Carlos Sánchez
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 NO VOY A TENER HIJOS



    La rama tonta golpea en el agua y salpica y mancha. Barro y miel, en la casa todos me gritarán, Elvira me reprochará otra vez el inmenso trabajo que le doy y dirá que está cansada, las moscas me molestarán con sus zumbidos y cuando vuelva mi papá la cocina se llenará de gritos porque el perro empezará a ladrar y me condenarán otra vez a la oscuridad de mi cuarto lleno de canto de grillos y fantasmas burlones.

    No quiero ir a la escuela, me aburro con las palabras que están escritas en los libros y que la maestra repite con insistencia y me pregunta después por lo que está escrito y yo no me recuerdo y otra vez me mandará afuera de la clase y yo me quedaré dormido y al director eso no le gusta porque dice que no tengo disciplina y tampoco ni una gota de seso. Pero cuando se trata de diseñar todos vienen a ver mis dibujos, y se ríen y festejan mis vacas voladoras y buscan parecidos entre los animales que yo pongo en el papel, a mí me parecen muy similares a las personas que conozco y por eso se enoja la maestra y el director de la escuela a donde yo no quiero ir.

    Cuando llueve puedo mojarme sin necesidad de ir al lago, pero no veo los patos ni oigo a las ranas cantar. Las oigo cantar cuando está por llover y eso me da un gusto muy gustoso a helado de cerezas que son los que compran mis papás cuando llega el domingo y hace calor. Cuando hace frío no me dejan comer helados y yo grito pero ellos no me hacen caso.

    Cuando era pequeño me trataban mejor, mi madre me decía que era un niño inteligente para mi edad aún si no sabía usar los cubiertos para comer y algunas veces me despertaba de noche para gritarle a la oscuridad que llenaba la casa.

    Me cuesta mucho entender a los grandes, mi madre dice que tengo que decir siempre la verdad pero cuando habla con mi padre cuenta historias y mejora mi conducta y dice cosas que nunca sería capaz de hacer. Mi padre reacciona bastante bien a las mentiras y dice que yo voy mejorando pero puede ser que después inmediatamente me castigue por esas cosas que no hago o por hacerlas o por no hacerlas como él me dice que debo hacerlas o por cómo él me dice que no las haga y yo las hago. Me confunden mucho y no entiendo por qué no puedo hacer las cosas que hago si son estas las cosas que me gusta hacer.

    No me dejan ir nunca a la plaza a jugar con los chicos del barrio y yo creo saber por qué lo hacen pero no me parece un buen motivo para no dejarme ir. Por lo general termina siempre en una gran trifulca, a mí no me gusta que me excluyan del partido de fútbol y que me impidan jugar a las cartas. Un día me dejaron fumar entre inmensas carcajadas y yo tosía porque el humo me llenaba la boca y no me dejaba respirar, el gusto era amargo y me hacía llorar como si estuviera triste o enojado pero yo estaba bien, un poco empachado por ese humo y las carcajadas.

    Sólo Ricardo me trata bien, él es muy parecido a mi padre cuando está contento pero no es mi padre. A veces jugamos con las figuritas y hacemos cambio pero él me impide siempre de que yo las pruebe, para mí cada figurita tiene un sabor particular pero Ricardo insiste en decirme que son venenosas y no me deja acercarlas a la boca. Esa es una de las pocas cosas que le reprocho a Ricardo.

    A veces vamos juntos a la escuela y a mí no me parece tan terrible entrar, ponerme en fila cuando suena la campana y marchar hasta la clase, yo siento que él está allí y eso me da una gran tranquilidad.

    No sé por qué se murieron los pájaros que me trajo de regalo el abuelo para mi cumpleaños, yo les daba de comer cada día y ellos parecían estar contentos y me cantaban y volaban en la jaula que era de color amarilla. Cuando regresaba de la escuela --claro que no todos los días- iba buscando por el camino insectos y esos frutos extraños que atraen a los pájaros. Después los cocinaba como hacía mi mamá, sólo que yo tenía que hacerlo a escondidas porque no me dejaban usar el fuego. Preparaba unas muy ricas sopas a escondidas de todos y se la daba a los pájaros. Pero ellos se murieron y creo que no fue por falta de comida sino por otros motivos especiales. No debe ser lo mismo volar en una jaula que por todo el cielo, a mí me sucede de sentirme mal cuando me encierran en mi cuarto pero por suerte mamá me da jarabes y unas pastillas que le recomienda nuestro doctor y que si bien no tienen un gusto exquisito yo me doy cuenta que esas cosas me ayudan a quedarme en el cuarto cuando me encierran con llave.

    Muchas veces he tratado de preguntarle a mi papá sobre mi hermano mayor que se ha marchado pero él nunca me responde. Era pequeño cuando Fernando se fue de casa no sé bien adonde y ahora nadie quiere hablar de ello. A veces llega una carta de mi hermano pero a mí no me gusta que llegue porque mamá se pone triste y la he visto llorar muchas veces con la carta en la mano toda estrujada. No se lo dije a mi papá porque sé que se enojaría, a él le gusta hacer llorar a mi madre pero sin usar las cartas y yo no puedo entender cuál es la diferencia.

    Mis tíos vienen poco a visitarnos y por lo general vienen solos, no es que mis primitos sean muy simpáticos pero la Rosario tiene unos cabellos tan hermosos como el oro de la pulsera que papá le regalo a la Elvira para su cumpleaños.

    No sé aún por cuanto tiempo tendré que ir a la escuela pero seguramente esto también terminará. Al menos sé bien que cuando llega la Navidad la escuela está cerrada por mucho tiempo y esto me da una gran alegría porque me voy con León al lago, León es uno de los pocos que siempre está de buen humor, a él le encanta comer de mi plato pero mamá no quiere que lo deje y si él insiste lo termina sacando al patio para atarlo en la cerca y él protesta con unos ladridos que parecen de león, aunque él no sea un león sino un perro que se llama León pero no tiene melena pero sí ladra como un león, aún si sé que los leones no ladran sino rugen, y al fin creo que por eso se llama León.

    Un día de estos voy a ir a trabajar como mi padre y entonces llegaré muy cansado y de mal humor y después tendré que casarme, pero no voy a tener hijos porque ya veo que los hijos se aburren mucho en la casa y en la escuela y con las continuas reprimendas de los padres y después tienen que ser grandes y trabajar para casarse y tener hijos. No quiero este follón, hijos yo no voy a tener.



Del libro Doce cuentos para ser leídos en conchos y voladoras, Editora Búho, Santo Domingo, diciembre 1998. ISBN:
976-8160-38-1 (pbk)
 
 

Regreso a la página de Argos 11/ Narrativa