, pecado imperdonable para la sociedad colonial española, causa de repudio, de segregación y de persecución.

    Miranda es un híbrido, como el Minotauro; híbrido de español y musulmán, lo que le representará una falta original insufrible, tormentosa, que le obligará a abandonar su placentera vida caraqueña para ir a España a buscar las huellas gloriosas de sus antepasados, héroes consumados de la Edad Media.
 

El primero de los Miranda peleando con Pelayo, contra los moros, en la sierra de Naranco; Analso de Miranda, liberando a las doncellas desnudas del escudo familiar; Lope de Miranda, a la cabeza de los arcabuceros del Gran Capitán. (...) (La tragedia del generalísimo, p. 63)

 

    Es el principio del viaje, por mar, por agua, para hacerlo más difícil; pero que le permitirá continuar su camino de instrucción cuando llega a Madrid y maravillado, encuentra las fuentes originales de su cultura de tercera mano, de ciudadano de segunda clase de una colonia.
 

Para lograr la vindicación, pretendes hacerte cosmopolita, vencer la vileza y la oscuridad, elevarte por encima de los seres prejuiciosos; sabes que sólo puedes lograrlo a través de las luces y de un acendrado y escrutador conocimiento de todas las cosas; por esto, todo lo indagas, todo lo preguntas, todo lo anotas en tu cuaderno de viaje... (La tragedia del generalísimo, p. 30)

 

    Miranda ha entrado así en el Laberinto de la busca de su identidad; dudoso su origen, empeñará todas sus fuerzas en encontrarle a su nombre un pasado glorioso, sin encontrarlo jamás. Con esa convicción terrible, casi suicida, llega a España, a Cnosos, donde se interna irremediablemente en el laberinto.

    A su celda llegan las sombras de sus amantes. Por ahí pasan también, como en un desfile de carnaval, la muerte que viene a recordarle que vendrá pronto a recogerlo, su maestro de francés, M. La Planche, con quien profundiza sus conocimientos universales, quien hace de él casi el neófito... efectúa frente al prisionero sus pasos acostumbrados de comedimiento y finura, se sienta a los pies de su camastro. Como los amigos y amigas que cruzaron su vida al momento de "hacerse cosmopolita", efectúan éstos sus actos característicos.

    De suerte que los personajes no lo son; podríamos llamarlos en todo caso, parapersonajes, ya que son la sombra de lo que queda de ellos, recordados en el camino que han recorrido de la vida, de la agitada vida misma narrada por Miranda, a la representación teatral desarrollada en la celda de la prisión de Cádiz, como si se tratara ésta de un teatro que representara, agigantados, sus pequeños y grandes dramas personales.

    La apariencia primera y más simple es ésta; pero la significación total que alcanzará el conjunto será de tal magnitud, que nos enfrentamos a una novela que se vale del mito para hacer más clara su significación. Ésta es universal, cuando nos damos cuenta que no se trata tan solo de un personaje perdido por los vericuetos del tiempo y de la historia. Se trata de un hombre que busca desesperadamente su identidad en medio de un maremagnum de fuerzas encontradas, que chocan y se repelen pero que van a conformar su realidad de hombre marginal, desheredado en la sociedad que acepta sólo a aquellos que ella misma selecciona. El gran drama de los criollos en las naciones colonizadas de América, que no podían acceder a los niveles de poder que ambicionaban, y que terminaron promoviendo la independencia de una metrópoli que jamás los aceptaría.

    Como nos señala Philippe Forest en Textos y laberintos:
 

La faute est le principe premier qui vient précipiter le personnage dans la confusion du labyrinthe, elle est le secret qui vient tourmenter l’apparente impassibilité du décor. Égaré dans le labyrinthe, l’individu part toujours perdant, apriori coupable, condamné avant d’avoir été entendu.2


    La obra parte de la historia, que es un pretexto para hacer literatura, según palabras del autor durante el encuentro de escritores latinoamericanos en la fiesta del libro de Aix-en-Provence, en octubre de 1994. Con la concepción de la sociocrítica que nos señala de qué manera un escritor dice más de lo que quiere decir, hemos llegado a darnos cuenta que su obra es una revisión total de la cultura occidental, desde sus orígenes hasta nuestros días, donde destaca la permanencia del mito como fuente principal de explicación de los diferentes conflictos humanos, invariables en el tiempo.

    El primero de los cuales es el toro de Creta; el Minotauro, representando la fuerza total, el exterminio de los inocentes, su vasallaje, su sumisión, en fin, la existencia de un poder que destroza y que aniquila. El Minotauro, víctima e instrumento de la crueldad de tal régimen, señoreará ampliamente en la narración, haciéndolo el centro de la misma: a partir de él pueden ser explicadas las pulsiones sexuales tan presentes en la obra de este escritor, y que formarán parte también de la falta original que impulsa al héroe a entrar en el laberinto, en busca de matar sus pulsiones animales, pero cuya entrada es ya, de por sí, falta. Porque acceder al laberinto es entrar en las entrañas de la madre, es aproximarse al retorno de la vida hacia el seno materno, o sea, a su negación.

    Es decir, el aspecto negativo del toro, en su lujuria lasciva que no se detiene ante nada. Pero como su significado es ambivalente, es decir, positivo y negativo, veremos que en la obra la fuerza sexual del toro corresponde más bien a un valor positivo si se le confronta con la peligrosidad de las fuerzas del mal, que se van a perfilar como la violencia, el armamentismo, la codicia, el imperialismo, el hurto y el despojo, confluyendo todo en la significación del toro.

    El concepto de laberinto está representado por la ciudad de Jerusalén, y su construcción encargada a Hiram. La iniciación del joven Miranda tiene lugar en una cueva, donde se dan cita todos los grandes iniciados, convirtiendo la pequeña cueva en el "propio Templo de la Verdad", cuando pretende acceder a los misterios de las logias masónicas, invitado por Mr. Turnbull. El lugar se convierte también en una nueva Jerusalén Celeste. Miranda muere entonces para lo que era, y va a surgir nuevo, con el espíritu engrandecido por la ambición de independencia de su patria y su continente:
 

Allí estaban, reagrupados en el sentido de los cuatro puntos cardinales, alejándose cada vez más del estático centro edénico, coagulados en el sentido alquímico, solidificados, densos pero dispuestos a estallar y a volar en pedazos, bajo la presión, a la hora de la catástrofe final: los Caballeros Humanitarios del Santo Sepulcro y los Caballeros Panteístas del Rito Socrático y los Maestros de la Cábala del Sistema Swedenborg . (...) (La tragedia del generalísimo, p. 114)


    Los elementos propios de las ceremonias de iniciación se van agregando, y veremos que el primero de todos, el subterráneo, se cumple de una manera integrada en el nivel de la narración: "y el mar, rugiente allí, a la puerta de la gruta;" Miranda, héroe de la historia,
 

...Allí estaba el desentrañamiento de todos los secretos, desde la elemental simbología de los tres puntos gráficos, divulgada en las enseñanzas de las pequeñas logias jurisdiccionales: el compás abierto: la cabeza y las puntas del compás: el sol, fuente espiritual y dispensador de vida, y las polaridades que existen en el universo... (La tragedia del generalísimo, pp. 114-115)

 

    En medio de esa ceremonia de iniciación Miranda va a encontrar la develación de su misión, que es liberar a su país de la opresión colonial, para la que termina (nuevo elemento que forma parte del mito), blandiendo la espada en una mano y la nueva bandera de su patria liberada en la otra. También encontrará la manera de hacer perenne esa misión, que no cesará con su paso por la vida normal de un hombre, sino que lo hará eterno, omnipresente y siempre precursor de la independencia. Especie de héroe que deviene dios, a través de un objeto particular que le hará posible regenerar pasado, presente y futuro: el arqueómetro:
 

...te ves atándote en la cintura el cordón del mandil; armándote del mallete, el cincel, el compás y la escuadra para labrar la Piedra Bruta y convertirla en Piedra Cúbica; apropiándote de todo el árbol sefirótico de la Cábala y, en particular, del arqueómetro, ese estupendo instrumento de evocación del pasado, necesario para la construcción del presente, como medio de síntesis y regeneración de toda la intelectualidad futura. (La tragedia del generalísimo, p. 116)


    La clave de la interpretación de esta novela se encuentra aquí, precisamente en la voluntad expresa de apoderarse de la posibilidad de transitar por el tiempo a voluntad; es por eso que Miranda vive una parte de su vida en el siglo XVIII, lo que corresponde a la primera mitad de la narración, y la otra parte se desenvuelve al filo de los años setentas del siglo XX. Como el instrumento del que es dotado en su iniciación, el arqueómetro, le permite hacer la síntesis de "toda la intelectualidad futura", significando esto como una condenación que se cierne sobre el iniciado, a no encontrar la muerte tranquilamente como el resto del género humano.

    Su entrada al laberinto, lugar del encuentro de la vida y la muerte, no le significará un descanso posible; acrecentará, por el contrario, su falta. Al violar la entraña materna, se hundirá en el escarnio de la falta de nobleza en un mundo donde todo está impregnado de ella, si se quiere pertenecer al mundo que "es". Su condena será vagar, vagar por los tiempos y la historia, en un eterno vagar, en un eterno viaje que se descompone de la manera más grotesca en lo geográfico y en lo temporal.

    Verdadera ruptura espacio-tiempo, la condena de Miranda lo adentrará no sólo en el seno de la Madre Tierra, sino también en los círculos del infierno dantesco de la gran ciudad. Miranda, caraqueño y ciudadano del mundo, viajará de un tiempo al otro, en busca de su reconciliación con la sociedad, de su aceptación por ella.
 

...un alguacil afantasmado, entre latinajos y frases curialescas de inequívoco sentido sacramental, anuncia la apertura de un juicio público y sumarísimo a los grandes consejeros fraudulentos de la historia. (La tragedia del generalísimo, p. 348).


    El primer condenado es Ulises, por las infinitas trampas que tuvo que hacer para conseguir las flechas de Heracles, la muerte de Paris, la borrachera de Polifemo, los ardides efectuados camino de Ítaca... Es condenado a morir quemado, mientras el coro griego es suplantado por "un cuadro de guapas chicas platinadas de minifaldas repolludas,". El segundo condenado es San Pablo, el apóstol cristiano. Juzgado por uno de esos "enrulados hijos de las flores", se le persigue porque:
 

había desacreditado todo el Evangelio con su estúpida moral sexual. Que fue un impotente, incapaz de sentir deseos venéreos... (La tragedia del generalísimo, p. 351)


    La condena beat fue terrible, auspiciada por la aglomerada concurrencia underground, militantes de los grupos libertarios "como la Liga por la Libertad Sexual y la Sociedad René Guyon, ... del rock ácido y de los festivales masivos de tres días:
 

...introducido él, Pablo, Pablo el Santo, Pablo el Apóstol, en el interior de una especie de toro de bronce de Falaris, el mismo utilizado por el tirano de Agrigento en contra de sus enemigos, un toro metálico hueco, puesto al rojo vivo, y, por si fuera poco, lleno de brasas, para que muriera allí aullando ... (La tragedia del generalísimo, p. 352)


    A partir de este momento nos encontramos con un himno a la poderosa fuerza del toro en la antigüedad clásica; sus incontables encuentros amorosos, su altísima significación filosófica y estelar: Miranda ha encontrado el centro del laberinto, y en él, el toro milenario que continúa cobrando víctimas, pero también folgando con diosas y mortales:
 

símbolo de la tierra, de la madre y del principio húmedo y símbolo, al mismo tiempo, del cielo y del padre: penetración del principio femenino por el masculino y del húmedo por el ígneo de los rayos solares: origen y causa de la fecundidad: hijo del sol entre los brahamanes y los asirios: la luna, él mismo, entre los egipcios y los mesopotámicos: zona de comunicación entre los elementos del agua y del fuego: zona de paso entre el cielo y la tierra: emblema de las tumbas reales de Ur, con cabeza de oro y barbas de lapislázuli... (La tragedia del generalísimo, p. 353)


    Es bajo esa poderosísima presencia que se desarrollará una celebración orgiástica, moderna, acelerada por los ritmos de una música desenfrenada que acompaña a multitudes que bailan como queriéndose desbaratar; "voces, cantan y tocan hasta el descoyuntamiento, concentrados, avanzando velozmente, como evocando la salvaje intensidad dramática de un relato bíblico, con el acento puesto sobre la multitud".
 

 Sin saber cómo ni cuando, te descubres en el jaleo, de pronto, bailando confundido con la jipiada. Una chica llamada Nico, desgreñada y con un indefinible olor a mono, a viruta de madera recién cepillada, ... se ha hecho cargo de tí. De todas partes surgen parejas disfrazadas como si se tratara de un baile de máscaras. Ropas victorianas, atuendos de cow-boy, plumajes de indios, el verbenero sombrero del Tío Sam, kimonos chinos y japoneses, capas mexicanas de colorines mezcladas con botas camperas...(La tragedia del generalísimo, p. 355)


    De en medio de la fiesta que preside el toro sanguinario surge la princesa que ayudará al príncipe solitario a salir del laberinto. Sacerdotisa de su culto, tiene todos los atributos necesarios para dar a conocer a Teseo los secretos que le harán falta para cumplir con su misión:
 

American way, beibi, te dice la Nico a modo de explicación, al tiempo que te impulsa para que, como los restantes bailarines, aceleres tus pasos, des saltos, te tires al suelo, vueles, corras, muevas las manos de mil maneras, la cabeza, la cintura, los pies, a la vibración del rock, al meneo del jeré, al tropel del hully-gully, a la verticidad del dog, todo eso que la propia Nico llama, silabeantey pomposa, self expresion, free-form o improvisación-libre-espontánea-y-autoexpresiva. (La tragedia del generalísimo, p. 355 )


    Ariadna será la Nico, pero también la Madre (¿Patria?) que Miranda busca internamente en el viaje al que ha sido condenado; en ella logra el reconocimiento total de las entrañas de la madre tierra:
 

...tu lengua, cual un hipogrifo violento que había corrido parejas con el viento, lejos de decir despierto cada cien años cuando el pueblo despierta, en seguida se puso en pie para continuar su itinerario; jugó un rato aún con los cinco millones de vellosidades cesantes, con sus maquinales movimientos de aspiración e impelencia, en una revista gimnástica de rítmico lucimiento, para despabilarse mejor, tratando de meterse por ellas, por sus finísimas redes capilares, por sus mínimos dedos de guante translúcido, hasta la sangre y la linfa, sí, osmóticamente, o a través de un complicadísimo proceso de absorción y secreción subsiguiente, abocarse al conducto torácico, desembocar en el confluente yugulo-subclavio y, arrastrada por el canal venoso, si acaso fuere posible tanta belleza, abrazarle el corazón y deglutírselo... (La tragedia del generalísimo, p. 376)


    Pero la Nico juega otro rol en el escenario que contempla Miranda: ella sustituye al rey sagrado que debía ser muerto al fin de su reinado, en la ceremonia ritual que alimentaba al sol y que representaba los ciclos de las estaciones del año. Ella es "descoyuntada" en el tumulto que acaba con la Comuna.

    Miranda es la víctima, ¿Teseo?, que entra al laberinto del tiempo condenado por los dos poderes dictatoriales que le oprimen: España en su pasado, y Estados Unidos en el presente. En el interior del laberinto, la serpiente se muerde la cola; el siglo XVIII le da la mano al XX, estableciendo un parangón entre las dos fuerzas que oprimen fuertemente al individuo, a través de instituciones como la inquisición y el ejército -aquélla-, y el armamentismo y el dinero -éste- (la nueva religión). Poder político y poder económico se mezclan, produciendo la camisa de fuerza de los ciudadanos.

    Miranda escapa del laberinto, gracias a la Nico; ella queda perdida en él, deshecha en él, sacrificada en su lugar. El hilo que proporcionó a Miranda fue el del bienestar en la columna hippie... a través del hábito del bienestar, la droga y la conciencia colectiva; pero también el de la libertad de espíritu, asunto impracticable, pecado máximo en una sociedad que lo primero que reprime es a su juventud, orillándola a la delincuencia y a permanecer fuera de la ley, cuando se considera que expresar sus ideas, fundamentalmente humanistas, es incorrecto. Ahí encontraremos el centro del conflicto en el siglo XX.

    Ella, la juventud, es inmolada en base a esa culpa; inocente Miranda, iniciado, muerto para el anterior Miranda que él era antes de la iniciación de Gibraltar, con Mr. Turnbull, podrá salir bien librado del terrible y sangriento episodio que cierra el pasaje simbólico de la gran Torre de Babel, el infierno dantesco, la ciudad de Nueva York.

    El toro preside la gran fiesta extravagante: el toro vengador devora los condenados del juicio de la historia que se desarrolla ahí; albigeneses, cátaros, iglesias del demonio se reúnen para condenar la maternidad...
 

"la maternidad hay que supliciarla", grita el miquito desaforado. Ahora aplícanle a la Mater Dolorosa, pobre chiva expiatoria, la tortura del cabrito de la Inquisición. Una tortura made in Spain. (La tragedia del generalísimo)


    La terrible escena se desarrolla dentro del encuentro de heréticos al que asiste Miranda, en su visita del Nueva York legendario, tras de lo cual entran también los flagelantes, que ganan una gran página de horrores.
 

Arriba, en diez círculos concéntricos que giraban en torno al abismo, todos los demonios conocidos: el dragón de las antiguas teogonías, el Arimán de los persas, el Tifón de los egipcios, el Pitón de los griegos, la ancestral serpiente de los hebreos, la tarasca, la gárgola, la gran bestia de la Edad Media y, peor aún, el Bafomet de los templarios, el ídolo barbudo de los alquimistas, el obsceno dios de Mendes y el macho cabrío del Sabat. (La tragedia del generalísimo, p. 307)
II

    En la primera parte de la narración los factores de la cultura europea son los que predominan casi únicamente.

    Los símbolos más recurrentes son los del uniforme militar: léase el poderío represor, aniquilador, de todo imperio; la capa prohibida al padre de Miranda, con su acompañamiento de todo el uniforme completo de capitán de la Sexta Compañía de Fusileros y su bastón de mando, que nunca pudo utilizar.

    Otro el uniforme que vistió el joven Miranda, de capitán en el Regimiento Infantes de la Princesa: comprado, usurpado, no merecido. Pero que le vale la única oportunidad que tiene en la vida de sentirse elevado a la posición de nobleza que ambicionaba: acompañar a Marianina, la reina viuda de Portugal, a su convento de retiro. Con ella, sentirse ennoblecido en base a la relación sexual, desigual, que pudo tener con la reina y todo su séquito, a pesar de la enorme diferencia de edades.

    En imbricada y elaborada forma, esto lo lleva a descubrir que la única posibilidad que tenía de escalar socialmente era su miembro viril, la sola forma de comunicarse abiertamente con todo el género femenino del planeta, ahí comprendida Catalina II de Rusia, célebre por la cantidad y calidad de sus amantes.

    La relación establecida entonces, entre sexo y nobleza la vamos a encontrar, revalorada por primera vez entre los libertinos del siglo XVIII. De entre ellos, se concedía libertad de establecer relaciones de este tipo sólo a las mujeres de la aristocracia, ya que las otras debían ser fieles a sus maridos, en peligro de caer en el ridículo y la deshonra en caso contrario. (Alexandrian, Historia de la literatura erótica.)

    Y bien, esta obra parte de los principales puntos de referencia del siglo XVIII; de los ideales revolucionarios aprendidos en los tomos de la Enciclopedia, las imágenes idílicas del nuevo mundo con sus paraísos naturales, hasta los lupanares con aspecto de convento... Pasando por las licencias sexuales a las que mucho va a deber este libro.
 

...rumorosa, junto a las cuentas de su rosario, va desgranando el murmullo de sus oraciones; " Ven , ven a este corazón que ansía arrancar las espinas del tuyo! Ven para decirte al oído que te amo..., que ya no vacilaré en abalanzarme a hacer lo que me pides..., que soy tuya, como una pobre plantita que necesita el riego de tu preciosa sangre..."; voz femenina, ardiente y plena, temblorosa, acariciante, que increpa la imagen de yeso de un musculoso "Jesús atado a la columna", ofreciéndosele para arrancarle esa lanza despiadada que le horada el costillar y beber su sangre, chupar ahí, en esa herida de amor; (...) (La tragedia del generalísimo, pp. 55-56)


    Romero escribe bajo el signo de Tauro. Como él, la lascivia es su signo. Toda fuerza sexual le es inherente; y como los griegos y las antiguas civilizaciones mediterráneas, hacer el amor es algo tan importante como comer o conquistar nuevas tierras por los guerreros.

    Esta obra depende por entero de una filosofía hedonista, natural y panteísta. Es heredera de los principios más humanos, alejada en todo de los prejuicios judeo-cristianos, políticos y sociales de una moralidad pequeño-burguesa. Podríamos señalarle aún otro parentesco patente: el de la posición del modernismo frente a los mismos temas: mitología griega, ambientacón europeizante, expresión sobrecargada, multitud de adjetivos y de grandilocuencia...

    El acto del amor, heterosexual u homosexual, se celebra como una fiesta orgiástica digna de recordarse por la historia, la mitología y la literatura. Si bien al segundo se le da un tratamiento algo furtivo, como temeroso de las contradicciones propias de su existencia. Porque no se trata de actos banales y de nula importancia, antes bien, se realizan a la manera de los ritos fertilizantes de las sacerdotisas de los antiguos templos y santuarios dedicados a la diosa luna, la triple diosa, la joven, la madura y la anciana, todas la misma y una sola, representando las tres estaciones del año, pero también el renacimiento constante.

    La juventud en esta obra juega un papel muy importante, enmedio de la farsa que rodea su ambiente, representada aquí por el concierto de rock; los cantantes, la protesta juvenil va a representar a las siete doncellas y siete jóvenes que eran enviados a morir cada nueve años a Creta. La principal de ellas, Nico, cuyo papel ha consistido en sustituir al rey sagrado que cada año era destrozado por el carro de caballos, y luego arrancada su carne y devorada por las sacerdotisas disfrazadas y con máscaras de yegua.... según Robert Graves. Pero también ella es Ariadna, la joven que le da el hilo a Teseo para que pueda entrar en el laberinto, matar al minotauro, y luego salir triunfante. (Ariadne, araignée, araña... que teje los hilos del destino, trágico o fatídico, a través de los cuales se puede conceder la salvación, pero también la condenación.)

    El toro preside la última reunión masiva, finalizada en hecatombe; es la muerte represiva de nuestros días de todos los ideales jóvenes, representados por:
 

    Mientras tanto, el barrio crecía. Nuevas salas de dance-concert se abrían cada noche. Centenadas de runaways llegaban de todas partes y las calles se plenaban de gentes desarraigadas, con aspecto macrobiótico y largos cabellos sucios y sus sacos de dormir a cuestas. Más tarde, hordas de imitadores, curiosos, parásitos, vivianes, explotadores. La Comuna se había consolidado. A ti te tocaba soplar la flauta en las sesiones de preparación espiritual. A la Nico le tocaba cocinar tres veces por semana.

    En las esquinas, en los zótanos, en los zaguanes, se agolpaban las bandas de rock, se celebraban mítines y reuniones políticas, se hacía teatro, danza y ensayos de cualquier tipo (...) (La tragedia del generalísimo, p. 382)


 

    Es el poder el que oprime el mundo de Miranda; tanto en el siglo XVIII como en el XX. En el primero, España, el imperio colonial que desacredita todo aquello que no se le parece irremediablemente: árabes, judíos, negros, emigrantes de cualquier color.

    El instrumento más sofisticado que se ha inventado jamás, para separar las razas: el Tribunal de la Santa Inquisición y sus temibles procesos, su sombra permanente y espantable...

    En el siglo XX, el poderío militar de los Estados Unidos, y la refinada infiltración de las conciencias a través de otras formas más modernas de dominio, el control del mercado internacional, por ejemplo: la invasión total de su capital en todo el mundo, son las formas que adquiere ese poder absoluto que execra esta novela. Y la separación de razas, la discriminación de todas aquellas que han hecho de los Estados Unidos el país en que la segunda lengua que se habla es el español... Fenómenos como el Ku-Klux-Klan son también mencionados aquí.

    Así, del poderío de la Madre Patria manifiesto por Iglesia y Ejército, Miranda va a pasar a ser sometido a la fuerza del Gran Padre de las armas, los media y el capital; casi masacrado por las formas de sometimiento más atroces, aquellas que asesinan a la juventud y sus ideas, sus intelectuales, escritores, poetas, músicos, etc...
 

Edgar Allan Poe recita sus poemas con desgano. No logras precisar si se trata de un trozo de El Cuervo. Tiene pergenio de hombre sucio y descuidado. Su voz aguardentosa parece más aullidos. Finalmente, se adormece gruñendo. Walt Whitman toma la palabra entonces y de una sola vez vomita todo su acopio de materiales modernos, la ciudad enorme y cosmopolita, el super-market de las novedades técnicas. El viejo Hemingway reúne frente a sí todos los cocteles que en el lugar pueden conseguirse. Para él, cualquier lugarejo es una fiesta. Scott y Zelma Fitzgerald se secretean recuerdos del noviazgo o algún chisme picante de sociedad. (La tragedia del generalísimo, p. 278)


    El papel que jugaron los intelectuales en esa revuelta juvenil de los años sesentas-setentas es innegable, y aquí nos damos cuenta cómo sus figuras estaban muy presentes en los movimientos que hicieron temblar a casi todo el mundo civilizado del momento: París, en mayo, la primavera de Praga, Tokio, México en octubre de mil novecientos sesenta y ocho.

    Miranda es, pues, el que intenta escapar de un poder autoritario y cruel, que alimenta los hornos de la inquisición permanentemente; su escapatoria de las colonias españolas obedece a la orden de aprehensión librada en su contra, con expropiación de bienes, por el Tribunal del Santo Oficio.

    Escapa de eso yéndose hacia el norte, por las colonias inglesas en América; para caer dentro de otro poderío que, sin causa sumaria, está a punto de destruirlo físicamente; la destrucción moral, social y física ha sido ya consumada; su marginalidad es el síntoma primordial de la caída.

    El laberinto en el que Miranda ha entrado, como víctima sacrificial del toro, que representa el poder absoluto de los dos imperios aquí reseñados, sólo puede ser abandonado después de la muerte; salir de ahí significa la reencarnación.
 

Dans la mythologie celtique, le labyrinthe en vint a signifier la tombe royale (la Déesse Blanche); d’aprés l’Etymologicum Magnum, qui le définit como "une caverne dans la montagne", et Eustathes (Odyssée d’Homere XI, p. 1688) qui le définit comme "une caverne souterraine", il semble que les Grecs primitifs aient eu également cette conception du labyrinthe. Lars Porsena l’Etrusque construisit sa tombe en forme de labyrinthe (Varron, cité par Pline: Histoire naturelle XXXVI. 91.93) et il existait également des labyrinthes dans les cavernes des Cyclopes, c’est-à-dire préhelléniques, situées près de Nauplie (Strabon: VIII. 6. 2) ; à Samos (Pline: Histoire naturelle XXXIV . 83) ; et à Lemnos (Pline : Histoire naturelle XXXVI. 90). Par conséquent, sortir du labyrinthe, c’est se réincarner.3


    De tal suerte que la salida del laberinto representa para todo iniciado su muerte, ya que deja de ser neófito para surgir conocedor de un misterio; su salida puede ser también reconocida como la reencarnación; el Miranda del siglo XVIII muere tras la iniciación de los misterios de la logia masónica. Entra luego al siglo XX y sólo después de haberlo conocido a profundidad puede escapar, por fin, del laberinto. Miranda reencarna y su alter ego, la Nico, el rey sagrado sustituto, muere en su lugar, descoyuntada por la policía, como en la época antigua los reyes sagrados o sus sustitutos:
 

 Y a la pobre Nico, azotada, arrancados sus pechos, descoyuntada, descuartizada y quemada a trozos con la picana eléctrica, terminaron vaciándole el aire de los pulmones a pistoletazos. (La tragedia del generalísimo, p. 386)


    De ahí que podamos concebir este trabajo como una actualización de los mitos universales, que van a permitir continuar a perpetuar la obscura sensación de los seres humanos dominados por fuerzas superiores a las suyas: el poder dictatorial, terrible, que no se satisface sino con sangre, sigue siendo de la misma naturaleza en el siglo XX que los dioses sanguinarios de la antigüedad; los hombres de esta época se dieron a la tarea de conformar los ritos que reclamaban la sangre de los sacrificios humanos, lo que es de una sorprendente e inquietante actualidad.

    Miranda nos representa a todos los seres humanos, quienes continuamos dentro de un sistema alineante, que corrompe lo que toca y que daña con su sola existencia lo más delicado de la creación: el ser humano común, la masa, el anónimo.

    Un poder que reclama el sacrificio de los trabajadores, (como en las imágenes del metro de Nueva York), de los jóvenes, en las grandes ciudades, las nuevas Babel, masacrados al final del magno concierto de rock... reprimidos en su manera de pensar, diferente, de actuar, libre, de su cuestionar todo el status quo; una generación que decía "Haz el amor y no la guerra" no puede ser mala, por más que la droga corra como ríos dentro de esas grandes manifestaciones de música, discursos, poemas y desafíos a la cristiana moralidad, hipócrita, que defiende valores monogámicos pero que autoriza la guerra, el exterminio, el poder asfixiante de unos cuantos sobre los otros. Los mismos jóvenes que son acribillados en los campos de batalla, ya no del honor, sino del exterminio sin sentido y de la prueba de las nuevas armas:
 

Armas acorazadas y armas arrojadizas, armas blancas y armas automáticas, buidas, cargadas, catabalísticas, cortas, cortantes, contundentes, armas de avancarga y armas de bloque, armas de cuerda y armas de chispa, de dos cañones, de dos filos, armas de fierro, armas de fuste, armas de mecha, de pedernal, de pistón, de percusión, armas de punta y armas de puño, neumáticas, mohosas o pavonadas, pesadas o portátiles, petrarias o pirófaras. Y las bombas. Todas las bombas imaginables. Las fulminantes bombas voladoras que lanzaron los alemanes sobre el Canal de la Mancha para destruir Londres y las poblaciones inmediatas. La terrorífica V-1, con sus alas rectangulares o trapezoidales, avión pequeño sin hélice, avión robot como también se le ha llamado, dotado de un cohete, colocado en la parte superior y posterior... (La tragedia del generalísimo, p. 318-319)

 

    Compárese esa fuerza dañina con el delito de la droga, que no acaba sino con señalados individuos que deciden arrastrar las consecuencias de su elección; al respecto, hemos de recordar la significación que tenía el uso y conocimiento de las hierbas, hongos y raíces empleados por sacerdotisas, oráculos y demás conocedores profundos de los grandes misterios. Desde el alfabeto de los árboles que reseña Robert Graves en La Diosa Blanca, hasta la descripción cuidadosa de los procedimientos empleados en la adivinación y ceremonias rituales, el uso de esas plantas es permanente en todas las culturas de la antigüedad. Y en las que hoy en día, han conservado sus tradiciones al abrigo de una "occidentalización" demasiado despectiva con los grupos étnicos paralelos a la "vida civilizada".

    Graves ha demostrado en Los dos nacimientos de Dionisios, cómo la cultura griega tenía sus ceremonias en que la pitonisa, en el oráculo de Delfos, mascaba hojas de laurel que la excitaban hasta el paroxismo, para poder comunicarse con Apolo y transmitir luego su mensaje; esto es ampliamente conocido; pero más sorprendente resulta que el mismo tipo de paraíso logrado entre los zapotecas, (pobladores de Oaxaca, México), sea casi el mismo del que hablan los brahamanes tras el consumo de los hongos sagrados que sólo algunos iniciados tienen el derecho de consumir. Entre los hindúes como entre los mexicanos, la sola diferencia del paraíso encontrado es la del color, ligeramente verde contra el blanco hindú.

    Altamente peligrosos si no se consumen en cantidades determinadas, los hongos fueron de consumo prohibido para el vulgo. El secreto con que eran mantenidos ha permitido el control de las conciencias de la sociedad, la conservación de la tradición, el refinamiento del culto.
 

Daphoene ("la sanguinaire"), la déesse au tempérament orgiaque, dont les prêtresses, les Ménades, mâchaient des feuilles de laurier pour s’exciter et qui se ruaient dehors périodiquement à la pleine lune, attaquaient de paisibles voyageurs, déchiquetaient de jeunes enfants et de jeunes animaux; le laurier contient du cyanure de potassium. Ces collèges de Ménades furent supprimés par les Hellènes et seul un bois de laurier attestait qu’autrefois Daphoene avait occupé ces sanctuaires. En Grèce et jusqu’à la période romaine, il était interdit à quiconque de mâcher des feuilles de laurier, excepté à la pythonisse qu’Apollon conservait à son service à Delphes. 4


    Pues bien, esta obra merece lugar aparte en el reencuentro de la gran tradición pagana de nuestros días. El vino es ampliamente celebrado cuando se habla de los festines a que es invitado Miranda; la sensualidad de la degustación es un punto clave en las referencias de época:
 

...a la luz de fanales y candelabros, descorchó para ti las mejores soleras, los vinos generosos, los moscateles tostados, los casi negros, los vinos claros del majuelo jerezano y los amontillados coquineros, los olorosos y los flamencos, los paloscortados y las manzanillas, los Domecq, los Burdon, los Gordon, los Osborne, los Pemartin, los Ivison, los Byass, los Bolin, los Terry, los Ahupol, los Grant y todas esas maravillosas exquisiteces que pueblan con sus resonancias afrancesadas, italianas, germánicas e inglesas, los campos de Andalucía desde Puerta Tierra hasta Sanlúcar... (La tragedia del generalísimo, p. 23)


    Con ello, todos los placeres posibles de este mundo son ampliamente evocados en la novela, desde las ya citadas hasta las culinarias, reiteradamente presentes;
 

bueyes enteros, toros vacas y terneras, caballos, lechones, carneros y búfalos, los solomillos de fino corte y los lomos, altos y bajos, las caderas y las babillas, las tapas y las contratapas, y los filetes, perfectamente rebanados, las piernas completas, colgadas de sus garfios, las agujas y los costillares; las carnes de tercera,... (La tragedia del generalísimo, p. 261)


    O bien, refiriéndose a la forma en que era consentido por la corte entera de la reina viuda de Portugal, Marianina:
 

...gozaste grandes bebantinas de vinho verde y secial de malvesía y lágrimas de oporto e increíbles comilonas de sardinas de Nazaré secadas al sol y cachalotes a la brasa y brisas de Figueira y tortas y papas de Moado, caldo verde, gallo luso, bacalao en sus doscientas una maneras de prepararlo, espetadas en escabeche, bifes de atún, langostas a la Berlanga, arroz chino de Macao, la caldeirada y el jamón ahumado y el cerdo de Alentejena y los asados de cabrito y de cordero y los dulces bolos de amor y las castanhas de ovos;... (La tragedia del generalísimo, p. 168)


    El mismo asunto desarrollado en el juego de los señoritos madrileños que Miranda encuentra cuando espera su ingreso a la Academia Militar:
 

...y hace de tragaldaba comiéndose finalmente de un solo tirón: un cochinilo asado del sobrino de Botini, cinco melones con sus semillas, ocho racimos de uvas tempranillas, otros tantos de moscateles, otros tantos de tortozón, siete manzanas paradisíacas, una gruesa de ostras, (valvas incluídas), un frasco de linimento para la tortícolis, un nabo crudo que le ofreció Ferrero, un hueso de jamón, varios panes viejos y otros tantos botones de nácar, en sambumbia intolerable aún para los estómagos de un vacuno o de un bóvido. (La tragedia del generalísimo, p. 128)


    La delectación sexual, heredera del mito taurino, tiene también grandes demostraciones como ya hemos venido señalando... Ella le sirve en dos sentidos: principalmente cuando quiere mostrar el paganismo de los sentidos. En segundo lugar, como medio de execrar la institución de la iglesia, por ejemplo.

    La inquisición, como institución no la podemos ver sino representada por hombres de escasa jerarquía; pero que la representan ampliamente, desde el punto de vista de la bajeza clerical;
 

... y lo que es peor, padre, no puedo deshacerme de mi concupiscencia; la del espíritu y la de la carne; lo que Agustín llama el amor sui ipsius, el amor a sí mismo, y esa otra, padre, esa que me excita y me cabalga aquí , ¿dónde, hijo?... (La tragedia del generalísimo, p. 171)


    Esta forma de culpabilización puede ser fácilmente contrastada con la actitud simple, sencilla y natural con la que una situación similar se presenta a Miranda, en los comienzos de su recorrido por los Estados Unidos:
 

Bello muchacho. En su cabeza, envase cristalino, reposaban todos los conocimientos; menos el de las mujeres. A mitad de la noche, desnudo, en la soledad de su cuarto, te pedía que le hablaras de las tuyas. Al tiempo, se masturbaba. Eléctrico y pueril, vertía sobre el edredón de la cama su esperma espesa. (La tragedia del generalísimo, p. 223)
    En cambio, los juegos lésbicos de dos chicas que el general encuentra en su recorrido por Norteamérica son ampliamente descritos.
 
    Las dos jovencitas fluctuaban frente a tu vista, confluyentes en sus mimos y escudriños, cual nínfulas de églogas....

Ellas, las dos, en el sopor del mediodía, desenrollando ceremoniosamente la levedad de un ritual sicalíptico; dispensándose, con sedosas intermitencias, ebrios tocamientos por debajo del peso falderil; cizañando sus vientres con las profanaciones de Lesbos; (La tragedia del generalísimo, p. 252)


    Decíamos arriba que el juego amatorio tiene una gran importancia en esta obra; demuestra así otra de las características que tiene el mito del toro, en el que encontramos una gran lascivia, además del obvio sentido bélico. Los encuentros amorosos son reflejo de un gran arte y una gran delectación:
 

...y se amaridan entonces en el alhamí más cercano, solos en el mundo, poco temerosos de cualquier vigilancia importunante, convulsos, levitados, verticales, tendidos a cuerpo entero, de rodillas, y te sientes, por momentos, dueño absoluto de todo el esplendor de la Alhambra y del paisaje circundante y se vuelven tuyas las pasionarias azules y sus aureolas de mariposas... (La tragedia del generalísimo, p. 70)


    Los anteriores son sólo aspectos que podrían ser vistos como superficiales; el más duro, el más trascendente, es el de la trasposición de símbolos que se operan durante el viaje a Nueva York. Por ejemplo, el infierno:
 

Sigue viendo, no desmayes. No te está dado tan siquiera despabilar. Por doquier surgen llamas de azufre. Pasan rodando nubes densas. Truenan su repiqueteo ametralladoras estruendosas... (La tragedia del generalísimo, p. 337)


    La noción de misión es evocada, de testimonio; el viaje tiene un sentido superior a la banalidad de la anécdota que hace huir al capitán Miranda de las colonias españolas. Él se ha convertido en alguien que tiene la misión de mirar; él es un vidente que ha de narrar más tarde su experiencia dantesca.
 

Plantadas como estacas, con los cuerpos enterrados cabeza abajo, en la nieve, nuevas víctimas expurgan sus culpas. Diríase que toda la ciudad es, ahora, un mar de cráteres volcánicos con piernas de humanos que salen fuera, agitándose devoradas por las llamas.Tañen campanas de dolor en San Patricio y en todas las otras iglesias.
Los supliciados gritan. Chillan. Se lamentan con trenos y ayes desesperados. (La tragedia del generalísimo, p. 337)


    La huella obvia de Dante aparece por todas partes:
 

Desde la eminencia donde te colocó Gerión para que te sirviera de mirador, como en la platea de un teatro, por momentos crees presenciar cuadros de alta comedia, una ópera bufa o un ballet pantomima. (La tragedia del generalísimo, p. 338)

 

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Para dar algunos indicios de conclusión, podemos decir que esta obra de profusa revisión cultural, pone de manifiesto un gran amor por la cultura clásica y el humanismo, pero deplora los excesos del poder dictatorial; rechaza toda forma de opresión y realza todas las formas posibles de placer; el toro devora lo que es condenable, pero está de lado de quienes quieren el amor y no la guerra.

    La semejanza del esquema narrativo con la estructuración del mito del toro, como fuerza totalitaria, absoluta y devoradora, es una aportación a la literatura latinoamericana, que no ha recorrido esos caminos muy frecuentemente. Pero la permanencia de los problemas que plantea el aplastante poderío de unos cuantos sobre todos los demás, bien merece la pena de hacerse corresponder con los mitos milenarios que nos ayudan a comprender el comportamiento de los hombres.

    Psicoanalíticamente, podemos reestructurar la personalidad de Miranda como un hombre asolado por la imposibilidad física y moral de enaltecer la honra de su padre, y por extensión la de su familia y la de él mismo, frente a los prejuicios de raza, credo, y pureza de la sangre que exigían los rígidos esquemas españoles.

    Si bien los Miranda tenían dinero, producto de una vida de trabajo, esto no era suficiente para alcanzar un grado en el ejército español.

    Sin embargo, y burla burlando, el joven criollo va a poder adquirir un uniforme, comprándolo; demostración clara de que todo puede ser obtenido por medio del dinero.

    Pero repudiado para los honores, las medallas y las condecoraciones, no importa que haya tenido participaciones relevantes en batallas decisivas.

    Parodia, burla cruel, revisión histriónica de un personaje, un héroe de la vida venezolana, este libro colabora grandemente con el reencuentro de las nuevas generaciones con el pasado clásico. Es más fácil aceptar un héroe que hubiere sido antes hombre, que un héroe sólo héroe. Así, los personajes históricos de esta novela son todos desvirtuados de sus cualidades de hombre público, para regresarlos al mundo cotidiano y a la vida íntima, lo que no deja de tener su interés y su novedad.

    Miranda es víctima de esa burla cruel, pero ella representa también la burla a un sistema represivo; él puede ser considerado también como victimario del sistema, al hacerlo quemar dentro de las fauces del toro, en los momentos en que el juicio de los hombres más célebres de la historia se repite. Miranda ve condenar de nuevo a hombres que han sido muertos, desaparecidos de la vida pero no de la historia. Como San Pablo, como Nixon, como todo el proceso de Watergate.

    De cierto modo, la derrota de los ideales juveniles es el colofón de la novela; por medio de la represión, el poder eterno, (Minos, Creta, España, Inquisición, Estados Unidos, armada) continuará existiendo, prohibiendo pensar, actuar, deleitarse, como no sea en función de sus utilidades. Sexo y droga, formas de evasión de la realidad serán, por tanto, objeto de persecución y de rechazo.

    La sola manera de escapar a ese mundo brutal y violento es la imaginación, el gusto por el juego, el deleite de los sentidos, parece decirnos Miranda; por eso puede escapar de la hecatombe que cierra su paso por Grenwich Village, saliendo volando como superman o como mosca ... Pero también como lo hiciera Dédalo para huir del poderío que lo esclavizaba. Miranda se encontrará en el centro del infierno con el toro, y ese encuentro engendrará las más grandes violencias contra la juventud que se divierte sin hacer mal a nadie. De esa fuerza bruta escapará el generalísimo, como de todos los anteriores peligros a los que se enfrentara en su vida. Es el colmo de la visión lúdica de la historia, la cultura y la vida.
 
 

Fèz, Maroc; janvier 1995.

BIBLIOGRAFÍA.

ALEXANDRIEN, Histoire de la littérature érotique. Fayard, Paris, 1992.

CAZIER, Pierre; Mythe et création. Presses universitaires de Lille, 1994.

CHEVALIER, Jean et GHEERBRANT, Alain: Dictionnaire des symboles. Laffont/Jupiter. Paris, 1995.

DURAND, Gilbert, Figures mythiques et visages de l’œuvre. Dunod, Paris, 1992.

FOREST, Philippe, Textes & labyrinthes. Editions InterUniversitaires SPEC.

GRAVES, Robert , Les mythes grecs. Fayard, Paris, 1992.


NOTAS.

*Denzil Romero, La tragedia del generalísimo, Ed. Casa de las Américas, La Habana, 1984. [Regreso a la llamada de nota]

1. Podríamos definir el mito verdadero como un espectáculo ritual, o rito mimético, dado en la representación de las fiestas públicas. [Regreso a la llamada de nota]

2. La falta es el primer principio que viene a precipitar al personaje en la confusión del laberinto, ella es el secreto que viene a atormentar la aparente impasibilidad del ambiente. Perdido en el laberinto, el individuo parte siempre perdedor, apriori culpable, condenado antes de haber sido escuchado. [Regreso a la llamada de nota]

3. En la mitología celta, el laberinto viene a significar la tumba real (según la Diosa Blanca); siguiendo el Etimologicum Magnum, quien lo define como "una caverna en la montaña", y Eustathes (la Odisea de Homero; XI, p. 1688), quien lo define como "una caverna subterránea". Parece que los griegos primitivos hayan tenido esta misma concepción del laberinto. Lars Porsena el Etrusco construyó su tumba en forma de laberinto (Varron, citado por Plinio: Historia natural XXXVI. 91-93). Igualmente, existían laberintos en las cavernas de los Cíclopes; es decir, prehelénicos, situados cerca de Nauplie (Strabon: VIII.6.2); en Samos (Plinio: Historia natural XXXIV. 83); y en Lemnos (Plinio: Historia natural XXXVI. 90). Como consecuencia, salir del laberinto es reencarnar. [Regreso a la llamada de nota]

4. Dafne (la sanguinaria), la diosa de temperamento orgíaco, cuyas sacerdotisas, las Ménades, masticaban hojas de laurel para excitarse y que se encabritaban fuera, periódicamente con la luna llena, atacaban los pacíficos viajeros, desmembraban niños pequeños y animales jóvenes; el laurel contiene cianuro de potasio. Estos colegios de Ménades fueron suprimidos por los helenos y solo un bosque de laurel testimoniaba que en otros tiempos Dafne había ocupado esos santuarios. En Grecia, y hasta el período romano, estaba prohibido a todo el mundo el mascar hojas de laurel, exceptuada la pitonisa que Apolo conservaba a su servicio en Delfos.[Regreso a la llamada de nota]

[Todas las traducciones son mías.]


Guadalupe Mercado Méndez. Doctora por la Universidad  Paul Valery, Montpellier III, Montpellier.



 
 

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